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Irak

Desde la mujer que soy, yo acuso

Fuentes: Rebelión

(A la memoria de todos los que han caído victimas de la invasión, y de todos los que querían y siguen viendo en ese pedacito de tierra su derecho a una vida propia, digna…)

Siglo XXI, una mujer y un hombre caminan con desasosiego acompañándoles dos de sus nietos, desorientados en su propio país buscan, olfatean desesperadamente, no los encuentran…

 

Humillados como ajenos, la noche les aleja de la búsqueda callejera. Al amanecer alumbrados como por hogueras siguen la ruta de la resistencia, guiados por el rítmo de los corazones, e imponiendo insistencia a la desesperanza que ofrece la nueva ciudad de Bagdad sitiada por saqueadores, piratas de rapiña, pistoleros a la conquista del oro negro. Degollando indígenas como trofeo en una tierra, país y riqueza que no les pertenece, haciendo esclavo al nativo de un imperio basado en la muerte.

 

La luz que en un vaso ardía en el suelo,

 

al muro arrojaba la sombra del lecho,

 

y entre aquella sombra veíase a intervalos

 

dibujarse rígida la forma del cuerpo.

 

Observo al horizonte. Mi queridísima amiga sigue, camina… Una montaña de desespero cubre sus canas. Es tal su agotamiento que no sienten su propio peso ya encorvado, ni tan siquiera el psíquico. En estos tiempos que viven es uno de los grandes, el que todo aplasta cuando en los jardines y casas las raíces, tallos, brotes de las flores juegan a las escondidas ante el enemigo. Falta pues color en las calles, plazas, y al mapa ¡oh! El mapa. Esa mano curtida, ajada, vieja y encallecida formando cicatrices geográficas, le han robado la efervescencia de la vida, las venas representantes indiscutibles de respeto y armonía entre culturas afines, hermanas. Le han robado si es que existe, el alma.

 

Sinónimo de salud, y alegría voluntaria para una esperanza unida al desarrollo humano, comunitario. Lo hicieron trizas, lo volaron, y sus pedazos andan como rompecabezas buscándose desde hace tres años, queriendo volverse a encontrar, aunque mas no sea los pedacitos de geografía hecho jirones.

 

La desazón es tan grande que sin pretenderlo, inconscientemente, una piensa en la lógica que le llevó a M. Benedetti para razonar que «un asesino no se redime suicidándose, pero algo es algo» ¿lo tomaran estos abusadores como ejemplo?

 

Una y mil veces el pueblo luchara obcecadamente, una y todas las que hagan falta para poder seguir saboreando sus cantos, danzas, idioma, sus costumbres «aunque mas no sea posible entre lo que nos han dejado ser», pedacitos simbólicos  de una realidad aplastante, rindiendo sentimiento a los muertos.

 

Olvidar nunca , que los malos pintan las patitas a sus tropas de espíritu inmaculado para pasar imperialmente por la puerta grande de los pueblos. Eso es lo que dice, piensa mi amiga, hermana iraquí. Nuestros hijos no lo deben olvidar. Nuestras raíces, país, historia, cultura ha de perdurar por los siglos de los siglos.

Quieren reemprender con el coraje y orgullo mínimo  que debe caracterizar al ser humano, desde donde puedan de nuevo la vida. Que es su vida, el mas preciado derecho: Después de mas de tres años, aun siguen muchos desperdigados por todo Irak, atemorizados escondiéndose en alguna parte, buscando casa en alguna parte, amor donde lo haya…

 

Caminan también jóvenes, muy jóvenes con abuelas, madres y demás menuditos, esos chiquiticos de apenas dos, tres, cuatro y mas años, que lloran con el dolor en vilo la ausencia.

 

Seleccionan, amontonan, y cubren a besos, lloran los restos del que salió de casa íntegro y entero de entre el calor de sus brazos pensando en volver. Con esa confianza que da el corazón  henchido, ese aroma de buen olor a menta y limón de hierbas del huerto que transmite amor fresco y sementera, fe y confianza en la vida de los hombres y mujeres que se aman.

