A sabiendas de que sus posturas son divergentes e impregnadas de geopolítica, y de que no quieren fracturas sino negocios conjuntos, los gobernantes sudamericanos descartaron formalmente el lenguaje de confrontación y apelan al de «paz y amor» y a la «persuasión» en la defensa de sus puntos de vista. En los borradores de la que […]
A sabiendas de que sus posturas son divergentes e impregnadas de geopolítica, y de que no quieren fracturas sino negocios conjuntos, los gobernantes sudamericanos descartaron formalmente el lenguaje de confrontación y apelan al de «paz y amor» y a la «persuasión» en la defensa de sus puntos de vista.
En los borradores de la que será declaración conjunta, los delegados de los gobiernos reunidos la semana pasada en Caracas coincidieron en que el gran objetivo es reducir la pobreza y las asimetrías entre sus pueblos, con esfuerzos de investigación, desarrollo de proyectos e intercambio de tecnologías energéticas.
Pero en apartados como el de biocombustibles, y en particular en el desarrollo posible del etanol, carburante extraído de cultivos como caña de azúcar y maíz, no hubo consenso en esos trabajos iniciales, y los ministros de Energía y cancilleres deberán zanjar la cuestión en sus reuniones del próximo lunes, según trascendió.
Brasil pactó en marzo con Estados Unidos, en visitas recíprocas de los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y George W. Bush, desarrollar un mercado mundial de alcohol carburante hasta quintuplicar, en 10 años, la actual producción mundial de 40.000 millones de litros anuales de etanol.
Tras esa alianza, el presidente cubano Fidel Castro criticó la nueva política de agricultura con fines de energía como una «internacionalización del genocidio» y una «condena de muerte anticipada» para 300 millones de hambrientos que no conseguirían alimentos de vegetales destinados a manufacturar combustibles.
El venezolano Hugo Chávez, que hasta febrero había pactado con Brasil y Cuba siembras de caña y construcción de plantas para obtener etanol, dio un giro de 180 grados ante lo que llamó «problema ético y ecológico», es decir, «la locura que significa producir alimentos pero no para las personas, sino para los automóviles de los ricos».
Chávez dijo que en la cumbre de isla Margarita pedirá a Brasil y a Colombia (que también acordó con Estados Unidos un programa de biocombustibles) que «utilicen sus tierras para producir alimentos para los 300 millones de hambrientos de América Latina y el Caribe».
En Brasil, el asesor de Lula para asuntos internacionales, Marco Aurelio García, observó que Chávez y Castro «usan el etanol como combustible ideológico, cuando debería ser sólo combustible», pero acotó que Lula se abstendrá en Margarita de enfrentamientos y usará «un estilo de pacto positivo, de paz y amor».
Castro y Chávez «vieron de repente en Lula un competidor en el mercado de crudos de Estados Unidos y salieron a defender ese nicho, la base del ingreso petrolero venezolano de 70.000 millones de dólares anuales», comentó a IPS el analista político opositor Manuel Malaver.
Las declaraciones de Chávez «no pasan de ser marketing político, un esfuerzo para valorizar el petróleo, principal producto de exportación del país», observó el coordinador del Instituto Brasileño de Relaciones Internacionales, José Flavio Sombra Saraiva.
En uno de los discursos en los que atacó los planes de producción de etanol, Chávez dijo que América Latina «no tiene por qué preocuparse por el suministro energético, por lo menos por 100 años, porque todo el petróleo que necesita está en Venezuela, y podemos producir, durante 300 años, tanto gas como el equivalente al etanol que Estados unidos consumirá según sus planes».
Más allá de esta polémica, la cumbre hará de sombrilla y pasará revista a las iniciativas y proyectos en marcha, de carácter regional o bilateral, que han puesto la energía como pivote de la integración enmarcada en la Comunidad Sudamericana de Naciones.
El canciller venezolano Nicolás Maduro recordó que se tratará sobre el Gasoducto del Sur, el proyecto de 8.000 kilómetros de tuberías para llevar gas desde el Caribe en su país hasta el Río de la Plata, así como sobre las iniciativas de cooperación petrolera estatal, conocidas como Petrosur y Petroandina.
La cita dará lugar a numerosos encuentros bilaterales y de grupos, comenzando porque el anfitrión inaugurará el domingo una escuela latinoamericana de medicina, cerca de Caracas, con su homólogo boliviano Evo Morales.
Lula hará una escala en la oriental ciudad de Barcelona para colocar la piedra fundacional de una planta petroquímica venezolano-brasileña. Las empresas estatales Petróleos de Venezuela y Petrobras construyen además una refinería en el Nordeste brasileño.
A la cita asistirán la mayoría de los mandatarios sudamericanos, además del primer ministro de Trinidad y Tobago, Eric Williams. Se abstendrá de acudir el mandatario uruguayo Tabaré Vázquez.
Margarita, una isla de 960 kilómetros cuadrados en el Caribe sudoriental, un destino turístico de la clase media venezolana, es sometida a medidas de seguridad que la han «blindado» para esta cumbre, según informó el ministro del Interior, Pedro Carreño.