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Sales y soles

De Marina d’Or a Marina l’Eda

Fuentes: Gara

El suelo, por las nubes. Los ladrillos, lingotes. La piedra, preciosa. Valemos nuestro piso en oro. Una fortuna… en deudas. Las hipotecas en Euskadi acaban de batir todas las marcas. Las de enero han engordado hasta alcanzar 252.670 euros de media, un 51,1% más que en el mismo mes de 2006 (el promedio estatal es […]

El suelo, por las nubes. Los ladrillos, lingotes. La piedra, preciosa. Valemos nuestro piso en oro. Una fortuna… en deudas. Las hipotecas en Euskadi acaban de batir todas las marcas. Las de enero han engordado hasta alcanzar 252.670 euros de media, un 51,1% más que en el mismo mes de 2006 (el promedio estatal es de 147.332 euros y un 13,2% de incremento). Un atraco llave en mano.

«Hay un mundo mejor pero es carísimo», repiten, sin cesar, los mentideros del poder. La única alternativa es deber. Vivir con el dinero al cuello. El suicidio. En Marinaleda, un pueblo sevillano de 2.645 habitantes, las casas son como el pan o la sombra de un árbol: un derecho humano. Una vivienda nueva, de 90 metros cuadrados y 100 metros de patio, cuesta 15 euros al mes.

El suelo, municipal, se cede de manera gratuita a cualquier vecino de Marinaleda que necesite una casa y quiera participar en su construcción. También son gratis los materiales, el arquitecto que realiza el proyecto y los albañiles que asesoran y ayudan en la obra. Cada vivienda sale así por unos 36.000 euros. De esa cantidad, el dueño descuenta el tiempo que ha invertido en levantar su casa. Por ejemplo, una familia que ha realizado 400 peonadas, a 40 euros por jornada, rebajará en 16.000 euros su precio.

El «autoconstructor», reunido en asamblea vecinal, decide en colectivo como pagar su vivienda. En el ejemplo anterior, muy reciente, los 20.000 euros del costo final se abonarán en recibos mensuales de 15 euros a desembolsar durante los próximos 111 años. Durante ese tiempo, nadie podrá vender, especular o enriquecerse con la vivienda ya que sus propietarios aún tienen las escrituras. Garantizan así, y por sólo 15 euros al mes, casa para rato, para disfrute de varias generaciones.

Ya han construido 350 viviendas, 20 están en marcha y 100 más en proyecto. Para conseguirlas, sólo exigen estar empadronado en el municipio y llevar allí al menos dos años. «Marinaleda, una utopía hacia la paz», anuncia la web del Ayuntamiento. Utopía tangible. Posible. Casas libres, sin cadenas.