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Una experiencia alucinante

Curso de verano FAES 2007: el nacional-socialismo del siglo XXI

Fuentes: Rebelión

Pasearse por el curso de verano de la FAES 2007 es una experiencia alucinante para un musulmán español. Uno se siente transportado a la Alemania de los años 30 del siglo XX y comprende como debió sentirse un judío en esos tiempos, obligado a escuchar toda clase de patrañas sobre su religión, presentado como un […]

Pasearse por el curso de verano de la FAES 2007 es una experiencia alucinante para un musulmán español. Uno se siente transportado a la Alemania de los años 30 del siglo XX y comprende como debió sentirse un judío en esos tiempos, obligado a escuchar toda clase de patrañas sobre su religión, presentado como un conspirador, como un ser que debe ser eliminado para preservar la salud de la patria. En este caso la patria es «Occidente», utilizado como concepto ideológico ligado a la «guerra contra el terrorismo» y la neo-colonización del mundo. Lo cual no tiene nada que ver con el Occidente de los derechos humanos que muchos defendemos contra la barbarie neocon.

La participación de dos conocidos halcones norteamericanos como John Bolton y Walid Phares dio el clima general del seminario. Bolton fue el efímero representante de los EEUU en la ONU, y es recordado por su defensa del unilateralismo americano, que expresó de manera contundente: «No hay tal cosa como unas Naciones Unidas. Lo único que hay es una comunidad internacional, que debe ser liderada por la única superpotencia: los Estados Unidos de América». En la FAES, Bolton criticó la pasividad europea en la neo-colonización del mundo, e hizo la apología del intervencionismo en el Tercer Mundo, con el mandato divino de «democratizar el mundo» y expoliar sus recursos naturales. Walid Phares auguró una larga vida a la «guerra contra el terrorismo», afirmando que se está produciendo una radicalización de la juventud en todo el mundo islámico. La justificación de la futura invasión de Irán fue un tema repetido en ambas intervenciones.

En una conferencia patética, Alexandre del Valle trató de convencer al auditorio (por otra parte convencido de antemano) de que el terrorismo de al-Qaeda es la ortodoxia del islam, y los que no son apólogos del terrorismo son herejes o perversos conspiradores, que tratan de engañar a los incautos occidentales. Repitió todos los mitos de la derecha neocon sobre el islam: que Muhámmad fue un líder guerrero, que el islam divide el mundo entre dar al-islam y dar al-harb, que el islam es un sistema totalitario, que pretende el sometimiento de todos los seres humanos. Del Valle comparó el islam (su «islam imaginario») con el nazismo (la «ideología implícita» en su discurso). Arremetió contra la idea de que el islam es una religión tolerante, y afirmó que existe una conexión entre la «izquierda tercermundista» y el «terrorismo yihadista». Dijo que Erdogan es en realidad parte de una «estrategia terrorista», pero que no comete actos terroristas «porque no tiene los medios». Pero no nos engañemos: dado que es musulmán no cabe duda de que su ideología es la misma que la de Bin Laden, solo que por inteligencia se presenta como demócrata e islamista moderado. Y esto se aplica a todos los musulmanes que critican el terrorismo. En realidad están disimulando.

Por supuesto no perderé el tiempo en contestar las ideas de Alexandre del Valle, como no creo que valga a estas alturas el rebatir las ideas del partido nacional socialista alemán. Me limitaré a decir que ni los judíos ni los musulmanes somos seres tan perversos como nos pintan.

