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Entrevista al reverendo Vitalino Similox

Cultos evangélicos en Latinoamérica: «Son instrumentos para sectores que no quieren que haya cambios»

Fuentes: Argenpress

Los cultos evangélicos se han expandido por todos los países latinoamericanos con una velocidad vertiginosa en estas últimas décadas. Ello es llamativo, dado que aparecieron simultáneamente en todos estas sociedades con patrones comunes en lo que, pareciera, se trata de un intento de detener los avances de una iglesia católica preocupada por las injusticias sociales […]

Los cultos evangélicos se han expandido por todos los países latinoamericanos con una velocidad vertiginosa en estas últimas décadas. Ello es llamativo, dado que aparecieron simultáneamente en todos estas sociedades con patrones comunes en lo que, pareciera, se trata de un intento de detener los avances de una iglesia católica preocupada por las injusticias sociales con su «opción preferencial por los pobres» que levantó la Teología de la Liberación luego del Concilio Vaticano II a inicios de la década de los 60 del pasado siglo. Para hablar en profundidad de este fenómeno ARGENPRESS dialogó, por medio de su corresponsal Marcelo Colussi, con el religioso Vitalino Similox, en la ciudad de Guatemala.

Don Vitalino Similox tiene 60 años de edad; guatemalteco de origen maya-kakchiquel, es pastor presbiteriano, teólogo, sociólogo y actual Secretario General del Concejo Ecuménico Cristiano de Guatemala (donde participan la Iglesia Católica y varias de las iglesias protestantes históricas de ese país centroamericano). Tiene una muy rica trayectoria en trabajos de desarrollo humano y procesos de paz en su tierra natal, así como una comprometida participación política. Entre otras cosas, fue candidato a la Vicepresidencia en las elecciones nacionales del año 1999 acompañando en la fórmula al ahora presidente de la república, el ingeniero Álvaro Colom, en la Alianza Nueva Nación, una coalición de centro-izquierda que aglutinaba fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias.

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Argenpress: Estas últimas décadas, digamos desde hace unos 30 años, Latinoamérica ha estado siendo barrida por un aluvión de nuevas iglesias evangélicas. ¿Cómo entender esta, por así decir, «invasión» de cultos neopentecostales? ¿A qué se debe? ¿Hacia dónde va este fenómeno?

