Recomiendo:
1

La industria de la desinformación (I)

De cómo la Púnica y Díaz Ayuso ilustran el ‘astroturfing’ y los ‘troll center’

Fuentes: Ctxt

Hace más de una década, la ahora presidenta de la Comunidad de Madrid ya utilizaba cuentas falsas de Twitter para manipular la conversación pública. Hoy, financia una maquinaria desinformadora monstruosa.

La desinformación, hoy, es una industria muy rentable. En una sociedad neoliberal, adquirir este rango, constituirse en un sector económico en sí mismo, es el paso definitivo del proceso de enraizamiento en el sistema de poder. Por lo tanto: la desinformación, hoy, forma parte del sistema.

Llegados a este punto, la inacción institucional y la impunidad han servido como acicates para el desarrollo de un ecosistema mediático y político basado en la mentira y la manipulación, con una abundancia de recursos que dificulta mucho la posibilidad de defenderse de la intoxicación esparcida. El objetivo de esta serie de artículos es precisamente identificar los elementos que conforman la industria de la desinformación y explicar su funcionamiento, con el fin de otorgar a la ciudadanía algunas herramientas de protección frente a la ofensiva ultraderechista. Porque, sí, en este caso el dinero sí entiende de intereses políticos.

Cuentas falsas, ceguera judicial

Veamos un caso español, muy español. 27 de octubre de 2014. La Guardia Civil detiene a 51 personas en el marco de la llamada “Operación Púnica”. Malversación, contratos a dedo, desvío de capitales, comisiones ilegales y un largo etcétera de prácticas corruptas por un valor estimado de al menos 250 millones de euros cuya resolución aún hoy no ha concluido del todo. Entre la cincuentena de implicados se encuentra Alejandro de Pedro Llorca, bilbaíno de entonces 42 años que desarrolla su actividad empresarial como una suerte de consultor informático. Catalogado por muchos medios como “el conseguidor” de la trama, el papel de De Pedro constituye el núcleo que sustenta una de las diversas ramificaciones de la Púnica. Pero no una cualquiera. Observar las prácticas investigadas –y ya archivadas, García Castellón mediante– bajo el paraguas conceptual de “campañas de promoción o publicidad en Internet, redes sociales o medios de comunicación social” permite vislumbrar, con una década de antelación, el funcionamiento de una de las armas con la que las extremas derechas intentan imponer su agenda y reventar las democracias desde dentro. 

La relevancia que adquieren los trabajos de “reputación online” dentro del macrocaso es tal que se dedicó una pieza de las pesquisas –la 10– exclusivamente a su investigación. Su sobreseimiento provisional fue confirmado por la Audiencia Nacional el año pasado, en junio de 2024, ratificando la argumentación del juez Manuel García Castellón. Este apoyaba sus razones en la imposibilidad de discernir si las tareas de mejora de la imagen pública en internet, para las que Esperanza Aguirre pagaba fondos públicos a De Pedro, supusieron un beneficio personal –lo que implicaría estar cometiendo un delito– o, en cambio, pueden enmarcarse dentro de las labores institucionales de ciertos cargos políticos.

Esta mirada, anclada a tipos penales como la malversación y completamente ajena a la naturaleza de las prácticas financiadas, ejemplifica con precisión el vacío legislativo y jurídico del que goza la industria de la desinformación. Quizá, si el magistrado hubiese leído la definición de astroturfing, su sentencia con respecto a la pieza 10 del caso Púnica hubiese sido diferente. Es más, cabe la posibilidad de que, confiando en su compromiso deontológico con la justicia, García Castellón se hubiese visto obligado a incluir en la causa a una entonces desconocida Isabel Díaz Ayuso, que quedó fuera de la lista de enjuiciados a pesar de su insistente presencia como enlace entre De Pedro y el PP.

