El acoso a las feministas dentro y fuera de las redes sociales es, según diversas expertas, una estrategia con dos objetivos: deslegitimar al movimiento feminista y arremeter contra la izquierda.
Imagen de la manifestación del 8-M en Madrid.
A pesar de que el mismo día 8 de marzo y los anteriores se habían celebrado una infinidad de eventos, actos, concentraciones, fiestas y competiciones deportivas, poco después de que se decretara el estado de alarma sólo la manifestación feminista parece ser culpable de la expansión de la pandemia en nuestro país. Así lo han manifestado a diestro y siniestro dese hace semanas grupos y partidos de derecha y de extrema derecha como el Partido Popular y Vox.
Un informe de la Guardia Civil a la jueza que decidió abrir una causa con este argumento se desveló lleno de falsedades, mentiras y un afán por retorcer declaraciones de testigos para que justificaran las afirmaciones que desde hace semanas se vierten contra el movimiento feminista.
Pero este bulo no ha sido la única punta de lanza. El confinamiento impuesto a la población para frenar la propagación del virus puso de manifiesto de una forma cristalina hasta qué punto las costuras de la igualdad estaban llenas de hilachas y la necesidad de mirar cada acción y cada política con perspectiva de género. Un vocablo que sólo hace referencia a entender cómo la acción de las instituciones tiene un impacto diferenciado en hombres y en mujeres, pero que levanta urticaria entre los sectores más conservadores.
De esta forma, incluso la mención en redes sociales sobre la importancia de una renta vital mínima para equilibrar la balanza de género fue amplia y agresivamente contestada en diversas cuentas de feministas.
«La derecha ha hecho del movimiento feminista un símbolo, un emblema, para matar dos pájaros de un solo tiro, de una parte, deslegitimar al feminismo y de otra arremeter contra la izquierda, porque la derecha sabe que la izquierda se aproxima todo lo que puede al feminismo para ganar legitimidad. Por eso la criminalización del feminismo forma parte del programa conservador y ultraliberal de la derecha», afirma la socióloga Rosa Cobos.
«El feminista es un movimiento de masas como no lo es ningún otro en este momento y esto asusta a la derecha más ultraliberal»
«El feminista es un movimiento de masas como no lo es ningún otro en
este momento y esto asusta a la derecha más conservadora y ultraliberal
porque saben de su capacidad de movilización y también
saben que el feminismo tiene un fuerte sentimiento anticapitalista», añade
esta catedrática de la Universidad de A Coruña.
En esta misma línea coincide Isabel Mastrodomenico, directora de la Agencia
Comunicación y Género, al afirmar que esta reacción que estamos
viviendo tiene que ver con el hecho de que “nuestra insitencia ha generado
conciencia en la ciudadanía».
Esta experta resalta que el acoso, la difamación y la burla hacia las feministas no es algo nuevo. Todas las defensoras de los derechos de las mujeres en todos los tiempos han sido difamadas y fruto de escarnio «y para constatar esto no hay más que ver las campañas que se emprendieron contra las sufragistas, que ridiculizaban a sus maridos y que las presentaban como mujeres malvadas. Que nos empiecen a señalar como responsables del contagio masivo del virus no deja de ser una estrategia más de los que están en contra de los avances del movimeito feminista».
«En ningún otro lugar se ha usado la celebración de estas marchas como un argumento político contra el feminismo»
Para Mastrodoménico, esta insistencia sobre los terribles efectos del 8-M en la expansión de la pandemia tiene un marcado sello de la ultraderecha española. Explica que las manifestaciones multitudinarias por el Día Internacional de la Mujer se produjeron en multitud de ciudades del mundo entero, incluidas las principales capitales europeas, «pero en ningún otro lugar se han usado estas marchas como argumento político para culpar al feminismo de la pandemia, ni siquiera en América Latina».
«Es tan contradictorio el discurso de la ultraderecha que les ha explotado en su misma cara. Se quejan de las manifestaciones feministas pero luego salen a manifestarse en plena pandemia. O se quejan de las feministas mientras ellos estaban en la convención utraconservadora en la que sus líderes estaban enfermos y contagiaron a un montón de personas», añade Mastrodoménico.
La filósofa Ana de Miguel está convencida de que buena parte de las críticas que está recibiendo el movimiento feminista proceden de «una estrategia política que identifica el feminismo con la izquierda en el poder y todo vale para ensuciar y liar a la gente contra el ‘gobierno ilegítimo'». Sin embargo, estos ataques «hunden sus raíces en una constante de nuestra cultura, el desorden que procede de que las mujeres se salgan de su sitio o lugar natural, que no es otro que el de hacer la vida agradable a los hombres. Lo dice la Ilíada, lo dice la Biblia y lo dicen los ‘transgresores sexuales’ y la izquierda patriarcal. Lo dicen Rousseau, Freud, la sección femenina y hasta Perico de los Palotes. Las mujeres hemos sido creadas para hacer la vida agradable a los demás. Y punto».
Mayor beligerancia hacia las feministas
«Hoy existe una mayor beligerancia hacia colectivos y mujeres feministas», afirma la jurista experta en violencia de género Paula Fraga. Y la sitúa en dos momentos clave: «Cuando VOX, una fuerza política explícita y abiertamente misógina consiguió 52 escaños en el Congreso, que supuso una legitimación política de ideas que ya deberían estar superadas«. El segundo momento se produjo con una situación de crispación sociopolítica, propiciada en buena medida por la crisis y las consecuencias económicas del coronavirus».
La ultraderecha en lugar de soluciones busca culpables y cómo no, cargan contra quienes siempre lo hacen, contra el movimiento feminista. No es más que una burda estrategia para desacreditar, pero la promueven desde sus escaños y desde sus altavoces mediáticos y esto tiene reflejo social. Así, las feministas estamos siendo de nuevo acosadas y amenazas en redes y fuera de ellas», afirma esta jurista.
Para Paula Fraga, este intento de desacreditar al feminismo «no solo procede de la ultraderecha, sino también de sectores que se dicen de izquierda y progresistas y no son menos virulentos y que llegan a amenazar de muerte». Esta experta hace referencia a planteamientos realizados desde movimientos ligados a la teoría queer, que «utilizan las mimas tácticas de silenciamiento que aquellos a quienes dicen combatir, fundamentalmente la injuria, el acoso y la amenaza». Una teoría que califica como «acientífica, sexista y antifeminista» y que «se manifiesta a través de las leyes de identidad (de género)». añade.