Pocos podían imaginarse hace algún tiempo que Cuba, la pequeña Isla caribeña que pretendieron aislar y hasta destruir, se haya convertido en la actualidad en un epicentro del mundo, a donde todos quieren ir para visitarla, dialogar de paz y conversar de emprendimientos políticos y económicos. El mérito está claro que es de todo el […]
Pocos podían imaginarse hace algún tiempo que Cuba, la pequeña Isla caribeña que pretendieron aislar y hasta destruir, se haya convertido en la actualidad en un epicentro del mundo, a donde todos quieren ir para visitarla, dialogar de paz y conversar de emprendimientos políticos y económicos.
El mérito está claro que es de todo el pueblo cubano y sus máximos líderes, Fidel Castro y Raúl Castro, por haber resistido durante más de 50 años todos los embates y contratiempos posibles, por no haber abandonado sus principios de solidaridad, amistad y dignidad, y por nunca claudicar ante enemigos poderosos.
La valiente trayectoria y el apego de los habitantes del mayor archipiélago antillano a su independencia y soberanía hicieron variar de conducta a Estados Unidos, que aunque sigue siendo un adversario a observar con lupas, tuvo que reconocer que los cubanos, como según me han contado se dice en la jerga beisbolera, «juegan al duro y sin guantes».
Tras la determinación de Washington de cambiar su política y restablecer relaciones diplomáticas con la Isla, antes asediada por sucesivos inquilinos de la Casa Blanca, una avalancha de dignatarios, políticos, empresarios, científicos, artistas y deportistas norteamericanos y europeos han viajado a La Habana en los últimos meses.
La afluencia de visitantes a Cuba no tiene parangón en su historia, desde el Papa Francisco, en dos ocasiones, y el Patriarca de toda Rusia, hasta los presidentes de Francia, Austria, Colombia y Perú, entre otros, Premieres, ministros, enviados especiales, y por si fuera poco, hombres de negocios de la lejana Australia.
Igual se acaba de dar un paso importante en La Habana con la inicialización del acuerdo de diálogo político y de cooperación entre la Unión Europea (UE) y Cuba, lo que puso término a un prolongado proceso de negociaciones dirigido a consolidar las relaciones bilaterales a largo plazo entre las dos partes.
Según declaró Federica Mogherini, Vicepresidenta de la Comisión Europea, «ese acuerdo marca el fin de la Posición Común», la cual recordamos fue impuesta injustamente a la nación caribeña en 1996, a petición del otrora gobierno conservador español de José María Aznar, un cercano «amiguete» del entonces mandatario de Estados Unidos, George W. Bush.
Para sellar un capitulo, iniciado el 17 de diciembre de 2014, y que hasta esa fecha hubiera sido solo parte de una novela o un filme de ciencia ficción, los venideros días 21 y 22 de marzo visitará oficialmente Cuba el presidente Barack Obama.
La estancia de Obama en La Habana abrirá otra prolongada etapa en las históricamente complejas relaciones entre ambos vecinos cercanos, que por supuesto no estará exenta de obstáculos por las marcadas diferencias que existen entre Goliat y David.
David, Cuba, ha reiterado sus posiciones de principios y su honda, que son precisamente sus conocidos preceptos, jamás los abandonara a cambio de nada.
Si alguien tiene duda de ello, que se remita a la historia de lucha del pueblo de la mayor de las Antillas, a lo que han expresado y materializado una y otra vez los máximos dirigentes de su Revolución Fidel y Raúl, y a lo tanto que escribió José Martí en el siglo XIX, acerca del poderoso vecino del Norte, brutal y revuelto, como le llamó.
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