El pasado 25 de Noviembre ha estado dedicado al Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que sigue siendo un obstáculo para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres, el desarrollo, la paz, y va en contra de los derechos humanos.
Estos días en los que el mundo se levanta contra la violencia de género, han coincido con un indecente acto de violencia política en el Congreso de los Diputados, protagonizado por una diputada del partido de extrema derecha y fascista para más señas, contra la ministra de Igualdad Irene Montero. La diputada ultraderechista Carla Toscano atacó a la ministra, a propósito de la ley del solo sí es sí, defendiendo a los juristas que se han ganado su plaza gracias a sus estudios, a diferencia de Montero, que según ella, «El único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias». Una intervención que denigra a la institución y pone en peligro a la propia democracia.
Montero pidió mantener la intervención de la parlamentaria en el diario de sesiones, para demostrar la existencia de la violencia política que se ejerce contra las mujeres, para que se pueda saber que las feministas y las demócratas «somos más y vamos a parar a esta banda de fascistas con más derechos». El tipo de violencia que sufren algunas mujeres que están en la política institucional y las activistas, es violencia política, una estrategia que despliegan los reaccionarios y la extrema derecha, para destruir la vida personal, ridiculizar, infantilizar, y hacer que la mujer no sea respetable para la opinión pública. Las mujeres en latinoamericanas la tienen teorizada.
La periodista Sabela Rodríguez Álvarez reflexiona sobre el concepto de violencia política, que no es nuevo y es en América Latina donde ha calado en mayor medida. La Organización de Estados Americanos (OEA) celebró en 2015 su VI Conferencia de Estados en Lima, donde se acordó que la violencia política contra las mujeres incluye cualquier conducta que tenga por objeto menoscabar, anular, impedir, obstaculizar o restringir los derechos políticos de las mujeres, como el de participar en los asuntos políticos y públicos en condiciones de igualdad con los hombres. Esta violencia impide que se les reconozca como sujetos políticos y por tanto desalienta el ejercicio y continuación de las carreras políticas de muchas mujeres; precisamente lo que pretende la derecha reaccionaria en España. La violencia contra las mujeres en la vida política puede incluir, violencia física, sexual, psicológica, moral o económica. La violencia política está presente en los centros de trabajo, en las activistas sociales y en las mujeres que se juegan la vida, en Afganistán o Irán.
Las feministas llevan años alertando de estos males y denunciando la falta de mecanismos efectivos para combatir la violencia política. Si a lo largo de la historia se han sucedido episodios de violencia contra mujeres que participan en política, si existe un consenso internacional sobre su existencia, también es cierto que no se han desarrollado medidas para prevenirla y sancionarla. Lo que es inadmisible es que el Congreso de los Diputados, no tenga una herramienta contra estos discursos violentos.
Y que podemos decir de la violencia de género en España: este año han sido asesinadas 38 mujeres y ya son 1.171 las fallecidas desde el año 2003 en el que se conocen estadísticas oficiales. La ONG Feminicio.net, ha registrado 79 feminicidios y otros asesinatos de mujeres en lo que va del año 2022 en España. Los casos están clasificados por tipología: feminicidio íntimo, asesinato de una mujer a manos de su marido, novio o compañero; feminicidio infantil, asesinato de una niña a manos de su padre maltratador; feminicidio por prostitución o trata, asesinato de una mujer a manos de un cliente o proxeneta; feminicidio no íntimo, cuando una mujer es asesinada tras una agresión sexual, cometido por un desconocido; feminicidio racista o xenófobo, asesinato por su origen étnico o nacionalidad. La mitad de los feminicidios son cometidos por parejas o exparejas de las víctimas; es la principal causa de muerte de las mujeres entre 15 y 44 años.
La violencia de género ha dejado más de 360 huérfanos en la última década. 48 niños han sido asesinados por las parejas o exparejas que maltrataban a sus madres. En los casos más extremos, el maltratador acaba matando también a los hijos de la mujer en lo que se conoce violencia vicaria. La violencia de género no solo tiene como víctima a las mujeres, también sus hijos son víctimas. Se estima que alrededor de 1,7 millones de menores viven en hogares donde la mujer es víctima de violencia machista en España
La violencia contra las mujeres es la máxima expresión de la desigualdad de género en el mundo, considerada así en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing 1995) y cuya erradicación es meta del Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 en la Agenda 2030: Eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata, la explotación sexual y otros tipos de explotación.
La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, define la violencia contra la mujer como todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada. Aunque todas las mujeres, en todas partes del mundo, pueden sufrir violencia de género, algunas mujeres son particularmente vulnerables: las mujeres que se identifican como lesbianas, bisexuales o transgénero; las migrantes y refugiadas, las de pueblos indígenas o minorías étnicas y aquellas en zonas de crisis humanitarias. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) alerta de que el aumento de la hambruna, la inseguridad y la falta de fondos multiplican las posibilidades de que mujeres y niñas desplazadas sufran violencia de género.
Las mujeres están en el punto de mira de la alianza criminal del patriarcado y el capital por sus reivindicaciones y el modelo de sociedad al que aspiramos. No es casual que el patriarcado se rebele contra el feminismo y ejerza otra forma de violencia machista: negarla. Porque con la Ley del aborto el patriarcado no tiene control de nuestros cuerpos y nuestras vidas. Con la Ley del Solo Sí es Sí se reconocen las violencias sexuales y se deja de cuestionar a las mujeres y con la Ley LGTBI se respeta la orientación sexual y autodeterminación, que junto con el Plan camino y la Ley de Trata se abre la vía para acabar con otras violencias como la trata y la prostitución, porque con medidas feministas el patriarcado se tambalea. Pero para que caiga es imprescindible que las políticas feministas impregnen todo el aparato de Estado.
El ministerio de Igualdad ha presentado la campaña de concienciación que se dirige por primera vez a los hombres a través del lema en forma de pregunta ¿Entonces Quién?, con el fin de interpelarlos como causantes de las violencias contra las mujeres y, al mismo tiempo, como parte imprescindible para el fin de estas violencias. Esta es una campaña que sienta un precedente en el tipo de campañas de sensibilización de políticas públicas contra la violencia machista que se han hecho en España. Sin los hombres no vamos a ser capaces de acabar con el machismo y con la violencia contra las mujeres; que sean hombres hablando a hombres, en una sociedad que no valida a los machistas.
Por su parte el Gobierno ha aprobado la Estrategia Estatal para combatir las Violencias Machistas 2022-2025. Se trata de un documento estratégico que guiará la actuación del Gobierno de España para avanzar en la erradicación de la violencia contra las mujeres hasta el año 2025. Esta estrategia constituye un instrumento de planificación y ordenación de todas las actuaciones de las políticas públicas destinadas a prevenir y combatir todas las violencias contra las mujeres. Cuenta con un total de 267 medidas estructuradas en 4 ejes de actuación: actualización y consolidación del marco de responsabilidades y obligaciones de los poderes públicos frente a las distintas formas de violencia machista; sensibilización, prevención y detección de las distintas formas de violencia machista; protección, seguridad, atención y reparación integral; y respuesta coordinada para la protección y garantía de los derechos
La violencia contra mujeres es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas. Generalmente la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica.
El machismo mata, viola, explota y borra a las mujeres. Cualquier medida que se adopte es necesaria para atacar esta lacra que viola los derechos humanos e impide la igualdad entre las mujeres y lo hombres. No podemos consentir ningún tipo de violencia, menos la violencia política y la violencia de género. Nos incumbe a tod@s. ¡Basta ya!
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