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De Carabanchel, «Time Out» y la gentrificación

Fuentes: El Salto

La revista que edita el dueño de uno de los portales inmobiliarios que marcan agenda ha nombrado a Carabanchel como el tercer mejor barrio del mundo de 2023. Pero detrás del titular hay un distrito con siete barrios que sufren la gentrificación.

Mucho se ha escrito y comentado desde que a mediados de octubre la revista de ocio y cultura Time Out diera a conocer que sus lectores y editores encumbraban a Carabanchel como el tercer mejor barrio del mundo de 2023. Sí, lo sabemos, Carabanchel no es un barrio, es un distrito de la ciudad de Madrid formado a su vez por siete barrios. Pero no nos quedemos con la piel del asunto porque, por ejemplo, el “barrio” ganador, Laureles, en Colombia, tampoco lo es. Quedémonos, de entrada, con que el dueño de Time Out es un fondo de inversión, Oakley Capital, que a su vez es el dueño del portal inmobiliario idealista.

Si leemos un artículo publicado meses antes en idealista.com, este parece marcar la línea editorial del posterior de Time Out, desde el titular (Carabanchel, el Soho madrileño: que atrae a tantos artistas a este barrio) a algunas de las propuestas que menciona en el texto, como las galerías Veta y Sabrina Amrani. Sea o no algo dirigido o promocionado, lo cierto es que la noticia coincide con la intención del Ayuntamiento de Madrid y de una oleada cultural recientemente asentada aquí, y en gran medida ajena al distrito, de calificar como el nuevo Soho a una zona repartida entre los barrios de San Isidro y Opañel.

Como hace idealista.com, esta semejanza la subraya rápidamente Time Out (Carabanchel es para Madrid como el Soho a Nueva York) y el propio consistorio cuando presenta los atractivos del distrito: “Paséate por el polígono ISO, el Soho madrileño”. El Ayuntamiento acota aún más la zona en un área dentro del barrio de San Isidro que hereda el nombre de la empresa italiana (ISO Motor) que a principios de los años cincuenta del pasado siglo fabricaba aquí un vehículo llamado isocarro, una moto con remolque.

“Mira, nosotras somos las primeras en aborrecer lo del calificativo de Soho porque no lo queremos ser y encima nos están jodiendo con los alquileres”. Lo dicen responsables de estudios de arte que llevan en el barrio más de tres lustros y que ven amenazada su continuidad por el alza de precios de los alquileres de estudios, naves y pisos por la llegada combinada de grandes tenedores de propiedades y de inmobiliarias y de nuevas propuestas coolturales. Coinciden con asociaciones vecinales en ese encarecimiento del suelo y en la pérdida de identidad del barrio, con locales comerciales en pisos bajos (cafeterías, bares, ferreterías, tiendas de alimentación…) convertidos ahora en minúsculas viviendas. Es decir, lisa y llanamente: gentrificación.

Justo unas calles más arriba del polígono ISO, ya en el barrio de Vista Alegre, bulle la vida. Las calles de la Oca y Camino de la Laguna están repletas de comercios, algunos con decenas de años a sus espaldas. Unos resisten mejor que otros y es cierto que cada vez se ven más establecimientos franquiciados, pero sigue habiendo lugares de confianza y cuidados, donde, aparte de cortarte el pelo, ver una obra de teatro, tomar una caña, comer unos churros o comprar el pan o un juego de destornilladores, saludas, departes y se muestran gustosos de colgarte un cartel para una próxima mani o la presentación de un libro.

Hay un hervidero continuo de gente por la calle y saludos constantes porque nos conocemos muchas de las personas que transitamos a diario. Sí, yo vivo aquí, cerca del metro de Vista Alegre. Llevo viviendo los 56 años que tengo, excepto un lapsus de cinco que viví en Algete principalmente para convencer a mi pareja que se viniera a vivir a Carabanchel. Y vivo aquí porque me siento, espero que para siempre, en las antípodas de la gentrificación a la que le vemos las orejas unas calles más allá. Vivo aquí porque es lo más parecido al pueblo que fue Carabanchel Bajo: gente cercana, comercios amigos y solidaridad barrial.

