El denominado Proyecto 90 para 2030 estimula a individuos, organizaciones y compañías a cambiar la forma en que viven. La idea surgió gracias a la sugerencia del activista ambiental George Monbiot en su libro «Heat» («Calor») de que las naciones industrializadas redujeran 90 por ciento para 2030 su huella de carbono (cantidad de gases de […]
El denominado Proyecto 90 para 2030 estimula a individuos, organizaciones y compañías a cambiar la forma en que viven.
La idea surgió gracias a la sugerencia del activista ambiental George Monbiot en su libro «Heat» («Calor») de que las naciones industrializadas redujeran 90 por ciento para 2030 su huella de carbono (cantidad de gases de efecto invernadero, causantes del recalentamiento planetario, emitidos a la atmósfera por personas, productos o empresas).
«Es un enfoque con metas y orientado a la práctica. Es, de hecho, muy simple», dijo la directora de la iniciativa, Brenda Martin.
El principal propósito del proyecto es instar a los sudafricanos a que cambien la forma en que viven y en que se relacionan con el ambiente, explicó. «Ya que se trata del más grande emisor de carbono del continente, Sudáfrica tiene la mayor responsabilidad en África de luchar contra el cambio climático», sostuvo.
Con la firme convicción de que cada persona puede hacer una pequeña contribución a un ambiente más sano, Martin sugirió que las personas comenzaran reduciendo su huella de carbono apenas 10 por ciento al año y «mantenerla así, hasta alcanzar 90 por ciento en varios años». Se trata de fijar metas alcanzables, explicó.
Sin embargo, Martin es consciente de la urgencia de frenar el recalentamiento planetario. «Si nos seguimos moviendo tan lento como lo hacemos hoy, nos quedaremos sin tiempo para reducir las emisiones de carbono», señaló.
«Pero creo que podemos lograr una transformación. Hay suficiente energía limpia para proveer opciones disponibles», añadió.
Para dar un ejemplo, el Proyecto 90 para 2030 construyó 15 sitios de demostración de usos de energías renovables en todo el país a lo largo de los últimos cuatro años.
Los sitios aplican soluciones accesibles, como el uso de paneles solares, biodigestores (aparatos que procesan materia orgánica para producir biogás) y calefactores de agua a luz solar.
De esta forma, la organización busca desmitificar las fuentes renovables ante la población y demostrar cómo estos métodos alternativos pueden proveer energía suficiente, segura y barata sin impactar negativamente en las actividades profesionales.
«Queremos mostrarle a las personas lo que pueden hacer para reducir el cambio climático día a día», explicó Martin.
«Todos pueden y deben hacer algo. Mientras los que toman las decisiones siguen deliberando, nosotros lo estamos sobrellevando», indicó.
Uno de los sitios de demostración es el Zoológico de Johannesburgo, que instaló 15 grandes paneles solares en el techo de su centro educativo para reducir la huella de carbono.
«En este momento, la energía solar es alimentada por la red eléctrica, pero en el futuro esperamos que el centro sea totalmente neutro en carbono», dijo la jefa del equipo ambiental del zoológico, Lorna Fuller.
El zoológico también administra su restaurante con la ayuda de un biodigestor. «Echamos restos de la cocina y basura animal en el digestor para convertirlo todo en gas, y lo usamos para cocinar en el restaurante», explicó Fuller.
Como el zoológico tiene millones de visitas al año, Fuller espera que su ejemplo ambiental tenga un impacto y sea imitado. «Le mostramos a los visitantes cómo funciona todo. Algunas personas visitan el zoológico especialmente para ver nuestras instalaciones verdes», destacó.
Proyecto 90 para 2030 también administra 30 escuelas, donde los niños y niñas participan de proyectos simples contra el recalentamiento planetario, como por ejemplo de reciclaje.
La única condición es que los proyectos tengan un mayor alcance que la propia escuela. Deben beneficiar a toda la comunidad. «Así es como garantizamos un amplio efecto en grandes grupos de personas», explicó Martin.
Una vez que los proyectos son aplicados durante varias semanas, los alumnos aprenden a evaluarlos y a medir cuánta energía, agua y emisiones de carbono han sido ahorradas.
«Hemos decidido trabajar con escolares para contribuir a que las próximas generaciones sean más conscientes del cambio climático y de lo que pude hacerse», dijo Martin.
«Queremos formar a los jóvenes y estimularlos a que creen un nuevo mundo», añadió.
Alumnos de la Springfield Convent Senior School, en Ciudad del Cabo, iniciaron su participación en el Proyecto 90 para 2030 con una «auditoría verde», evaluando cuánto contaminaba el colegio.
El resultado fue preocupante, y los estudiantes decidieron hacer importantes cambios en la forma en que la institución era administrada. Instalaron duchas de bajo consumo y crearon un sistema de irrigación propio desde un río para el jardín escolar. También comenzaron a reciclar la basura y a utilizar menos papel.
«Pusimos énfasis en las acciones individuales, que se convierten en un estilo de vida y tienen un efecto colectivo», dijo la directora de geografía del colegio, Fiona Smith.
Muchos estudiantes comenzaron a implementar acciones similares en sus propios hogares.
«Esperamos que nuestros alumnos se conviertan en adultos que traten nuestro planeta con más atención», indicó.