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De oráculos, la cabeza y el estómago

Fuentes: A mano y sin permiso (blog)

«Vertical» y «Horizontal» son dos términos que campean en el lenguaje político. Más allá de los significados con que han calado en el sentido común y en la academia, cabe siempre la posibilidad de problematizarlos. A mí en lo particular, la idea de «mandar obedeciendo» me suena a una verticalidad inversa; por ejemplo. Por otro […]

«Vertical» y «Horizontal» son dos términos que campean en el lenguaje político. Más allá de los significados con que han calado en el sentido común y en la academia, cabe siempre la posibilidad de problematizarlos. A mí en lo particular, la idea de «mandar obedeciendo» me suena a una verticalidad inversa; por ejemplo. Por otro lado, esta apropiación en el terreno político, invisibiliza o desplaza otras «verticalidades» operantes: económicas, culturales, ideológicas, académicas, educativas…

En la antigüedad, el Oráculo representaba el doble carácter de la verticalidad. Era, por una parte, el lugar al que se acudía para la consulta; digamos, el espacio, la referencia. El oráculo era además la respuesta, el futuro, y por si no bastara, el camino. En materia de pares sería más o menos así: la Academia y el libro, la Organización y el manifiesto, el Ministerio y las resoluciones, las Salas de lo Constitucional y su interpretación de la ley fundamental…

Aunque se ha diversificado, el asunto -en esencia- no ha cambiado mucho. A diario nos asalta por la izquierda Delfos, por la derecha Dídima, por el centro Delos. Y a veces se intercambian. Hay multitud de formas, al menos en el lenguaje: «somos marxistas» y «esta es la interpretación correcta de Marx», «luchamos por la democracia» y «esta es la forma de ser democráticos», «estoy comprometido con lo popular» y «esta es la expresión de lo popular», «esos autores están superados» y «ahora deben leer estos otros», «la Revolución es…» y «nosotros somos los verdaderamente revolucionarios», «esta es la forma de luchar» y «todos los que no siguen ese camino no luchan»… y así por el estilo.

Yo, por lo menos, no estoy libre de ese contagio antiquísimo del doble carácter de la verticalidad. A veces víctima, y otras tantas entrando al juego de victimarios. Pero esa es la cabeza. El estómago corrige, cuando lo dejamos. El estómago corrige cuando nos ubica diariamente a la par de muchos, cuando sigue planteando -el también milenario problema- de los millones que del verticalismo solo han visto el punto sobre sus cabezas.

Fuente: http://amanoysinpermio.blogspot.com/2017/03/de-oraculos-la-cabeza-y-el-estomago.html