 

Allí cae la lluvia con un son eterno:

 

Allí la combate el soplo del cierzo.

 

Del húmedo muro tendida en el hueco,

 

¡¡acaso de frío se hielan sus huesos!!

 

(Versos solidarios de Bécquer ante el dolor, la muerte…)

 

La lucha continúa: Gritan lamentos que surgen del mas allá, como rebelión de las tumbas.

 

Se reencarnan, refuerzan el latir de los vivos que ya no saben si son vivos, si son muertos.

 

Irak no ha tenido suerte. En este lado del mundo el gringo aprendió mas sobre guerras y ocupaciones de exterminio. ¿Qué nombre le pondrán?

 

¿Qué mercenarios del mundo lo dirigirán?

 

¿Qué «miserables del mundo miserable» engrosarán su ejercito de salvación?

 

Se preguntan muchas familias iraquíes, cansadas de tanta destrucción esperpéntica, deseando ya visionar un cocodrilo verde en la mirada, como metáfora de esperanza, aunque haya que seguir unidos, inseparables a los recuerdos de lo que un dia fueron, a los restos de amor segados en la maleza y hazañas ruines. Portándolos como pueden a un lugar bajo el sol.

 

Ihaz Ira, dice que preferiría incinerar a los suyos, para seguir al menos por un tiempo dándoles calor humano en lo que queda de ellos…

 

Quieren seguir prolongando miradas de cariño y sentimientos de orgullo por esos días que vivieron juntos: Noches de amor y fuego, cansancio, preocupación por ese si o no a la aniquilación física y psíquica de su país que les mantuvo en vilo noches enteras abrazados a sus hijos las navidades del 2003. En el fondo confiaban que no iba a ocurrir…

 

Pero las mentes malignas guardaban su destrucción como regalo de Papa Noel al pueblo iraquí…

 

Ihaz ira quiere al menos cumplir su deseo: Abonar con las cenizas de los suyos apurando el rocío de las mañanas, la nueva primavera que mas tarde o temprano piensa que llegará. Haciendo batir en sus oídos la palma aunque mas no sea en honor a la verdad. Pero la verdad es que aún, siguen muchos huesos sueltos al alcance de los perros…

 

Nos encontramos ya en el año 2006 y la mutilación, desamparo e impotencia física, psíquica, cultural e histórica junto con la falsedad y calumnia, continúan.

 

Todo frío, mucho frío.

 

Nos roban todo, arrasan con todo, se oye voces del lugar…

 

Con el pueblo, con un hospital, con una mujer de parto, y también con el vecino de Ihaz ira. El anciano camina sujeto con fuerza a su garrota creyendo mantener en ella el valor suficiente. Pero sus ojos inocentes expresan lo que ven, instantáneamente alza sus brazos en señal de alarma y desconsuelo. Sin pensar en las consecuencias, brinda su pecho al «supuesto» enemigo que no tiene el gusto de conocer, como árbol ancho de firmes raíces, sacando coraje y todo el amor que le queda aún dentro, con piernas temblorosas por el terror que van sembrando por los campos y huertos, y erguido como un joven, intenta detener con su vida, la lluvia de misiles que se acerca a la aldea que en paz vivió y le vió crecer. Parido por una mujer y engendrado por un hombre que aunque pobres, nunca se ofrecieron para mercenarios de ningún país invasor. Muriendo nuestro viejito con los mejores recuerdos de su casa, padres, hijos, vecinos, nietos.

 

Por un segundo una sonrisa desmayada llego a sus labios seguida de un hilito de sangre que de seguido reventó en todo el cuerpo dividiéndolo en pedacitos rompecorazones irrecopilable, pensando que con su vida voluntaria ¡había salvado la aldea y con ello su historia! La que vivieron juntos y la legada por sus antepasados en forma de cuentos, historias y leyendas desarrolladas en el dia a dia en el seno de las familias, es como se iba propagando, extendiendo, arraigando, asumiendo. Dando sentido y seguridad, bienestar e integración en la comunidad a sus vidas.