Precisamente este 2023 se cumplen 75 años desde que el Ayuntamiento de Madrid, alentado por la dictadura de Franco, decidió unir dos pueblos (Carabanchel Bajo y Carabanchel Alto) a la capital, al igual que hizo con otros como Villaverde y Vallecas. El Ayuntamiento actual, el del Soho igual a polígono ISO, se olvida de esta efemérides en el actualprograma de rutas organizadas dentro de Pasea Madrid. En él incluye a Carabanchel con un texto de hace dos años, sin mencionar que se visitará el edificio en pie más antiguo de la ciudad de Madrid e inventándose una nueva calle: Nuestra Señora de Montijo.

Claro, así es normal que Time Out se salte este “pequeño” detalle de que Carabanchel tenga el edificio en pie más antiguo de Madrid, la ermita de Nuestra Señora de la Antigua -se le cruzaron nuestras señoras al Ayuntamiento-, del siglo XIII. No está en la agenda oficial del Ayuntamiento proteger y poner en valor este templo, ¿lo estaría si estuviera en el distrito de Centro o Chamartín?. Es más, según la plataforma Salvemos Eugenia de Montijo, en referencia al parque del mismo nombre, hay un plan urbanístico pendiente de ejecución que levantaría carreteras y moles de edificios a escasos metros y que eclipsarían por completo la iglesia.

Podríamos seguir Carabanchel arriba, cruzando el parque Eugenia de Montijo y lo poco que queda en pie de la antigua finca de esta emperatriz, también en peligro por el desarrollo urbanístico en los que fueron terrenos de la cárcel. Y así llegar al antiguo pueblo de Carabanchel Alto, hoy barrio de Buenavista, y hablar del neomudéjar de algunos de sus edificios; de otro hervidero comercial y barrial, la plaza de la Emperatriz; de la bella arquitectura y apacible estancia en la biblioteca Luís Rosales; de la Casa del Barrio y sus innumerables actividades propuestas por la vecindad. Algo similar ocurre en el Bajo con el centro social EKO, en el epicentro del polígono ISO, o del palacio de Godoy o de Larrinaga.

Por alguna razón política, comercial, especulativa o gentrificadora, todo esto está olvidado, o al menos no puesto en valor como se merece, y por supuesto no aparece como destacado en el artículo de Time Out. Sí hay que reconocer que aparecen nombres con raigambre carabanchelera, como la Finca de Vista Alegre, la pradera de San Isidro, los bares La Casa de los Minutejos y Casa Enriqueta o la sala de conciertos Gruta 77. Pero a las personas que vivimos aquí, que llevamos más de medio siglo resistiendo, queriendo y ayudando a cuidar y transformar Carabanchel, nos parece poco y desacertado lo que hace el Ayuntamiento de Madrid y, desde luego, la imagen que intenta trasladar y que le compran muchos medios de comunicación.

¿Cómo es posible que, de nuevo este Ayuntamiento, exponga lo siguiente: “Ha pasado de ser un distrito obrero de la periferia a ser sede de un gran movimiento creativo y bohemio al que se han sumado ya más de 130 artistas distribuidos en unos 40 estudios, talleres de artesanía y espacios creativos”? Volvemos a lo mismo: este movimiento, cada vez más alóctono -algún artista ha llegado incluso con ínfulas salvadores de la cultura de Carabanchel-, se centra principalmente en un núcleo reducido del distrito. Por lo tanto, no hemos dejado de ser un distrito obrero, lo seguimos siendo y a mucha honra, a pesar de la precariedad que hace que muchas vecinas vayan con la lengua fuera de un trabajo a otro para sostener una familia que tiene encima la espada de Damocles de si podrá pagar el alquiler con suficiencia o si se lo subirán y les fastidiaran la vida.

Y es que de todo esto sí que anda falto “el tercer mejor barrio del mundo”. Se denuncia ante las instituciones y empresas, y se lucha en las calles contra desahucios y alquileres e hipotecas abusivos. Aquí conviene hacer un inciso con lo desafortunado que resulta de poner como foto de referencia en el artículo de Time Out un colorido edificio de viviendas de protección oficial que no tiene nada que ver ni con el texto ni con las zonas que cita. Sin embargo, la zona sí fue afectada por la venta de pisos públicos por parte de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMSV) al fondo buitre Magic Real Estate-Blackstone Group, dejando desamparadas a cientos de familias, que al poco tiempo vieron como les subían de forma desorbitada los alquileres, no podían pagarlos y comenzó un reguero de intentos de desahucios y de movilizaciones vecinales para impedirlos.

