Si algo caracteriza la Navidad son las comilonas. En las cenas de empresa, los encuentros con amigos, los banquetes familiares comemos hasta reventar. Después nuestra digestión y también la báscula nos pasan factura. Sin embargo, ante tantísima comida, muy pocas veces nos preguntamos de dónde viene aquello que comemos, cómo se ha producido y en […]
Si algo caracteriza la Navidad son las comilonas. En las cenas de empresa, los encuentros con amigos, los banquetes familiares comemos hasta reventar. Después nuestra digestión y también la báscula nos pasan factura. Sin embargo, ante tantísima comida, muy pocas veces nos preguntamos de dónde viene aquello que comemos, cómo se ha producido y en qué condiciones. A pesar de que la Navidad se viste de amor y solidaridad, estos son precisamente los ingredientes que menos abundan en el menú de estos días.
El marisco no puede faltar en estas fiestas, en especial en Nochebuena, pero muy poco viene de nuestras costas. A pesar de la existencia de especies autóctonas como la gamba roja, la gamba blanca o el langostino de Vinarós, estas suelen salir muy caras, y la gran mayoría opta por comprar otro tipo de crustáceos como el langostino, que tiene su origen en el trópico latinoamericano o asiático. Una producción que, más allá de los kilómetros que lleva a sus espaldas y el consiguiente impacto medioambiental, se caracteriza por el uso sistemático de químicos y antibióticos para que parezcan más frescos, por la destrucción de fondos marinos y manglares y por pagar unos sueldos de miseria a sus trabajadores, como señalan desde Ecologistas en Acción. El Estado español es el tercer importador mundial de langostinos, por detrás de Estados Unidos y Japón.
Al clásico coctel de gambas navideño, ¿qué mejor que añadirle un poco de piña? O al menos es lo que se lleva en los últimos tiempos. ¿Quién no lo ha probado? Una piña que no hace sino aumentar el kilometraje de nuestro menú, ya que la mayoría de las piñas frescas vendidas en Europa son producidas en América Latina, un 75% de las cuales en Costa Rica, según un informe de Consumers International. Unas pocas multinacionales -añade la organización- monopolizan el sector e imponen unas condiciones laborales extremadamente precarias a la vez que prohíben la organización sindical.
Otro clásico es el pavo de Navidad, pero ¿de dónde procede? Según indica Mercamadrid, casi la mitad de los que se servirán estos días vienen de Marruecos. En el mes de noviembre, un 42% de los que llegaron al mercado mayorista lo hicieron desde dicho país. Si el pavo lo rellenamos con pasas y piñones, el viaje del menú desde Estados Unidos, Turquía y China está garantizado.
Los espárragos son también habituales en los aperitivos navideños, pero a veces a pesar de que en la etiqueta figure el distintivo de «esparrago de Navarra», su origen puede ser Perú o China, como sucedió con los comercializados por Conservas de Navarra. Una estafa por la que la empresa fue condenada a pagar 30 mil euros de multa y a retirar su producto del mercado. Leer la etiqueta ya no es suficiente cuando se va a comprar al súper, a la tienda o al mercado.
La lista de productos de nuestro menú de Navidad podría continuar: cordero, uvas, salmón, foie gras, melón, cochinillo, bacalao, chocolate… son otros de los imprescindibles, pero su recorrido tampoco escapa a la injusticia social y ambiental. Buen provecho!
Fuente: http://blogs.publico.es/esther-vivas/2016/12/24/de-donde-viene-el-menu-de-navidad/