El astroturfing da nombre a una serie de prácticas cuyo “objetivo (…) es disfrazar las acciones de una entidad política o comercial como la reacción pública espontánea e independiente frente a otra entidad, producto, servicio, etc”. El desconocimiento general del término es proporcional a la facilidad con la que su influencia pasa desapercibida mientras pudre la esfera pública y la forma de hacer política. Y lleva muchos años haciéndolo.

“¿Cómo se dice macarra en italiano? Di Parla. ¿Y en griego? Di Móstoles”. El clasismo acompaña a la presidenta de la Comunidad de Madrid, al menos, desde marzo de 2011, fecha en la que envía ese chiste a Alejandro de Pedro. Las actividades de dudosa legalidad, también: la gracieta tiene el objetivo de desvelarle al gurú informático la existencia de algunas cuentas de Twitter que, creadas por ella misma, intoxican la conversación pública en favor de los intereses del Partido Popular. Concretamente, se mencionan @tomasodiparla y @contigozp, además del hashtag #contigonobicho.

La primera de ellas sirve para ilustrar el funcionamiento del astroturfing. Creada en marzo de 2011, en plena campaña hacia las elecciones autonómicas de mayo de ese mismo año, y en clara alusión al candidato del PSOE madrileño Tomás Gómez, se dedicó a publicar tuits como este “¿Mi experiencia en el mundo laboral? Socorrista de la piscina municipal de Parla. Y la lié parda”. Tras la victoria de Gallardón, la abundante actividad diaria de @tomasodiparla se reduce a algunas apariciones esporádicas para criticar a Zapatero, a la Marea Verde –en una campaña de protección a Lucía Figar específicamente investigada en la Púnica– o apoyar a Esperanza Aguirre, hasta que en noviembre deja de tuitear.

Seis meses después, en mayo de 2012, regresa “para matar a Rubalcaba” y menciona a dos cuentas: @carnechacon y @rubalcabra. La primera aparece como suspendida, pero un rastreo rápido conduce hasta @para_que_rias, cuenta vinculada a @carnechacon –probablemente se cambió el nombre de usuario en algún momento– que ya empieza a mostrar detalles que hacen sospechar. Todo su perfil, desde el primer tuit visible en junio de 2018 hasta el último en noviembre de 2019, se divide entre el apoyo a una cuenta de arte (@alvaraldiel) y bromas de un humor de lo más simplón. No hay contenido de otro tipo. Sin embargo, entre sus seguidores se encuentran Yolanda Díaz, Juan Carlos Monedero y Javier Gallego ‘Crudo’.

@tomasodiparla, cuenta creada por Díaz Ayuso, menciona otros dos perfiles falsos que también pertenecen a su troll center.

@tomasodiparla, cuenta creada por Díaz Ayuso, menciona otros dos perfiles falsos que también pertenecen a su troll center.

La otra mención, @rubalcabra, termina de armar el puzzle. Se trata del mismo perfil de Twitter del que alardeaba Díaz Ayuso con De Pedro en 2011, @contigozp, pero con el nombre de usuario cambiado. Su actividad tuitera demuestra una gran cercanía discursiva con la ahora presidenta –como mínimo, la cuenta fue creada por ella– y deja por el camino el rastro de lo que parece una gran red de perfiles falsos coordinados para atacar a los rivales del PP. @contigozp/@rubalcabra participa, claro, en el hashtag #contigonobicho, el tercero de los elementos que tanto enorgullecían a Díaz Ayuso. Allí comparte espacio con @octadia, cuya foto de perfil corresponde a Jane Deasy, médica irlandesa fallecida en un accidente aéreo en el año 2009; actualmente suma 181 seguidores, entre los que se encuentran Mariano Rajoy y @tomasodiparla. Otro de los asiduos es @Juan_Wayne, entre cuyos escasos 18 seguidores destaca la propia Isabel Díaz Ayuso como primera follower de la cuenta. Y así, con decenas de ejemplos de perfiles creados a principios de 2011 que siguen exactamente el mismo patrón. Huelga decir que en todos los casos el contenido se limita a tuits y retuits de apoyo al PP y ofensas contra el resto de partidos.

