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Del socialismo utópico a Podemos

Fuentes: Rebelión

El socialismo utópico Todo socialismo hasta anterior a la propia Revolución Industrial, es un socialismo utópico es un socialismo todavía no científico. Segundo, la resistencia política en contra de la explotación y opresión de las clases pobres, que se manifestó en su expresión pre-científica como socialismo utópico. La consolidación del orden burgués, industrial y capitalista […]

El socialismo utópico

Todo socialismo hasta anterior a la propia Revolución Industrial, es un socialismo utópico es un socialismo todavía no científico. Segundo, la resistencia política en contra de la explotación y opresión de las clases pobres, que se manifestó en su expresión pre-científica como socialismo utópico.

La consolidación del orden burgués, industrial y capitalista en Europa del siglo XIX produjo profundos cambios en el mundo de la producción económica. Los trabajadores, llamados proletarios solo eran dueños de su prole o familia, no poseían propiedades y solo tenían su fuerza de trabajo para sobrevivir. El proletario vivía en precario, largas jornadas de trabajo, explotación del trabajo femenino e infantil, mínimos salarios, barrios donde eran inexistentes el confort y la higiene.

Es dentro de este contexto que se desarrolló la teoría socialista. Que entendía que el capitalismo producía la máxima concentración de las riquezas, y se apropiaba de las plusvalías, producidas por los trabajadores

Su principal virtud nace de un sentimiento sinceramente preocupado por los problemas sociales de la época, y defecto la carencia de un análisis científico de la situación.

Sus principales propuestas:

Se proponía la organización de la sociedad en falansterios (comunidades rurales autosuficientes), donde se reunían todos los segmentos sociales. Las propiedades y la fuerza de trabajo se pondrían como propiedad común, recibirían en proporción al valor de su contribución. La organización de la sociedad en cooperativas de trabajadores. La planificación de la economía, dirigida a beneficiar a las clases trabajadoras. La interferencia del Estado para modificar la economía y la sociedad. La reforma de la sociedad deber tener como principio básico la justicia, entendiendo que dentro del propio capitalismo estaba la solución. Se podía crear el «capitalismo bueno».

El socialismo utópico puede ser definido por la crítica al capitalismo, ingenua, buscando la igualdad. Eran socialistas románticos.

El socialismo científico

El socialismo científico nace de la constatación, de que el proceso de socialización de la producción bajo el capitalismo, coincide con el proceso de proletarización de la masa de la población. Es decir, el capitalismo tiende a convertir a la mayoría de la humanidad en una clase obrera cuyas condiciones de explotación le obligan a luchar contra la burguesía. Por eso, el socialismo sólo puede ser obra del proletariado: el socialismo científico no es más que la expresión teórica del movimiento proletario. «El comunismo es la doctrina de las condiciones de liberación del proletariado».

El socialismo científico se ocupa del estudio de las leyes y particularidades de la lucha política y social de la transformación del capitalismo en socialismo, como primera etapa de la sociedad comunista; es decir, de la lucha por el poder político, de la lucha social y de las tareas de la construcción socialista.

El marxismo lo que hizo fue, ni más ni menos, que sentar las bases de la ciencia revolucionaria, de aquella que nos permite comprender y por tanto transformar activa y conscientemente nuestra sociedad el materialismo histórico, el materialismo dialéctico. Incluso muchos intelectuales antimarxistas, consciente o inconscientemente, han adoptado la concepción materialista de la historia de Marx. Ya nadie puede prescindir del factor económico para explicar cualquier hecho histórico.

Pero ninguna ciencia social humana se rige por mecanismos cerrados e ineludibles. Muchos marxistas han caído, en mayor o menor medida, en dicho error, incluso en algunos momentos los propios Marx y Engels. Esa ciencia puede y debe revivir y seguir evolucionando. Esta ciencia no está libre de errores ni de imprecisiones.

Nosotros, en este siglo XXI, debemos superar a Marx o a Engels, practicando más librepensamiento que ellos. Superar no significa desechar sus teorías por completo, sino buscar imperativamente sus contradicciones e intentar resolverlas.

