Excmo. Sr. ministro,
Agredir a un periodista constituye una doble vulneración. A la agresión en sí se añaden la desinformación del ciudadano y el desamparo de aquellos que no verán salir a la luz los ultrajes que padecieron. Si no hay denuncia, no ha pasado.
Una estrategia sencilla es quitar de la circulación y castigar a los periodistas molestos, para que no seamos conscientes de atrocidades que conviene no divulgar, y vivamos todos felices, sin indignación, sin reivindicaciones.
En el caso del Sahara Occidental, Marruecos expulsa de los territorios ocupados –sin legitimidad alguna para hacerlo- a cualquiera que vaya buscando la realidad, ya se trate de abogados, observadores, parlamentarios, periodistas, fotógrafos, para crear un muro de silencio sobre los abusos que perpetran sus fuerzas de ocupación.
Quedan los periodistas de allí. Estos están perseguidos, represaliados, encarcelados.
La agencia de noticias saharaui Equipe Media publicó el 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, la relación de 7 periodistas presos políticos saharauis actualmente en prisión.
Encabeza la lista Abdalahi Lekhfauni con una cadena perpetua.
Mohamed Lamine Haddi y Hassan Dah, con 25 años.
Khatri Faraji Dadda, Bachir Khada y Hmetou El Kaouri, con 20 años.
Yahdih Essabi, con 2 años.
A continuación, un ejemplo de lo que no conviene que se vea, aunque, en el fondo, a Marruecos le da bastante igual, apoyado como está por las potencias occidentales.
¿O acaso se escandalizó nuestro gobierno por esta paliza espeluznante que le costó 20 años a la persona que supuestamente la grabó, y que cambió la vida de las víctimas?
Y son muchas las palizas. A las mujeres, por ejemplo, que se fueron a solidarizar con Sultana Jaya, en Bojador, les pegaron tan fuerte que les rompieron huesos. Palizas, detenciones, acoso, tortura, patada en la puerta y destrucción de las casas, incautación de bienes… Hacen falta periodistas y observadores para dejar constancia de estas aberraciones.
Nuestro gobierno parece -sólo parece- pensar lo mismo. Fíjese que su ministerio manifestó en ese mismo Día Mundial de la Libertad de Prensa que “España está comprometida con la seguridad de los periodistas y la libertad de expresión en todo el mundo”.
La pregunta es: ¿en la expresión “todo el mundo” está incluido el Sahara Occidental ocupado? Es una pregunta pertinente porque no hay constancia de ningún gesto de España denunciando los encarcelamientos, torturas, hostigamiento y abusos de diversa índole a que están sujetos los periodistas saharauis. Difícil entender qué clase de compromiso es ese.
Parece que “todo el mundo” le viene un poco ancho a su ministerio, aunque Marruecos esté tan cerca y conozcamos tan bien su realidad.
La connivencia de España con Marruecos en temas tan dramáticos es intolerable. Y más cuando España tiene un doble deber de protección hacia los saharauis al ser la potencia administradora de su territorio. Se lo exige la Carta Magna de las Naciones Unidas.
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