Ecologistas en Acción ha denunciado la negligencia del consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en la gestión de la rotura de la tubería de agua de servicios esenciales de la central nuclear de Vandellós II (Tarragona). Para de dicha asociación el CSN es corresponsable con la empresa explotadora, ASVAN, de la rotura de la tubería de […]
Ecologistas en Acción ha denunciado la negligencia del consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en la gestión de la rotura de la tubería de agua de servicios esenciales de la central nuclear de Vandellós II (Tarragona). Para de dicha asociación el CSN es corresponsable con la empresa explotadora, ASVAN, de la rotura de la tubería de aguas esenciales. Además, en contra de lo que asevera el CSN, sí supone una clara merma de la seguridad.
Tras estudiar el informe emitido por el propio CSN titulado «Informe sobre la degradación del sistema de servicios esenciales de Vandellós II», Ecologistas en Acción ha identificado graves fallos en la actuación del CSN. En este informe se cargan las tintas sobre las omisiones de información y fallos de gestión de la empresa y se habla muy duramente de la falta de cultura de seguridad de ASVAN, que está dispuesta a rebajar las condiciones de seguridad por motivos económicos. Además se señalan deficiencias en la organización de la operación de la central y en la forma en que se actúa frente al problema de corrosión.
Sin duda todos estos extremos son ciertos, pero cabe también señalar graves defectos en la forma en que el CSN ha gestionado los problemas. En primer lugar, la corrosión aparece por un problema de diseño de las tuberías del sistema de aguas esenciales: se le añaden unos sistemas catódicos anticorrosión y unas «bocas del hombre» que permitan registrar estos sistemas. Fue ahí justamente donde se produjo la corrosión. Este diseño fue supervisado (o al menos debió serlo) por el CSN en el proceso de licenciamiento de la central, allá por 1988, y cabe preguntarse porqué se aprobó. Si no se sabía lo bastante de ese tipo de tubería estaríamos, como tantas veces ante un experimento tecnológico que pone en riesgo la seguridad de los ciudadanos y el medio ambiente.
En segundo lugar, llama la atención que la corrosión se descubriera en 1993 y que hasta la rotura de la tubería el 25 de agosto de 2004, el CSN no tuviera noticia alguna del proceso de corrosión. La falta de información por los explotadores de la central no es un argumento suficiente para liberar de responsabilidad al CSN. Es de esperar que este organismo disponga de medios propios para detectar un problema de esta índole, tan extendido en el tiempo y en el espacio. Si no lo detectaron, las inspecciones del CSN se han revelado claramente insuficientes y aparecen dudas sobre cómo estará inspeccionando otras plantas. Y si lo hicieron es aún más grave puesto que no le llevaron a realizar ninguna actuación.
En tercer lugar, fue el CSN el que autorizó la puesta en marcha de la planta el 29 de agosto de 2005, tras unas reparaciones que fueron insuficientes, como los hechos han venido a demostrar. ¿Porqué se dio tanta prisa el CSN en permitir la puesta en marcha de la central, en lugar de realizar sus propias comprobaciones y obligar a la central a hacer nuevas pruebas para verificar la solidez de las reparaciones?
Todas estas malas actuaciones por parte del CSN no se pueden justificar de ninguna manera en el hecho de que los Consejeros y Consejeras estén peleados entre ellos. Demuestran un claro relajo en las labores de control de este organismo y dan sensación de impunidad a los explotadores de las centrales nucleares.
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