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¿De quién es el crimen?

Fuentes:

Durante un período de mi transcurrir docente, estuve haciendo un interesante ejercicio con mis estudiantes. Les solicitaba que escribieran un texto sobre algún tema en torno al cual existían apreciaciones, juicios, opiniones, ideas hechas y comúnmente aceptadas. Cuando ellos y ellas fruncían el ceño en señal de incomprensión, les decía que las opiniones que teníamos […]

Durante un período de mi transcurrir docente, estuve haciendo un interesante ejercicio con mis estudiantes. Les solicitaba que escribieran un texto sobre algún tema en torno al cual existían apreciaciones, juicios, opiniones, ideas hechas y comúnmente aceptadas. Cuando ellos y ellas fruncían el ceño en señal de incomprensión, les decía que las opiniones que teníamos sobre muchos asuntos eran frecuentemente adquiridas por imposición del grupo social. Ante esto, les planteaba la necesidad de repensar, de sacudir la conciencia y considerar atentamente variables invisibilizadas de los problemas complejos y propios de los seres humanos. Para concretar el ejercicio, les proponía que pensaran sobre opiniones hechas y manifestaran una opinión alternativa. Usualmente, trabajaban con opiniones como los homosexuales son unos enfermos, los alcohólicos son unos sinvergüenzas, a los malandros hay que matarlos, las primeras machistas son las mujeres, los pobres son flojos, el aborto es un crimen.

Pocas eran las estudiantes, y poquísimos los estudiantes, que sentían tener argumentos para desconstruir los prejuicios sobre el aborto. Crimen es matar. El aborto mata son frases que parecen retumbar inquebrantables en el pensamientos de mis jóvenes cuando buscan reflexionar por sí mismos/as sobre ese fenómeno social. Esto habla de lo fuertemente custodiada que está la conducta y la conciencia de las personas en relación al aborto. Un complejo de creencias, sustentado en una cultura machista de la reproducción humana, ha oprimido la capacidad de pensamiento crítico sobre el tema. Podría enumerar muchas de esas creencias; para no cansarnos veamos sólo algunas pocas:

  • Una mujer no se realiza completamente sino hasta que tiene un hijo.

  • La maternidad es lo más bello de una mujer.

  • Una buena madre es la que se olvida de sí misma para entregarse al cuidado de su hijo.

  • Un hijo es la mayor demostración de amor a la pareja.

  • La reproducción y la crianza de los hijos es un deber biológico de las mujeres.

No es extraño, entonces, que los grandes poderes patriarcales (el legislativo, el religiosos/católico, el científico, el económico), sustentados también en esa cultura machista de la reproducción humana y rentable, hayan sido y sean todavía los grandes escultores del carácter criminal del aborto. Por eso, me parece tan acertada la frase cuya autora desconozco: Si los hombres quedaran embarazados el aborto sería legal.

Pero vamos a algo que mencioné de pasada en mi segundo párrafo: el aborto como fenómeno social. Simone de Beauvoir ya dijo que la feminidad no es una esencia ni una naturaleza: es una situación creada por la civilización a partir de ciertas bases fisiológicas1. Puede ser que a partir de ciertas bases fisiológicas, pero también a favor de ciertos intereses, los de las ideologías androcéntricas.

Patética es aquella que sostiene que el fin único de la sexualidad es la reproducción de la especie humana2. Así, la primacía de la penetración, la eyaculación y la concepción están justificadas. Algo tan simple como eso pareciera ser la sexualidad humana. Toda práctica sexual que vaya más allá de la reproducción está vetada. De allí que la homosexualidad, la bisexualidad, la transexualidad, el placer sexual femenino, la asexualidad, la sexualidad de los ancianos y la de los niños, es decir, toda práctica sexual que vaya más allá del patrón animal, instintivo de reproducción es una amenaza para esa ideología falocéntrica. Por tanto, el aborto es un crimen. Pero, seamos sinceros: ¿quién comete el crimen?

  • Precisamente hoy 31 de marzo, cuando escribo este texto, escucho la noticia de que en lo que va del año 2005 han muerto 51 neonatos en el estado Nueva Esparta, por razones de desnutrición de la madre, infecciones de la madre transmitidas en el momento del parto, mala salubridad en la zona donde habitan (usualmente invasiones), falta de atención médica a tiempo, falta de insumos en los centros asistenciales, mala praxis médica. ¿Quién es el criminal? ¿Quién mató a los 51 neonatos?

  • Una niña de trece años, habitante de un barrio en la Cota 905, hacinada en un rancho con hermanitos, hermanitas, tíos, tías, primos, primas, abuelo y madre soltera, queda sorpresivamente embarazada. No hay dinero para practicar un aborto en una clínica clandestina, mucho menos en una clínica privada. Un aborto con técnicas caseras es la única posibilidad. La niña muere de una hemorragia que en el hospital público no pueden detener. ¿Quién es el criminal? ¿Quién mató a la niña?

  • Una joven estudiante, de buenas calificaciones y decente novio queda embarazada. El chico duda de la paternidad y su familia de la buena reputación de la muchacha. Los padres de la joven opinan que qué más vamos a hacer, que si metió la pata que se las arregle con el bebé. Murió la posibilidad de prepararse para ser una mujer socialmente útil, económicamente independiente, estable, madura para la responsabilidad de educar una/un hija/o en el momento en que tuviera las condiciones para responsabilizarse y lo deseara. Murió la posibilidad de que un/a niño/a viviera en un entorno propicio para su crecimiento afectivo, emocional, psicológico, económico. ¿Quién es el criminal? ¿Quién mató las posibilidades?

  • Centenares de niños no reciben alimentación adecuada, no van a la escuela, no tienen atención médica, nadie les brinda posibilidad de recreación. Decenas de niños viven en la calle, protegidos por otros niños de la calle, abusados sexualmente por gente de la calle, aplastados por la droga y el desprecio. A veces me hago amiga de algunos, nos saludamos y sonreímos para no llorar. Cuando dejo de verlos sé lo que ha pasado. ¿Quién es el criminal? ¿Quién mata a esos niños de la calle?

Es inmoral sostener que la despenalización del aborto es una inmoralidad. Es criminal sostener que la práctica del aborto es criminal. No estoy afirmando que el aborto es una vía ideal para el control de la natalidad. Estoy sosteniendo que el control de la natalidad es asunto de la mujer y, en algunos casos, de su pareja responsable y realmente solidaria. El control de la natalidad, dentro del marco de una sexualidad sana y no machistamente aberrante, es una decisión que corresponde a la conciencia de cada quien, a la posibilidad de cada quien, a la decisión que cada quien tome para su vida. Penalizar el aborto, además, no es evitarlo. Es continuar manteniendo la hipocresía de una sociedad que por debajo de cuerda permite el enriquecimiento de unos pocos con el sufrimiento de muchas y muchos.

Caracas, 01 de abril del 2005

1 Simona de Beauvoir. (2000). La plenitud de la vida. 1ª edición 1960 por Gallimard. España: editorial Sudamericana. Página 387

2 La especie humana no en lo que tiene de noble y constructiva, sino de fuerza trabajadora y guerrera.