Josep Cuní ha sido hasta el verano pasado uno de los presentadores estrella de TV3, la televisión pública catalana. Su programa matutino era ampliamente seguido y ejercía una influencia político-cultural de primer orden en la sociedad catalana. Pilar Rahola, la referencia es casi obligada, era uno de los personajes públicos catalanes (con muchos intereses privados) […]
Josep Cuní ha sido hasta el verano pasado uno de los presentadores estrella de TV3, la televisión pública catalana. Su programa matutino era ampliamente seguido y ejercía una influencia político-cultural de primer orden en la sociedad catalana. Pilar Rahola, la referencia es casi obligada, era uno de los personajes públicos catalanes (con muchos intereses privados) que aparecían en el programa.
Pero el dinero no sólo tiene color sino mucho poder de convicción. El famoso periodista-presentador ha tomado sus decisiones tras realizar, suponemos, sesudos cálculos de costes-beneficios y, a partir de este mes de septiembre, presentará un programa de características similares en la televisión privada, en 8TV, la nueva apuesta del Grupo Godó (La Vanguardia [1] en catalán es otra de sus ofensivas mediáticas), uno de los grupos que mejor representa y defiende, sin esconderse, los intereses políticos y económicos de las clases dominantes catalanas, grupo que, desde luego, no siempre ha hecho bandera del catalanismo. La afirmación contraria es más verdadera.
Tras la Diada, el pasado lunes 12 de septiembre, Cuní se estrenó en 8TV. En Público[2] se han publicado un breve fragmento de sus palabras de presentación: «[…] Una apuesta del Grupo Godó que los catalanes tendrían que agradecer. No sólo porque se impulsa una televisión en tiempos de crisis -que no es poca cosa- sino porque representa también una ampliación de la normalización del país justo ahora que algunos parecen querer evitarlo».
¿Apuesta televisiva, plagada de publicidad, para alcanzar la máxima hegemonía mediática, que los catalanes tendríamos que agradecer? ¿Es un deber moral, un detalle de cortesía? ¿De dónde ese «tendría»? ¿Televisión en tiempos de crisis para dar una imagen distorsionada e interesada de la crisis económico-civilizatoria made in CiU, PP y las clases hegemónicas catalanas? ¿Parte de la estrategia del proceso de transición nacional del que está hablando estos días el president Artur Mas? ¿Los Godó, los herederos de los que publicaron aquella sumisa y fanática Vanguardia franquista durante décadas y décadas, a favor de la normalización del país? ¿En qué normalización están pensando? ¿De qué normalización habla Cuní? ¿De la sentencia sobre la ley de inmersión lingüística y su máximo responsable que siempre tiene el mismo nombre: «Madrid», o, por ejemplo, del nombramiento de Manel Madeiros, un gerente de Unió -el partido fundamentalista cristiano de derecha extrema de Duran i Lleida- que proviene de las filas del PxC, el partido racista y xenófobo de Josep Anglada del que llegó a ser secretario de organización o similar? ¿En esto consiste la normalización cultural del país, en dejar en manos de ex dirigentes del PxC, que siguen siendo muy considerados por su ex jefe Anglada -«És molt treballador!», ha dicho-, nada menos que el área de Educación del Ayuntamiento de Barcelona?
Más allá de ello, yo no recuerdo ninguna presentación, ninguna declaración tan servil, tan sumisa, en un medio, televisivo o no, por parte de todo «un profesional» que ha jugado en ocasiones la carta de periodista crítico, libre, moderno, muy catalanista, independiente y bla-bla-bla.
¿Ustedes sí recuerdan algo parecido?
PS. Me olvidaba: ¿saben quien ha nombrado a Manel Madeiros, el ex del PxC, responsable del área de Educación de Barcelona? Lo han adivinado: Xavier Trias, el alcalde convergente de Barcelona. ¡Cómo se alimentan las instituciones y qué individuos pueblan las filas del partido de Duran i Lleida! ¿En esto consiste «hacer país», consigna convergente donde las haya?
Notas:
[1] La Vanguardia se distribuye gratuitamente por decenas en los Institutos de secundaria de Catalunya. Como hiciera El Mundo en su momento.
[2] Público, 13 de septiembre de 2011, p. 48
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