Desde 2011 el Gobierno central ha pasado a los autonómicos la exigencia de una reforma del «Mapa de Titulaciones universitarias». La Junta ha decidido iniciar este mapa suprimiendo 12 titulaciones de las Universidades Públicas de Castilla y León y fusionando otras muchas. Cerca de 50 carreras universitarias se ven afectadas en nuestra Comunidad por este […]
Desde 2011 el Gobierno central ha pasado a los autonómicos la exigencia de una reforma del «Mapa de Titulaciones universitarias». La Junta ha decidido iniciar este mapa suprimiendo 12 titulaciones de las Universidades Públicas de Castilla y León y fusionando otras muchas. Cerca de 50 carreras universitarias se ven afectadas en nuestra Comunidad por este nuevo recorte de la Junta de Castilla y León a lo público. Por supuesto, la Junta lo vende no como recorte, sino como «ordenación» o «racionalización».
Es la nueva neolengua utilizada por el Partido Popular. Como en la famosa novela de George Orwell, 1984, donde malo se nombra como nobueno o terrible se convierte en doblemásnobueno. El objetivo de crear tal lengua era hacer inviables otras formas de pensamiento contrarias a los principios de la neolengua.
Así el Consejero de Educación de Castilla y León, Juan José Mateos, insiste en que esto no son recortes de la Universidad Pública, sino reformas para ordenar y racionalizar. Es más, se toman estas medidas para salvar esas titulaciones. No sólo no las recorta, sino que las salva, según él. Es como si quisiera imitar a Humpty Dumpty , el personaje de la Alicia de Lewis Carroll que afirmaba con aire desdeñoso: «Cuando yo uso una palabra quiere decir lo que yo quiero que diga». En las ruedas de prensa, este nuevo mago del lenguaje, ha r ecalcado insistentemente que no está suprimiendo o quitando titulaciones, sino «modificándolas para impulsarlas y en el futuro incorporar nuevas».
Porque con el nuevo Decreto de Ordenación de las enseñanzas de Grado y Máster de la Junta, en la supresión de titulaciones habrá excepciones, como las titulaciones que la Junta considere «estratégicas» y aquellas con las que «se tendrán en cuenta otras cuestiones». La arbitrariedad está servida.
Por eso no es de extrañar ya los agravios comparativos que empiezan a proliferar entre los distintos campus de Castilla y León y que están haciendo que las diferentes Universidades de nuestra autonomía se enfrenten entre ellas acusándose de tratos de privilegio o de ser tratadas de forma diferente por la Consejería de Educación.
De esta forma nos encontramos que en unos casos se van a fusionar titulaciones mediante lo que el Consejero denomina «estilo candelabro», mientras que otras tendrán que fusionarse pero sin candelabro; y, a su vez, otras se fusionarán como dobles titulaciones. Pero ésta es justamente la discusión en la que nos quiere meter, la Junta. Luchar y enfrentarnos entre las universidades por si a unas les dejan más que a otras, o si a algunas les obligan a hacer fusiones de un tipo o de otro. De esta forma ocultan la pregunta fundamental: por qué hay que fusionar titulaciones. A qué obedece de repente este afán y urgencia por eliminar titulaciones de las universidades públicas.
Porque estos recortes, como la mayoría de los recortes a los que nos quiere ir acostumbrando el PP, aunque los disfracen en la neolengua con argumentaciones de mejora de la calidad y de racionalización, no están basados en ningún estudio ni investigación contrastada. Son las ocurrencias y exigencias de recortes que se imponen a la comunidad universitaria. Ya lo han explicado claramente: «Si hay acuerdo maravilloso», pero que «si no lo hay» su departamento decidirá qué titulaciones se eliminan porque están «convencidos» de que es lo que tienen que hacer estos nuevos líderes de la empresa universitaria, olvidando el logro democrático y de acceso que supuso la extensión regional de la universidad.
Mientras, los estudiantes de nuestra comunidad se están marchando a Oviedo, a Galicia o a Francia que tienen universidades con tasas mucho más baratas. A la vez que otros muchos alumnos y alumnas se dan de baja en la matrícula de este curso por la brutal subida de tasas que ha establecido la Junta de Castilla y León. En esto sí que somos campeones. Hemos conseguido la medalla de bronce, porque somos la tercera Comunidad que más ha subido las tasas en las universidades públicas, encareciéndolas un 42%. No es de extrañar que el volumen de estudiantes matriculados se haya reducido un 14,6% en el comienzo de este curso. Pero con el recorte añadido de 50 millones de euros a las becas, que ha decretado el PP para este año, cientos de alumnos y alumnas están anulando sus matrículas estos días, cuando les viene denegada la beca que solicitaron. Es la tormenta perfecta. Nos quedamos sin alumnado por la subida de tasas, por el recorte de becas y obligando a estudiantes a que emigren; esto provoca que las Universidades Públicas se encuentren con titulaciones que se están quedando sin matrículas de alumnado; lo cual se aprovecha para recortar titulaciones porque se dice que no hay alumnado. Un admirable círculo vicioso que se convierte en la coartada perfecta para su recorte y eliminación.
Además, esta fusión de titulaciones supondrá recortes de profesorado, aunque lo nieguen, al haber menos carga lectiva. La actual normativa autoriza EREs (Expedientes de Regulación de empleo) a entidades y organismos públicos en situaciones de déficit y reducción de actividad. Y en universidades como las de Salamanca y Valladolid ya se ha eliminado profesorado asociado, reasignando la correspondiente docencia para completar la carga lectiva de los Departamentos.
Estamos pues en el punto de inicio de la fusión. Parece que avanzamos hacia el punto final de la fisión académica. Recortes de recursos, de titulaciones, de profesorado… Parece que están experimentando en nuestra Comunidad el punto de ebullición de la comunidad universitaria para ver hasta qué punto es capaz la Universidad pública de ser desmantelada sin protesta ni lucha. Porque el silencio de los rectores de nuestra Comunidad ante esta oleada de recortes es como el silencio de los corderos en el matadero, ya que alguno incluso alguno de ellos justifica la necesidad e inevitabilidad de los mismos. Ya se han olvidado de que son rectores de toda la Universidad, de todas las titulaciones y también de aquellas que tienen una función social, no sólo una rentabilidad económica.
Pero lo más sorprendente es que mientras se recortan las universidades públicas, crecen simultáneamente las universidades privadas (ya superan actualmente al número de públicas), y presionan al Consejero para «implantar nuevas titulaciones». Son éstas, las privadas, las que han repetido y duplicado las titulaciones que había en la pública y quienes se van a ver beneficiadas de este nuevo recorte en lo público. Una nueva privatización del sector público diseñada desde los organismos públicos de nuestra Comunidad a quienes hemos encargado que garanticen y gestionen los servicios públicos al servicio de toda la ciudadanía.
Enrique Javier Díez Gutiérrez. Profesor de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de León y Coordinador del Área Federal de Educación de IU
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