En Carabanchel también hay movilizaciones para recuperar y asentar una sanidad pública digna (todos los jueves por la tarde hay manifestaciones en el centro de salud de Abrantes), para que haya una efectiva integración vecinal fruto de la rica variedad cultural de sus habitantes y se cierre el eufemísticamente llamado centro de internamiento de emigrantes de Aluche, para que nuestras calles reciban una atención y mantenimiento debido en cuanto a arbolado y limpieza, para que tengamos un transporte público de calidad y rápido entre la vivienda más al sur de Carabanchel Alto y el centro de Madrid. Y que si se consigue esto último, por ejemplo con la ampliación de la línea 11 del Metro, no sea a costa de parques públicos como el de Comillas, lugares indispensables para la naturaleza, la salud y la socialización.

Todo esto cuesta creerlo cuando Carabanchel es la “14ª capital de provincias de España”. Me explico, con 260.000 habitantes supera a 37 capitales de provincia en población y, por lo tanto, es el distrito más poblado de los 21 que forman la ciudad de Madrid. Cabría pensar que con este puesto, aquí sí somos el número 1 de Madrid,, y acorde a su población, sería el distrito con mayor inversión de la capital, o el segundo, o el tercero; venga, o el quinto. No, es el 17º en inversión presupuestada y el 13º en inversión gastada hasta septiembre de 2023. El distrito de Barajas, con 46.900 habitantes, tiene un presupuesto de inversión previsto de 53,3 millones de euros, unos 1.136 euros por habitante. En Carabanchel, con 16 millones, tocamos a 61,5 euros por cabeza.

Parece mentira, sobre todo cuando el propio Ayuntamiento reconoce que “la composición social y el nivel económico convierten a Carabanchel en el cuarto distrito más vulnerable de la ciudad, después de Puente de Vallecas, Villaverde y Usera”. Para paliar este déficit estructural el Ayuntamiento de Madrid puso en marcha el Plan de Desarrollo del Sur y del Este de Madrid (SURES), vinculado a los nueve distritos más desfavorecidos de la capital: Carabanchel, Latina, Moratalaz, Puente de Vallecas, San Blas, Usera, Vicálvaro, Villa de Vallecas y Villaverde.

Con SURES tengo que reconocer que las cifras me marean y debería tener más tiempo para indagar en ellas. Cuando se presentó, en junio de 2020, se anunció que se destinarían para ese año 49,2 millones de euros. Muy poquita cosa a repartir entre nueve distritos que suman casi la mitad de la población de la ciudad de Madrid. No habían pasado ni tres años (marzo de 2023) cuando en la décima y última comisión permanente del SURES del anterior gobierno municipal exponen que se  que los 49,2 millones de 2020 se convertían en 192 millones de euros.

Siguiendo con el SURES, también hay que destacar que ha promovido programas de intervención psicológica y acompañamiento social destinado a la población en situación de dificultad, mediación en conflictos vecinales e interculturales, actividades de dinamización comunitaria que promueven la participación e implicación de la comunidad, escuelas deportivas o la conexión del foco artístico y creativo del polígono ISO con la comunidad vecinal, a través de las aves del barrio y el alumnado del colegio público Lope de Vega.

Pero del SURES también ha salido dinero para obras muy cuestionadas. Como los 615.000 euros para la rehabilitación del parque de Las Cruces. Asociaciones vecinales y ambientales, como la Mesa del Árbol de Carabanchel, denuncian constantemente que el uso indiscriminado de zahorra artificial, cal y hormigón ha reducido la biodiversidad del parque, especialmente la flora, ha empobrecido su suelo y el drenaje del mismo y no supone una mejora en el tránsito y paseo por esta zona verde, como pretendía el Ayuntamiento de Madrid.

En fin, que sí, que Carabanchel es el mejor distrito del mundo para alguien que sigue apostando por él desde el día que di mis primeros pasos en la calle Matilde Hernández. Que lo más cool es que sigue teniendo vida de pueblo en muchos de sus barrios y calles, y que luchamos para que así siga. Que no nos importa que aterricen nuevas propuestas artísticas, pero que no se crean salvadoras de nada y sepan convivir con quienes ya construyen y crean aquí desde hace mucho tiempo. Somos un pueblo, mejor dicho, dos, al menos desde el siglo XII (al menos porque en Carabanchel se han encontrado importantes restos carpetanos y romanos), con nuestra historia y nuestra cultura. Y sobre todo, no queremos que ese aterrizaje lleve aparejado el de la especulación inmobiliaria y la gentrificación.

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/gentrificacion/carabanchel-time-out-gentrificacion