«La libertad nació como un privilegio y así ha permanecido desde entonces» Zygmunt Bauman En medio de esta sociedad, definida por Bauman en un contexto de «modernidad líquida» o de avance hacia la «Civilización empática» de Rifkin, encontramos que, en términos de energía, la situación también está cambiando notablemente. La transición energética de la Tercera […]
«La libertad nació como un privilegio y así ha permanecido desde entonces»
Zygmunt Bauman
En medio de esta sociedad, definida por Bauman en un contexto de «modernidad líquida» o de avance hacia la «Civilización empática» de Rifkin, encontramos que, en términos de energía, la situación también está cambiando notablemente. La transición energética de la Tercera Revolución Industrial está abriendo la puerta trasera del sistema eléctrico, inaugurando una vía para los ciudadanos que se dirige a la democratización energética.
Tomando como referencia la constitución española, somos ciudadanos libres dentro de un marco de convivencia determinado de común acuerdo y regulado por el imperio de la ley. Depositamos en nuestros representantes las esperanzas de llevar adelante los objetivos de promover la economía para asegurarnos una digna calidad de vida. Para ello, las leyes deben conformar orden económico y social justo.
Así es la teoría. La realidad, es bien distinta. Estamos sometidos al imperialismo de la economía. La gran mayoría somos ciudadanos trabajadores (que no clase media), y todos somos esclavos consumidores.
La importancia de la electricidad en toda nuestra actividad vital doméstica sigue en aumento desde los años 50. La electrificación es básica en los hogares, un servicio indispensable en casi la totalidad de las actividades económicas debido a la masiva evolución de la sociedad del conocimiento y una internet industrial que se apoya totalmente en la electricidad.
Pareciera que la eficiencia energética marcará una tendencia bajista del consumo eléctrico, sin embargo la implantación del vehículo eléctrico provocará un aumento considerable de la demanda. Un hogar medio nacional que está aproximadamente en 3.500 kWh/año de consumo eléctrico, si tuviera dos vehículos eléctricos, podría casi multiplicar por tres su factura de la luz, llegando hasta los 10.000 kWh/año. La cifra es impactante, triplicar la demanda eléctrica doméstica.
La incorporación del vehículo eléctrico tiene muchas ventajas para el usuario. El coste por kilometro recorrido es muy inferior, del orden de diez veces más barato que el motor de combustión. También en mantenimiento y en repuestos, 3.000 frente a 30.000 piezas de fabricación entre vehículos de ambas tecnologías.
Por esto, el vehículo eléctrico es un elemento transformador del sistema energético y el establishment se está preparando para los suculentos cambios que se avecinan. Llevamos en el camino de la liberación del sector eléctrico desde 1997. La mejora de oferta y precios para los ciudadanos ha sido la eterna promesa. Se han dado pasos, vía leyes y decretazos. La tozuda realidad nos está mostrando que está siendo un fiasco.
El sector ni está liberalizado ni hay mercado. No está liberalizado porque las actividades de generación, distribución y comercialización están bajo el control de los mismos cinco grupos empresariales. Y no es mercado porque ¿cómo se puede llamar mercado a una situación de compra-venta donde participan mayoritariamente los mismo actores en ambos lados?. La mejora de la oferta no se ha logrado.
En cuanto a los precios de recibo de la luz, qué decir. No solamente se ha encarecido sino que además el Estado ha tenido que titularizar una deuda millonaria por el renombrado déficit de tarifa. Para aderezar el amargo cocktail los gobiernos de turno han ido añadiendo otros hitos recaudatorios disimulados en el recibo de la luz. Estos impuestos son casi la mitad del precio que pagamos en el recibo. Mismo orden que cuando llenamos el depósito de combustible del coche, más de la mitad son impuestos.
El gobierno abierto tiene que implantarse en nuestra sociedad a todos los niveles. Tanto en la administración del estado como la autonómica y local. Se necesita aplicar la transparencia y la rendición de cuentas de las acciones que deciden y ejecutan nuestros políticos. Es necesario reclamar estas actitudes en una democracia madura como la nuestra. No es tolerable que se sigan incorporando impuestos encubiertos. La vía recaudatoria debe ser única y clara.
En transparencia el sector eléctrico también ha sido un fiasco. Desde las eléctricas se hace referencia al término de suficiencia recaudatoria como la cantidad mínima que garantice que el consumidor costee los gastos en los que incurre al utilizar el sistema eléctrico. Sin duda, basta con escuchar el lenguaje que utilizan para entender que para ellos nunca hemos sido clientes, ni siquiera usuarios. Somos esclavos consumidores que pagamos sus costes. Unos costes que se podría afirmar que son falsos porque no hay una auditoría independiente que contraste la veracidad de los mismos.
Pero hay síntomas de cambios. Un sistema eléctrico hackeado por el ciudadano que abre la puerta a la desconexión y el autoconsumo. Las cooperativas energéticas que entran el sector con ejemplos tan rotundos como Som Energía que supera los 25.000 socios y gestiona 33.000 contratos de energía. El vehículo eléctrico promovido aceleradamente por fabricantes fuera del establishment, como Tesla Motors, liderando el cambio hacia un transporte sostenible. Es la Tercera Revolución Industrial que está mostrando los primeros destellos.
Ahora nos toca el turno a cada uno de nosotros. Ya está bien de protestar en la barra del bar. Tenemos opciones para elegir y transformar nuestra realidad. Ahorra energía, autoconsume o desconéctate si puedes, si no, cámbiate a comercializadoras de energía 100% verde. Que tu próximo vehículo sea eléctrico. La libertad y el valor de elegir son nuestros. Actúa.
Abel Cedrés, Máster en energías renovables e Ingeniero Técnico Industrial e Ingeniero de Telecomunicación
Fuente: http://elperiodicodelaenergia.com/de-ciudadanos-libres-a-esclavos-consumidores/