En todo el mundo se ha visto el horror de los incendios descontrolados en la isla hawaiana de Maui: la histórica ciudad, Lahaina ‒antiguamente la capital del Reino de Hawái‒, totalmente calcinada; la gente tratando de huir al océano o en coche; automóviles ardiendo y muchas cosas más. El número de personas muertas contabilizadas había superado ya las 111 el 17 de agosto, con lo que este ha sido el incendio más mortífero de EE UU en más de un siglo.
Kaniela Ing, indígena de Maui y director nacional de la Red Green New Deal, declaró a Democracy Now! el 11 de agosto, cuando todo estaba todavía ardiendo: “Vivimos tiempos realmente funestos… Cientos de personas han sido evacuadas y hospitalizadas. El número de personas muertas no para de aumentar y hay gente, ahora mismo, que está buscando a sus seres queridos. Esta es una isla tropical y se suponía que aquí no habría incendios descontrolados. Esto ha dejado pasmado a todo el mundo. Aquí no hay suficientes bomberos. No podemos traerlos desde el Estado más cercano. Somos una isla. Así que ahora todo el mundo se siente un poco abrumado. Cuando comenzó, vimos a habitantes precipitándose al mar, no tenían adónde ir, estaban allí en el agua viendo cómo sus casas quedaban reducidas a cenizas… Fue apocalíptico, algo que normalmente solo se ve en las películas.”
Ing dijo que hay dos factores que han contribuido a la catástrofe: el primero es el cambio climático. “Se propagó [a causa de] los vientos huracanados, la sequedad de la vegetación y el bajo nivel de humedad. Son fenómenos que se derivan del cambio climático. Esto es indiscutible.” El huracán Dora se transformó en tormenta tropical cuando cruzó al Pacífico procedente del Caribe, después ascendió a huracán de categoría 4, con vientos de más de 130 millas por hora (200 km/h). Recorrió una larga e insólita trayectoria hacia el sur de Hawái antes de continuar hacia el oeste. Dora no arrojó lluvia sobre Hawái y sus vientos avivaron las llamas en Maui. Las temperaturas del océano han alcanzado cotas nunca vistas, y un mar más cálido genera huracanes más potentes.
El segundo factor que ha contribuido a la catástrofe es la mala gestión del territorio, dijo Ing. “La oligarquía [original] de las Cinco Grandes de Hawái, familias misioneras que se hicieron con las riendas de la economía y del gobierno, sigue siendo hoy una de las principales donantes políticas, terratenientes y empresas.” Estos intereses han “acaparado tierras y desviado agua fuera de esta zona desde hace mucho tiempo, desde hace generaciones”, indicó Ing. “Lahaina era de hecho un humedal… pero… debido a que necesitaban agua para sus aventuras empresariales, como los campos de golf y los hoteles, y los monocultivos, eso pasó a la historia. “Esta catástrofe es todo menos natural.” Otra cosa que influyó en la propagación del fuego fue el hecho de que las bocas de incendio equipadas estaban secas.
Historia
Los primeros habitantes de Hawái fueron colonos polinesios que se asentaron en las islas en el siglo VI o VII. Las sociedades que crearon evolucionaron y en la edad moderna pasaron a estar gobernadas por caciques en diferentes partes del archipiélago, con una estructura de clases feudal. Tras el contacto con la migración europea, en 1810 el rey Kamehameha I utilizó tecnología militar y armas europeas para controlar la mayor parte de las islas. Durante los siguientes 85 años, el Reino de Hawái estuvo gobernado por monarcas.
A comienzos del siglo XIX, buques balleneros estadounidenses empezaron a hibernar en Hawái y las islas recibían visitas más frecuentes de exploradores, comerciantes, aventureros y misioneros europeos. En 1820 arribaron a Hawái las primeras 15 compañías de misioneros de Nueva Inglaterra. Las primeras de ellas eran las Cinco Grandes (Big Five), una pequeña minoría blanca, muy poderosa, que comenzó a adquirir un poder creciente sobre los monarcas.
Se instauró la propiedad privada sobre la tierra y dio comienzo el cambio que llevaría a un sistema de plantaciones en manos de ricos terratenientes blancos estadounidenses. Para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar, café y piña trajeron mano de obra adicional de Japón, Filipinas, Corea y otros países. Muchos de sus descendientes se quedaron. La población indígena hawaiana pasó a ser una minoría.
En 1875 se firmó un tratado comercial entre la monarquía hawaiana y EE UU. Al amparo del mismo, EE UU comenzó a importar azúcar libre de impuestos y obtuvo privilegios económicos especiales, denegados a otros países. En 1887, una compañía de tropas blancas, los Honolulu Rifles, impuso la Constitución de las Bayonetas al entonces rey Kalakaua, que vio fuertemente limitados sus poderes y tuvo que admitir el derecho de voto de las personas ricas (que solían ser estadounidenses y europeas). Cuando el tratado de libre comercio se renovó ese mismo año, EE UU obtuvo el derecho exclusivo a establecer una base naval en Pearl Harbour.