Vitalino Similox: Sin dudas este es un tema que puede preocupar a los religiosos. Pero también a las ciencias sociales, dado que es un fenómeno complejo al que debe encontrársele alguna explicación. En ese sentido desearía partir desde mi perspectiva de pastor presbiteriano preocupado por estos temas, pero también me permitiría usar instrumentos que nos proporciona el desarrollo de las ciencias sociales, para buscar la mayor objetividad posible en el análisis. Desde la experiencia guatemalteca podríamos encontrarle tres explicaciones a este complejo fenómeno. Por un lado, las ciencias sociales nos indican que las religiones son producto, son reflejo de las crisis económicas, políticas, sociales y culturales de quienes las practican. Es decir: las religiones las realizamos personas con nombre y apellido, con necesidades, que tenemos un lugar concreto en la vida. Una sociedad pobre, con mucha marginación, con fuertes problemas de seguridad ciudadana, con marcada discriminación étnica, tal como pasa en Guatemala por ejemplo, se refleja en el ejercicio de la religión que se practica. La gente necesita alguna explicación a las realidades que le toca vivir, y las religiones vienen a cumplir esa misión. Son una guía hacia el futuro. Y más aún en una sociedad conflictiva, muy marcada por la desigualdad y la violencia, la población necesita consumir bienes religiosos que le ayudan a sobrevivir. En ese sentido no podríamos acercarnos al fenómeno del neopentecostalismo sólo negándolo o alabándolo sino que debemos, por fuerza, entender qué significa como expresión social. En segundo lugar hay que destacar que las religiones tienen su propio discurso, su propia forma de organizarse, su propia práctica. Por tanto, existen religiones institucionalizadas, jerarquizadas; y eso, de alguna manera también influye en la dinámica de las sociedades. En América Latina la religión más estructurada es la Iglesia Católica Romana; tiene una sólida estructura, un discurso homogéneo. Su influencia en la vida de los países es muy visible, en las distintas manifestaciones sociales, en las políticas de los gobiernos. Sus valores son aceptados por todos. En su mayoría la población de América Latina sigue siendo católica romana por toda una tradición de siglos. Cuando aparecen todas estas expresiones neopentecostales, aparece una disputa de espacios con la Iglesia Católica. Se da una especie de disputa por el reconocimiento. Aunque todas estas religiones no son las oficiales, constituyen, sin lugar a dudas, una oferta válida. Son una alternativa que se les ofrece a los católicos. Hablan de una democratización de acceso a la Biblia, contrariamente a como pasa en la Iglesia Católica, donde sólo el clero está en condiciones de acceder y explicar el texto bíblico. Como la gente necesita un acceso directo a lo divino, por esa necesidad de búsqueda de respuestas ante la crudeza de la vida, esa oferta tiene mucha aceptación. Dado que la gente común puede, con esos nuevos cultos, acceder a la Biblia de modo directo, eso trae cada vez más seguidores. Es gente que busca acercarse a lo sagrado como explicación de su vida, de su futuro. Si la Iglesia Católica niega el contacto directo con todo ese campo, estas nuevas expresiones neopentecostales lo permiten, lo favorecen y estimulan. Por tanto, enormes cantidades de población van volcándose hacia ellas como alternativa. Y también facilita ese paso el hecho que ahí no hay un clero tan impenetrable como en la Iglesia Romana. Las nuevas iglesias no exigen una gran formación teológica para sus pastores; cualquier persona de pueblo que se pone al frente de un grupo, sin estudios bíblicos rigurosos, sin estudiar hebreo ni latín ni griego, puede hacerse pastor con facilidad. La gente no busca cosas muy sofisticadas sino respuestas concretas a sus necesidades. Y esas iglesias sin dudas, a su modo, las ofrecen. Por eso las poblaciones, en muy buena medida, se van sintiendo identificadas con esa oferta, con un pastor del pueblo que habla su mismo idioma. De ahí el crecimiento enorme de todo este fenómeno en nuestros países. Hasta ahora el neopentecostalismo se ha identificado con los sectores pobres de la sociedad. Eso es algo muy importante que tienen estos grupos: de la noche a la mañana confieren reconocimiento, autorrealización a las personas que comienzan a profesar esos cultos. Lo hacen sentir alguien importante, lo sacan del anonimato. Eso pesa mucho en nuestras sociedades donde hay tanta marginación, tanta miseria y exclusión social. Con gente tan golpeada que necesita tanto un apoyo, es fácil que esa oferta religiosa se expanda y crezca entre los sectores más humildes. Pero también se da el fenómeno entre la clase media alta y alta. Ahí se acerca gente de «éxito». Es decir: todas estas iglesias ofrecen los caminos para la autorrealización y el éxito personal, por tanto dan algo que la gente entiende mucho más, que necesita mucho más que lo que ofrece la Iglesia Católica. Y de ahí que tengan tantos seguidores. Esas recetas son prácticas, resuelven, ayudan. O al menos, así lo siente la gente. A la población más excluida, la hace sentir que vale. Y a la gente de clase media y alta le posibilita realmente, en algunos casos al menos, tener éxito empresarial con sus iglesias. Surgen así, entonces, las llamadas megaiglesias. Hay toda una teología de la prosperidad. Por todo esto, estas expresiones tienen una gran demanda en nuestros países latinoamericanos, tienen un terreno fértil para crecer y expandirse. Cosa que no se da tanto en los países ricos, donde la gente tiene más resueltos los diversos aspectos de la vida. Ahí tienen más arraigo las iglesias protestantes históricas, o el catolicismo. Por último, el tercer factor que debemos tener en cuenta para analizar todo este fenómeno nos hace ver que la gente, que siempre tiene necesidad de expresarse religiosamente, ya no encuentra respuesta satisfactoria en las instituciones religiosas tradicionales, por lo que busca nuevas expresiones. La población ya está aburrida de tanto sacramentalismo, de tanta formalidad, por eso busca otra cosa. No es que ya no haya más espiritualidad, sino que lo que sucede es que la gente quiere una relación distinta con lo espiritual, más personal, más directa. Por eso lo encuentra más en estos grupos neopentecostales, así como también se siente más identificada con las nuevas expresiones de la Iglesia Católica, tal como son los grupos carismáticos. Todo esto explica el auge de estas nuevas iglesias en una América Latina que ha perdido las utopías políticas de años atrás, que no tiene referentes. Ante todo eso, la gente quiere predictibilidad, saber qué va a pasar, saber adónde va. Si las iglesias históricas no nos damos cuenta de esta realidad, podríamos quedarnos vacías. No porque nuestro mensaje no tenga pertinencia, sino que nos quedaríamos sin seguidores porque no damos respuestas efectivas para lo que la gente quiere y necesita.