El mensaje de Alexandre del Valle fue completado por Mark Steyn en el curso ‘Demografía e inmigración: consideraciones y consecuencias’. Según Steyn, Europa está dejando su crecimiento demográfico en manos de los musulmanes, lo cual llevará a una sociedad de «doble cultura». Y esto puede ser motivo de problemas, ya que «las sociedades bi-culturales son las más inestables, como se demostró en Ruanda» (lo cual puede considerarse como una amenaza). Este discurso parte de una idea absolutamente falaz, típica del discurso neocon: la idea de que existen dos culturas diferenciadas entre sí: la «musulmana» y la «occidental». Steyn ignora (o finge ignorar) el hecho evidente de que ni Occidente ni el Islam son culturas, y mucho menos ideologías monolíticas. Parece mentira tener que recordar que el islam es una religión y no una cultura, y que existen centenares de culturas diferentes en el mundo islámico. Tampoco «occidente» es una cultura, ¿a que mente retorcida se le puede ocurrir pensar que todos los «occidentales» compartimos una misma cultura? Solo a alguien que tiene una visión monolítica y simplista de Occidente, y pretende reducirla a su propia ideología para poder enfrentarla a una imagen igualmente monolítica de «el otro», en este caso del islam, como antes fue del judaísmo. El discurso de Steyn es viejo como el mundo.

En la misma línea, Jon Juaristi habló de las relaciones entre el terrorismo, el nacionalismo y la religión. Juaristi afirmó que el Islam «siempre ha tendido a destruir todas las culturas particulares que no sean la árabe, la del propio Profeta». La de Juaristi es una ignorancia maliciosa. La contra-prueba está en que la inmensa mayoría de los pueblos donde el islam ha arraigado conservan sus culturas ancestrales. Solo hay que conocer de lejos a Irán, Indonesia, Malasia, Senegal, Nigeria, Mali, Yemen, Bosnia, por no hablar de los EEUU y Europa, donde el islam arraiga sin violentar en lo más mínimo la cultura autóctona. Lo cierto es que en la mayoría de los países donde el islam ha arraigado no se habla el árabe, y la cultura árabe es desconocida. Parece que este hecho les molesta a los paladines del nacional-socialismo del siglo XXI.

Por su parte, el senador del Partido Popular Alejandro Muñoz Alonso recurrió al mito de Eurabia (la actualización de los ‘Protocolos de los sabios de Sión’): «Europa avanza de manera acelerada hacia Eurabia, ya que el islam ha ocupado el espacio que ha dejado vacío una Europa que en el siglo XXI se ha replegado sobre sí misma a causa de un intenso complejo de culpabilidad e inferioridad, lo que ha desencadenado la crisis de identidad en la que se encuentra inmersa». Este mito antisemita fue repetido por Rafael Bardají, quien se preguntó si Europa «está avanzando hacia Eurabia o Europeistán».

La guinda la puso el ex-etarra Mikel Azurmendi, llamando a la expulsión de los musulmanes y otros inmigrantes de España: «Los inmigrantes que no son de nuestros valores, de nuestras creencias, de nuestras propensiones a actuar, los que no son casi como nosotros tienen que serlo, para ser ciudadanos. Porque si no, serán simple mano de obra. (…) Estoy por la absoluta asimilación. El que no es de nuestra cultura democrática, tiene que serlo, y si no, puerta. ¡Puerta!» A continuación llamó a instaurar un sistema policial de vigilancia ideológica: «Tenemos que detectar donde están los inmigrantes que no quieren ser como nosotros.» Pero, ¿quién quiere ser como Mikel Azurmendi?

Es decir: o se convierten o hay que tratarlos como esclavos. En última instancia la expulsión, como en los gloriosos años de los Reyes Católicos. Como puede verse, este hombre sigue siendo un terrorista. La diferencia es que ahora quiere implementar el terror desde el Estado, en línea con el nacional-catolicismo más reaccionario. En sus palabras: «nuestros valores», «los valores de Occidente».

En conjunto, ¿cuál es programa de la FAES? ¿Cámaras de gas para los musulmanes europeos? Que tristeza ver al gran José Jiménez Lozano paseándose entre los camisas negras. A pesar de su llamamiento a considerar a los indígenas del Tercer Mundo como seres humanos, esta no ha sido la tónica dominante en el curso de la FAES.