La cuenta falsa @octadia, dando difusión a Díaz Ayuso y a otro perfil falso de su troll center.

La cuenta falsa @octadia, dando difusión a Díaz Ayuso y a otro perfil falso de su troll center.

Esta estructura de cuentas falsas que conforman un enjambre de astroturfing organizado se conoce como troll center. Y, como ha quedado más que demostrado, Isabel Díaz Ayuso dirigió uno que tuvo su actividad principal de forma contemporánea con los delitos cometidos en el marco de la trama Púnica. La verdadera gravedad del asunto, sin embargo, se encuentra en su estrecha relación con Alejandro de Pedro, puesto que es conocida la existencia, en aquel momento, de 45.000 perfiles de Twitter que el empresario vasco ponía a disposición de sus clientes.

La eficacia de las ofensivas desinformadoras acometidas bajo el amparo corporativo de Eico y Madiva, las empresas de De Pedro, llamó la atención de uno de esos nombres que se repiten cuando se habla del oligopolio mediático y su manipulación antidemocrática. Florentino Pérez pagó 300.000€ al conseguidor de la Púnica para que crease una herramienta propagandística con apariencia de cabecera de prensa deportiva, diariobernabeu.com, a través de la cual se publicaban sus consignas, que eran rápidamente impulsadas gracias al entramado de cuentas falsas de De Pedro.

Una década después, el fango lo inunda todo

La Justicia estaba enfrentándose a lo que podría haber sido la primera investigación centrada en la industria de la desinformación, pero todo aquello se ignoró. Se hizo entonces y se ha hecho, sistemáticamente, hasta el día de hoy, instaurando una impunidad total que ha provocado que, una década después, el panorama haya empeorado gravemente.

En paralelo al levantamiento de toda esa maquinaria desinformadora, las estrategias puestas en marcha en su seno también se han ido complejizando. Quizá la demostración más esclarecedora de esa evolución son las granjas de bots: enormes plataformas de perfiles falsos automatizados, disponibles para acometer ataques coordinados y acciones de astroturfing capaces de doblegar el rumbo de la conversación pública. Su radio de acción, además, se ha visto exponencialmente incrementado debido a que ahora son manejadas por Inteligencia Artificial. El resultado, según advirtió Pedro Sánchez en su discurso en el Foro Económico Mundial de Davos, el pasado 22 de enero, es que “un tercio de los perfiles de redes sociales son en realidad bots, y casi la mitad del tráfico de internet está dirigido por ellos”.

Y en medio de todos estos avances, haciendo acopio de ellos y utilizando la capacidad de destrucción que confieren, la persona que presumía de clasismo y de haber sido capaz de crear más cuentas además de la del perro de Esperanza Aguirre.

El despliegue de medios –literal y figuradamente– al que dio lugar la noticia de los delitos fiscales cometidos por Alberto González Amador, la pareja de Ayuso, ofrece una idea de las dimensiones alcanzadas por la industria del bulo y la desinformación, además de ser paradigmático de su funcionamiento actual.

El 17 de abril de 2024, Isabel Díaz Ayuso convocó una rueda de prensa en la que comunicó dos consignas muy claras. La primera, que ella tenía razón cuando negó la existencia de cualquier ilegalidad por parte de su novio; la segunda es que la Agencia Tributaria había pedido la devolución del medio millón de euros abonado por González Amador para intentar subsanar el fraude fiscal cometido, lo que implicaría estar reconociendo su inocencia. Convenientemente, en ese mismo momento se dio el pistoletazo de salida al hashtag #AyusoTeníaRazón, así como a la carrera de titulares que, desde medios y pseudomedios afines, generosamente financiados por la presidenta autonómica, difundieron la versión del PP madrileño evitando escrupulosamente cualquier tratamiento periodístico. En algunos casos, la labor mediática de desinformación y la intoxicación activista de la conversación convergieron y dieron cuenta de la naturaleza panfletaria de cabeceras como La Razón, el medio escrito del grupo Planeta.