 

¡Porqué, porqué, porqué! grita una nieta del abuelo. Porqué tanta vida matada, ¿en nombre de que libertad, en nombre de que razón, de que sentimiento?

 

¿Es la herencia que les queda a los que pudieron sortear la dinamita asesina?

 

¿Cómo empezar de nuevo a construir bases para cimentar una vida comunitaria cuando aun las tropas invasoras siguen en la calle atando políticamente sus intereses, asesinando al que se resiste, expropiando y violando derechos fundamentales?

 

Me gustaría ser sabio también, nos cuenta Berlt Brecht

 

Los viejos libros explican la sabiduría:

 

Apartarse de las luchas del mundo y transcurrir

 

Sin inquietudes nuestro breve tiempo.

 

Librarse de la violencia,

 

dar bien por mal.

 

No satisfacer los deseos y hasta

 

Olvidarlos: tal es la sabiduría.

 

Pero yo no puedo hacer nada de esto;

 

Verdaderamente, vivo tiempos sombríos.

 

(A LOS HOMBRES FUTUROS)

 

«En Karabila, ciudad de 60.000 habitantes, no había ni rastro de personas por las calles, solo algunas banderas blancas en lo alto de las casas indicaban la presencia de ciudadanos en esta localidad iraquí…»

 

La primera bala entró por la ventana, cuenta la dulce viejita que acompañaba a su esposo y nietos en la búsqueda de tres de sus hijos y dos yernos. Observo sus manos mientras intenta explicarme, con una mirada ojerosa y lejana, como perdida en el espacio, o quizás en el vértigo del vacío, esa curva amarga de la vida ante la impotencia, que te descalabra. Luego articula a decir: cosieron la casa a balazos, a bombas, después prendieron fuego. No se salvo nadie de los que estaban dentro. Había plomo en el cuerpo de ellos, en sus cabezas, cuellos. Sola, la viejita de gesto dulce y bondadoso, esta sola.

 

Su esposo entrego el pecho como escudo a su pueblo, muriendo sin tener el gusto de conocer, ni saber quien era ese que tanto le odiaba, declarándolo enemigo del mundo civilizado. Los nietos se acercaron a ella temblorosos, lloran mientras cubren de calor y amor las manos sin vida de su viejita, manos rígidas de dolor y espanto, manos laboriosas, nacidas para crear y cuidar a los suyos, quizás ya no les queden mas fuerzas para la gran necesidad de cariños que los hijos de sus hijos necesitan ante esperpéntica escena.

 

Ahora los sin patria, los sin padres ni abuelos ni hermanos, ni gobierno de referencia, ni maestros de consuelo, los sin nada.

 

Los reyes de la pagina roja,

 

Los mejores artesanos del mundo

 

Los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,

 

Los que murieron de paludismo

 

O de las picaduras del escorpión o la barba amarilla

 

En el infierno de las bananeras,

 

Los que llorarán borrachos por el himno nacional

 

Bajo el ciclón del Pacifico o la nieve del norte,

 

Los arriados, los mendigos, los marihuaneros,

 

Los guanacos hijos de la gran puta,

 

Los que apenitas pudieron regresar,

 

Los que tuvieron un poco mas de suerte,

 

Los eternos indocumentados,

 

Los hacelotodo, los véndelo todo, los cómelo todo,

 

Los primeros en sacar el cuchillo,

 

Los tristes mas tristes del mundo,

 

Mis compatriotas,

 

Mis hermanos.

 

(fragmento de Poema de Amor, de Roque Dalton)

 

¿Dónde estas idioma que no te encuentro?

 

No entiendo esa gente que viste como nosotros

 

No entiendo a los que hablan al mundo a través del aire y el cable

 

Al periódico no entiendo, y dicen que son hermanos nuestros…

 

¡Tierra, huerto! ¿Dónde están? Cultura de adentro de las entrañas…

 

Historia mamada y amada de la verdad, la de nosotros.

 

Pisoteada, fulminada, barrida, enterrada…

 

Mi país, ¿Dónde esta?

 

MAITE CAMPILLO (ACTRIZ)