Cuando la sucesora de Kalakaua, la reina Liliuokalani, trató de derogar esa constitución, un grupo de empresarios estadounidenses y europeos, que se autodenominaron Comité de Salvación, derribó la monarquía y tomó el poder en 1893. Contaban con el apoyo de una compañía de marines estadounidenses que se hallaban en el crucero Boston, anclado en el puerto. Siguió un breve periodo republicano, y en 1894 Sanford Dole ‒el rey de la piña hawaiana‒ fue elegido presidente. Durante la guerra entre España y EE UU de 1898, EE UU tomó el control de los puertos de Hawai para su flota, en su intento de arrebatar el control de Guam y Filipinas a España. EE UU se anexionó formalmente Hawái en 1900, que finalmente pasó a ser un Estado de la Unión en 1959.
Dejadez gubernamental
Desde que se produjo el incendio, la gente ha estado buscando desesperadamente agua potable, algún lugar en que refugiarse, alimentos y otros recursos necesarios, pero la ayuda de las autoridades estatales y federales ha llegado a cuentagotas. El incendio de Hawái es la catástrofe climática más reciente de este verano septentrional, que ha sufrido calores extremos, inundaciones masivas e incendios. No obstante, el presidente estadounidense, Joe Biden, se ha negado categóricamente a declarar la emergencia climática. Si lo hubiera hecho, y no solo de boquilla, se habría visto obligado a enviar de inmediato las ayudas necesarias. Biden no tiene previsto visitar la zona catastrófica hasta el 21 de agosto, más de dos semanas después del comienzo del incendio.
Gentes de Maui y del resto de Hawái han hecho todo lo que está en su mano para prestar ayuda, como también han hecho otras personas del continente. La famosa presentadora de televisión estadounidense, Oprah Winfrey, propietaria de una gran finca en Maui, se unió a otras personas en Lahaina para prestar ayuda en un refugio temporal y compró provisiones. Muchos y muchas particulares han donado dinero. El sindicato West Coast International Longshore and Warehouse Union (ILWU), que representa a la mayoría de trabajadores portuarios de Hawái y es conocido por sus iniciativas progresistas, ha enviado a Maui contenedores con provisiones por vía marítima.
Todo esto contrasta diametralmente con la inacción del gobierno federal. Biden no quiere destinar fondos para hacer frente a la emergencia climática. Mientras, este año las fuerzas armadas han recibido casi un billón de dólares y la industria militar ha engullido decenas de miles de millones en aras de los intereses imperialistas de EE UU.
Si Biden declarara la emergencia climática (con hechos, y no solo de palabra), tendría que forzar a las industrias de combustibles fósiles a poner fin rápidamente a la emisión de gases de efecto invernadero responsables de la aceleración del calentamiento global. En vez de ello, aprueba más y más proyectos de prospección de gas y petróleo y sostiene que el capitalismo puede resolver la crisis con sistemas de captura y almacenamiento del carbono. Los y las científicas que no están a sueldo de la industria de combustibles fósiles y otras afines dicen que esos sistemas no funcionarán.
Biden insiste en que “prácticamente” ha declarado una emergencia climática, pero Ing ha dicho a Democracy Now! que “tan pronto me pongo a pensar en esta declaración del presidente Biden, me entra la furia. Esto es una emergencia climática. Nada de ‘prácticamente’: lo crees o no lo crees. Tan condenables como los Republicanos por negar el cambio climático son los Demócratas por no hacer lo que hace falta. La ciencia dice que tenemos que invertir por lo menos un billón de dólares al año en la transición a una energía limpia. Tenemos que acabar e ir reduciendo, denegar todos los permisos nuevos de prospección de combustibles fósiles y empoderar realmente a las comunidades para decrecer democráticamente.”
Capitalismo de desastres
Ahora, la población de Lahaina se enfrenta a un nuevo peligro, según Common Dreams, a causa de los “forasteros ricos” que “dominarán y aprovecharán la reconstrucción para embolsarse miles de millones de dólares” tras el incendio. Esto ha llevado a Naomi Klein ‒autora de La doctrina del shock, donde acuña el término capitalismo de desastres‒ a comentar escuetamente: “De nuevo”. Klein dice que el concepto de capitalismo de desastres “describe el modo en que empresas privadas aprovechan para sacar beneficios de las grandes crisis”.
La agencia AP ha informado de que antes del incendio Lahaina ya sufría una “escasez crónica de viviendas y un influjo de compradores de segundas residencias y nuevos moradores acomodados” que “han estado desplazando a la población residente”. “Apartamentos y hoteles que aquí no podemos costear, no tenemos dinero para vivir en ellos, eso es lo que tememos”, dijo un residente que habló con AP en un refugio de emergencia.
Uahikea Maile, un kanaka maoli [indígena hawaiano] activista y profesor de la Universidad St George de Toronto, en Canadá, publicó en respuesta al reportaje de AP sobre el incendio: “Considerar esto una oportunidad económica para adquirir terrenos a fin de ganar dinero con las promociones de inmuebles ya es pasarse de la raya…” El exjugador de fútbol estadounidense Mana Shim, quien también es kanaka maoli, declaró: “Quienquiera que conozca el capitalismo de desastres es consciente de la urgencia de proteger nuestra aina [tierra] frente a promotores y malihini [extranjeros] codiciosos.”
Texto original: Green left
Traducción: viento sur