Por lo menos en cierto momento, sobre todo cuando las aplicaciones prácticas basadas o inspiradas en ello han fracasado. Y teniendo en cuenta la evolución social.

Muchos marxistas que dicen aplicar el método marxista (el materialismo dialéctico) para cualquier cosa, se niegan a aplicarlo para con el mismo marxismo.

Alguno de sus errores. La dictadura del proletariado, no entender que el camino hacia el socialismo se puede conseguir utilizando las contradicciones de la democracia burguesa y buscar la superación de la lucha de clases y no el enfrentamiento.

La socialdemocracia

Ideología que si bien logra una mejora en las condiciones de la explotación de los trabajadores del llamado primer mundo, lo hace a base y consintiendo la explotación de los recursos del resto. Al final abandonando parte de sus principios para poder mantenerse en los gobiernos. Y mantiene una política de sumisión a las oligarquías financieras antidemocráticas. Actualmente forma parte del problema y no de la solución para la construcción de una auténtica democracia.

El socialismo del siglo XXI

La ideología burguesa tiene grandes contradicciones. Se trata de explotarlas ideológicamente, de ponerlas en evidencia con el fin de resolverlas. Los caminos para superar la democracia liberal deben responder a ciertos principios generales. No es emplear la fuerza, es decir, emplear los métodos de la derecha, aunque se haga de manera menos disimulada.

Desde la propia democracia liberal la auténtica izquierda deben luchar, con todos los medios pacíficos posibles, legales y alegales, que no ilegales, para acorralar al sistema capitalista, para, como mínimo, forzar a la burguesía a llevar a la práctica sus principios pomposamente declarados, empezando por la libertad de expresión y la igualdad de oportunidades.

La izquierda debe hacerse oír ante la opinión pública, debe denunciar a todos los niveles, tanto en los tribunales nacionales como internacionales, los atentados contra los derechos humanos que se producen en las oligocracias. La primera batalla debe ser la lucha por la libertad de expresión, para que todas las ideas, incluidas las anticapitalistas, puedan llegar a las masas. Hay que batallar primero para que la democracia liberal sea mínimamente democrática.

Recuperemos el verdadero significado original de la palabra, el poder del pueblo, el gobierno del pueblo. Y adaptemos dicho significado al siglo XXI: el pueblo es toda la población mundial, sin distinción de ningún tipo. Todas las personas deben participar en las decisiones que les incumben colectivamente.

No es posible superar la sociedad clasista si a una dictadura de una clase la sucede otra dictadura de otra clase. La sociedad clasista sólo podrá superarse si a la dictadura de la clase burguesa actual la sucede la democracia, la verdadera, el poder del pueblo, pero no por la razón de la fuerza sino que por la fuerza de la razón. Aspirar a otro Estado, profundamente diferente, distinto en su propia filosofía, asentado en otros pilares, es decir, mientras no se intente un Estado no clasista, neutral, no será posible superar el capitalismo, la sociedad clasista.

Implementar la libertad implica posibilitar la fraternidad, es decir, por lo menos amortiguar las diferencias sociales. Sólo la democracia puede conducir a una sociedad libre y justa, más igualitaria, a no confundir con uniforme. En una sociedad más igualitaria, es decir, donde todas las personas tengan las mismas opciones de realizarse como seres humanos, la diversidad será, al contrario, mayor.

La igualdad puede entenderse de distintas maneras, pero no debe confundirse con el hecho de que todos seamos iguales, de que todos nos comportemos igual, de que todos tengamos los mismos gustos, de que todos nos vistamos igual. La igualdad, por el contrario, debe entenderse como la verdadera posibilidad de que cada individuo pueda ser él mismo, pueda desarrollar su individualidad.

Luchemos con la fuerza de la razón, aparquemos en el ámbito de lo personal todo lo que nos divide, e implantemos y vivamos radicalmente los valores éticos democráticos, libertad, igualdad, solidaridad y justicia, única vía de llegar al socialismo en este siglo XXI.

Eso es Podemos.

La emancipación real y completa de cada individuo humano es el verdadero, el gran objeto, el fin supremo de la historia. Bakunin.

Referencias:

Luis Portillo. Historia Universal

José López. ¿Reforma o Revolución Democrática?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.