Argenpress: Estas nuevas iglesias evangélicas, entonces, tienen una función casi de reparación psicológico-social, de paño de agua fría ante tanta calamidad de la realidad. ¿Hay algo más que religión en todos estos movimientos?

Vitalino Similox: Efectivamente. En sociedades como las nuestras, donde nos debatimos entre tanta miseria y falta de salida para las grandes mayorías, a los sectores que se benefician de esa situación y pretenden que no haya ningún cambio, estas iglesias le vienen como anillo al dedo. Por ello, sin dudas, esos movimientos terminan yendo más allá de lo religioso para pasar a ser movimientos políticos. Incluso, movimientos políticos con sustento y respuestas económicas. Son instrumentos para sectores que no quieren que haya cambios. Hay iglesias históricas a las que les preocupa las causas de la pobreza, pero justamente esas iglesias no crecen. Porque la pobreza tiene causas muy concretas: son las injusticias de nuestras sociedades, la violación sistemática a los derechos humanos. Pero a la gente no se le permite ver todo esto, y más bien se la induce sólo a resolver sus problemas personales puntuales, que la salvación sea individual sin importar a costa de qué. En tal sentido, el mensaje de estos grupos neopentecostales son respuestas políticas, sociales y económicas antes que planteamientos religiosos.

Argenpress: A partir de esto, ¿podría pensarse en una intención, en una direccionalidad que factores de poder querrían darle al asunto? Por ejemplo, en alguno de los documentos de Santa Fe, de la línea más conservadora de la clase dirigente de Estados Unidos, se hablaba de esta estrategia del neopentecostalismo como una forma de controlar la Teología de la Liberación. ¿Hay quien maneja políticamente todo este asunto entonces?

Vitalino Similox: Los grupos de poder saben lo que hacen, sin dudas; y por algo han delineado estas nuevas religiones, hechas a la medida de las necesidades de las sociedades donde proliferan. Si alguien maneja todo esto, es el planteamiento neoliberal. Es decir: la competencia, el individualismo, la idea que las personas valen en tanto consumen, y cuanto más consumen más valen. Todo eso lo transmiten de manera funcional, bien organizada y presentada estas nuevas expresiones religiosas. La Iglesia Católica, luego del Concilio Vaticano II, dio un gran vuelco en su posición tradicional comenzando a tomar partido por los excluidos con su llamada «opción preferencial por los pobres». La Teología de la Liberación fue la expresión acabada de todo ese movimiento en el seno de la Iglesia, de esa nueva ideología y posición para la vida pastoral. Por eso surgen esos documentos de Santa Fe, con la clara intención de frenar ese avance hacia lo popular. Es así que surgen estas nuevas iglesias, para restarle presencia e influencia a la Iglesia Católica por medio de una estrategia de distracción con estos cultos, desorganizando, desmovilizando a la gente, buscando insensibilizar en relación a las causas de la pobreza. Buscaron, y buscan hoy día, despolitizar totalmente a las personas, quitan todas las responsabilidades cívicas poniendo el énfasis exclusivamente en cuestiones divinas despreocupándose de las cosas terrenales, de los problemas económicos y políticos. En su prédica insisten siempre en que la política es mala, no sirve, por lo que hay que dejar todo eso en manos de políticos profesionales que son los que supuestamente saben del tema. Ello es congruente con la idea de debilitar y achicar los Estados nacionales. Ahí aparece entonces toda la prédica neoliberal, de una manera bien presentada, engañosa, disfrazada de discurso religioso. Ese es el pensamiento real que se esconde detrás de todo este neopentecostalismo. En definitiva: se busca mantener el privilegio de unos pocos a partir de la pobreza de las grandes mayorías, haciendo que la gente no advierta todo ello, quedándose simplemente con la idea que las injusticias «son voluntad de dios». En otras palabras: para tener «éxito» en la vida hay que seguir a estas nuevas iglesias. Ese es el mensaje que se pasa veladamente. Los que se preocupan por las injusticias terrenales no sirven, son «perdedores». Con estas nuevas iglesias se logra hacer que la gente no piense en el mediano ni en el largo plazo; se logra hacer interesar al público sólo en lo inmediato. Es decir: los cultos neopentecostales no son ingenuos, saben a dónde apuntan y qué proyecto conllevan. No hay dudas que hay manos invisibles en su puesta en marcha. Y a esto se podría agregar algo más: ahí está ligado también el tema del narcotráfico. En Guatemala hay cerca de 20 megaiglesias, estos grandes templos fabulosos siempre construidos al más estricto contado, estricto dinero efectivo. ¿De dónde sale, y por qué sale tanto dinero en efectivo? ¿Quiénes están detrás de todas estas iniciativas? Da para pensar, por supuesto. ¿No habrá lavado de dinero ahí? Estamos hablando de construcciones de muchos millones de dólares. A quienes nos preocupa que las religiones puedan terminar siendo utilizadas con objetivos no religiosos deben llamarnos a interrogarnos todas estas cosas. Hay que estar alertas ante estos mecanismos, hay que sensibilizarse ante estas manipulaciones: aquí hay manos invisibles que utilizan irresponsablemente un supuesto mensaje religioso. Ahí no sólo hay religión: hay otros intereses políticos e ideológicos de grupos que no quieren que cambien sus privilegios.

