Especialistas de diversas disciplinas reiteraron la necesidad de contar con un sistema integral de cuidados en Cuba y potenciar buenas prácticas en un contexto de envejecimiento poblacional, pandemia y ordenamiento económico.
Esas y otras propuestas emergieron del II Taller Nacional de Estudios sobre cuidados, desarrollado de forma virtual los días 11 y 12 de marzo entre representantes de la academia, la Federación de Mujeres Cubanas y organizaciones de la cooperación internacional, para contribuir desde la investigación social a la formulación de políticas que tributen a los cuidados y construir una agenda común de trabajo.
«Lo primero es reconocer que las actividades domésticas y de cuidados que se realizan en el hogar son trabajo y aportan un valor esencial para la sostenibilidad de la vida. Recibir cuidados y cuidarse es un derecho, pero cuidar a otras y otros es un trabajo», sostuvo la economista Teresa Lara.
La experta agregó que la crisis provocada por la covid-19 ha puesto de manifiesto la centralidad del trabajo de cuidados, tanto en instituciones de salud como en las viviendas, convertidas en centros neurálgicos de las medidas de confinamiento.
«En periodos de crisis, los hogares asumen la escasez de bienes y servicios con el incremento del trabajo doméstico y de cuidados. Se dedica más tiempo a buscar, comprar y elaborar alimentos; se incrementan también las labores de higiene y limpieza. En resumen: en las casas y por las mujeres, se cubre el déficit de la oferta de bienes y servicios y el consumo efectivo de los hogares», sostuvo.
Lara propuso atender estas problemáticas fuera de los marcos de la economía convencional, desde la creatividad y la participación ciudadana, y abogó por una alianza más sólida entre los ámbitos público y privado, enfocada al espacio y las necesidades locales, sobre todo al área rural.
En tanto, la socióloga Marisol Alfonso, Oficial Nacional de Programa del Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa), apostó por potenciar las buenas prácticas. «Mientras no cambia la configuración que permita un sistema integrado, es importante trabajar en mejorar la calidad de los servicios que ya existen», señaló.
Esa mirada integral debe tener en cuenta, además, que los cuidados se asocian fundamentalmente a la vejez o la enfermedad, pero existen también otros momentos en que su provisión es indispensable, como en la atención a niñas, niños, familiares dependientes y personas adultas ocupadas, expuso como ejemplos.
El asunto demanda «una mirada compleja, multidisciplinar, que traspase los marcos de nuestras academias o centros de investigación», dijo la socióloga Magela Romero Almodóvar, del equipo coordinador del taller.
La también profesora de la Universidad de La Habana señaló que uno de los desafíos radica en generar espacios de concertación entre los diversos actores locales relacionados con la temática, para lograr acciones integrales.
«Se debe continuar realizando acciones de sensibilización, capacitación y, en la medida de las posibilidades, investigar y actuar, debido a la urgencia del tema en el contexto cubano», sostuvo.
Otros retos se localizan en el ámbito jurídico, coincidieron participantes al valorar, en varias intervenciones, la necesidad de un marco legal que norme deberes y derechos en esta materia.
Para el jurista y profesor Leonardo Pérez Gallardo, debe considerarse un tratamiento jurídico transnversal, que alcance los ámbitos laboral, civil y familiar, de sucesión, penal y hasta tributario. «El éxito está en que el cuidado tenga visibilidad y con ello tuición, desde las distintas normas legales», puntualizó.
A juicio del presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Civil y de Familia de la Unión de Juristas de Cuba, son vitales además la sensibilización y capacitación de quienes implementan normas y administran justicia. «No es cuestión tan solo de normas legales, sino también de interpretación y aplicación del Derecho por sus operadores», reflexionó Pérez Gallardo.
Identificar los grupos vulnerables que demandan cuidados, sus particularidades según edades, motivos y duración del proceso fueron identificados entre los retos actuales, además de tener en cuenta no solo a quienes reciben las atenciones, sino también a quienes las proveen.
En ese sentido, reconocieron un vacío actual en el estudio de las personas cuidadoras, la gran mayoría mujeres, y lo que supone para ellas ejercer el cuidado, sobre todo a largo plazo.
Además de reconocer la diversidad de actores que se han ido articulando en torno a estos procesos, identificaron posibles mecanismos y espacios de interacción entre gobiernos locales, Federación de Mujeres Cubanas, organismos del Estado, diversas formas de gestión económica, sociedad civil, espacios nacionales, comunitarios, académicos, medios de comunicación y otros.
Marcaron, además, la necesidad de generar estadísticas territoriales y socializar información sobre actores, proveedores y receptores de cuidado con datos desagregados por sexo, edad, color de la piel, territorio, nivel escolar y otras variables.
«Se necesita información y datos que orienten para desarrollar políticas, definir los recursos y medios que se deben priorizar en cada territorio en función de esos cuidados», afirmó Matilde Molina Cintra, subdirectora del Centro de Estudios Demográficos (Cedem) de la Universidad de La Habana.
En igual orden de prioridad ubicaron las investigaciones y atención de diferentes problemáticas asociadas al trabajo de cuidados, como la violencia, la sobrecarga doméstica de las mujeres, la corresponsabilidad familiar y las inequidades sociales.