La Razón difundió el bulo de Díaz Ayuso y se unió a la campaña #AyusoTeníaRazón, junto a miles de bots y cuentas falsas.

La Razón difundió el bulo de Díaz Ayuso y se unió a la campaña #AyusoTeníaRazón, junto a miles de bots y cuentas falsas.

La maniobra se distribuye en tres niveles de acción. El político, con las declaraciones de Ayuso; el mediático, con la campaña de propagación del bulo; y, por debajo de ambos, el activismo digital. En estos casos, la organización de las granjas de bots establece una diferenciación entre cuentas reales de personas afines, que actúan como matrices de opinión, y perfiles falsos que se coordinan para retuitear masivamente el contenido de aquellas, manipulando así el sentido de la conversación en Twitter para imponer sus mentiras como si fuesen el sentir general de la sociedad.

Este segundo grupo de cuentas conforma la matriz de difusión, y su presencia es muy fácil de identificar en los tuits con más repercusión dentro del hashtag #AyusoTeníaRazón. Alfonso Serrano, secretario general del PP en Madrid; Ismael Sirio López, diputado popular en la capital; y Daniel Lacalle, economista de cabecera de Díaz Ayuso, fueron los elegidos como matriz de opinión, y sus publicaciones recibieron el impulso de cientos y cientos de cuentas de reciente creación, sin foto de perfil, en algunos casos sin seguidores ni seguidos y cuya actividad se reduce al retuiteo automático de contenidos de derecha y extrema derecha. Bots, en definitiva.

La trayectoria de Isabel Díaz Ayuso, así como su éxito dentro del entramado que en 2011 iba tomando la forma de lo que es hoy toda una industria, hacen de ella uno de los máximos exponentes del trumpismo en España y el ejemplo perfecto para entender los mecanismos que operan en sus dinámicas desinformadoras. Pero, dentro del espectro de las derechas ultras y las ultraderechas, estas dinámicas están por todas partes. Aquellas 45.000 cuentas falsas manejadas por Alejandro de Pedro recuerdan mucho a las 50.000 de las que presume Fernando Cerimedo, estratega digital de Javier Milei y socio de Javier Negre. Y hay más. Desde empresarios cercanos a OkDiario y Estado de Alarma que crean un troll center para apoyar sus acusaciones contra colectivos ecologistas, hasta la existencia de centenares de cuentas falsas que se hacen pasar por personas de izquierda para ridiculizar el discurso progresista.

Este último tipo de astroturfing merece una mención especial por lo miserable de su actividad durante la catástrofe de la Dana en Valencia, momento en el que aprovecharon su posición infiltrada en un sector de la izquierda para perpetrar una especie de ataque de falsa bandera. Se dedicaron a hacer pintadas con la cara de Pedro Sánchez y mensajes como “Solo Pedro salva al pueblo” en zonas devastadas por el temporal, las fotografiaron y comenzaron a compartirlo en Twitter con una retórica claramente caricaturizada.

A la izquierda, la demostración de que se trata de una cuenta ultra haciéndose pasar por alguien de izquierdas. A la derecha, la acción de falsa bandera.

A la izquierda, la demostración de que se trata de una cuenta ultra haciéndose pasar por alguien de izquierdas. A la derecha, la acción de falsa bandera.

También durante la pandemia estas granjas de bots trabajaron a toda máquina. En abril de 2020, con la mortalidad disparada y la población atravesando un momento muy delicado, el hashtag #SánchezVeteYa se llenó de comentarios a un ritmo de mil tuits por minuto, con múltiples cuentas que superaron el millar de publicaciones con mención a ese hashtag que había sido lanzado por uno de los protagonistas del entramado que da cuerpo a esta industria de la desinformación: Juanfran Escudero. Pero eso, para la próxima entrega.

Fuente: https://ctxt.es/es/20250101/Politica/48379/astroturfing-troll-center-bots-Alejandro-de-Pedro-Isabel-Diaz-Ayuso.htm