Argenpress: Según estimaciones serias se dice que ya alrededor de la mitad de la población de Latinoamérica está dejando atrás la religión católica y ha pasado a formar parte de estos nuevos cultos evangélicos. ¿Qué hacer ante esta tendencia que pareciera incontenible?

Vitalino Similox: Ya hoy día es totalmente innegable que hay otros intereses detrás de las prácticas de estas religiones, intereses de poderosos sectores que no desean que nada cambie. Es por eso que se hace necesaria la promoción de valores en vez de estas respuestas de coyuntura, de estas doctrinas tan cuestionables. Por ejemplo: el valor de la verdad. La misma Biblia lo dice, Jesucristo lo dijo: «sólo la verdad nos hace libres». En un continente como el nuestro, donde estamos inundados de demagogia, de mentiras, de engaño, con demasiada superficialidad, esta ola neoliberal no está resolviendo nuestros problemas estructurales sino sólo beneficiando a unos pocos. Por todo ello es urgente recuperar el valor de la verdad. Y otro tanto sucede con el tema de la dignidad de la persona. Si solamente somos mercancías, simples números, entonces se ha dejado de lado el valor de la persona humana como imagen de dios. Así, entonces, se pierde la dignidad. Vemos, por tanto, esto del enriquecimiento ilícito, el narcotráfico. En esa visión la gente no importa. Cualquier medio es válido para hacer dinero, y así se puede matar, engañar, robar. De igual manera, en esa perspectiva, se ha ido perdiendo respeto al valor del trabajo. Lo que importa hoy día no es trabajar sino ser astuto, ser más hábil para perjudicar al otro. De esa manera se van dejando de lado las reglas de convivencia, la transparencia, la coherencia, la justicia. Todo vale para hacer dinero. Importa la picardía, sólo eso. No es posible que las iglesias aceptemos esos valores. La justicia, la familia, en definitiva: los distintos valores constitutivos de una sociedad, es urgente que los recuperemos. Sólo esos valores nos podrán dar respuestas más permanentes para afrontar la vida. En la medida en que esos valores vuelvan a tener prioridad podrán ir desapareciendo esas ofertas inmediatistas de los nuevos cultos. En nuestras iglesias históricas no nos interesa la cantidad de miembros que asisten, pero sí nos preocupa que la gente, manipulada y en la búsqueda de dar respuesta a sus necesidades de realización, termine aceptando esos paliativos que dan estas iglesias. Esperamos y trabajamos para que la verdad vaya imponiéndose sobre estas ofertas un tanto superficiales.

Argenpress: ¿Querría agregar algo más que se nos haya escapado decir?

Vitalino Similox: Quería reconocer la labor de los medios de comunicación como éste para alertar sobre estas situaciones. En un continente como Latinoamérica donde la lectura aún no es algo especialmente desarrollado, en países donde estamos más acostumbrados a la manipulación propagandística que a la investigación seria y objetiva, el esfuerzo de medios como éste que ayuden a profundizar las cosas, es sin dudas un aporte que se hace a favor de la persona humana, de las sociedades. Por ello los animamos a mantener estas iniciativas, y a profundizarlas en la medida de lo posible; y a la población en general estimulamos a que se anime a adentrarse en estos temas, que se anime a investigar para formar criterio propio. Lamentablemente en nuestros países lo que dicen los políticos, los medios de comunicación o los religiosos, lo creemos al cien por ciento. Tenemos poco criterio propio; por eso mismo ayudar a formar pensamiento nos urge, y los felicito entonces por su trabajo de divulgación de estas verdades.