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Desorganizar el orden que sustenta las violencias

Fuentes: SEMlac

Las violencias de género no son un asunto solo personal, también se trata de un problema estructural, político, cultural, aseguró la investigadora Ailynn Torres Santana casi al cierre de este febrero, en un espacio de reflexión convocado en La Habana por la Cátedra Gertrudis Gómez de Avellaneda, del Instituto de Literatura y Lingüística.

En un momento en que el enfrentamiento a las violencias machistas toma relevancia en el mundo -y también en Cuba- es importante situar al país en el contexto regional y pensar en cómo trabajar en diferentes posibilidades de transformación, detalló Torres Santana en su conferencia «Normas, instituciones y sentidos comunes sobre la violencia de género».

El hecho de contar ya en el archipiélago con algunas estadísticas sobre el fenómeno ayuda a este propósito.

Según la Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género (ENIG-2016), desarrollada por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), 39,6 por ciento de las mujeres entrevistadas declaró haber sufrido violencia en algún momento de sus vidas, en el contexto de sus relaciones de pareja.

Por otra parte, en 2019, el informe nacional cubano acerca de cómo se afronta la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible recogió, por primera vez, un dato sobre la ocurrencia de feminicidios en 2016.

«Para ese año, la tasa de feminicidios fue 0,99 por cada 100.000 habitantes de la población femenina de 15 años o más. Para similar período, esa tasa es baja en comparación con países como El Salvador, Honduras, Guatemala, México o Brasil; y alta en relación con Perú, Chile o Panamá», analizó Torres Santana.

«Eso nos debería decir algo. Se trata de conectar experiencias, no de comparar. En el caso de Cuba, estamos hablando de otras claves y registros, pero que son igualmente relevantes ahora que sabemos que la violencia de género sí es un problema, aunque no tengamos todas las estadísticas que necesitamos», afirmó la experta, quien cursó su doctorado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), en Ecuador.

No se trata de hacer comparaciones, sino de conectar experiencias y definir estrategias de luchas compartidas, sin obviar las especificidades de Cuba, aclaró Torres Santana.

Para la especialista, un desafío identificado es que los datos que existen en el país se refieren, sobre todo, a la violencia machista en el contexto de la familia, de la pareja. Pero, a su juicio, otras violencias de género reciben menos atención.

«Es más escaso el debate sobre la violencia en espacios laborales, políticos, culturales, estudiantiles o académicos», insistió.

Igualmente, Torres Santana consideró como una importante barrera lograr la compresión social e institucional de por qué las violencias de género son un tipo específico de violencia y la concientización de que no se trata de un asunto privado, sino social, político, que requiere de intervención pública.
En ese camino abogó, además, por analizar el problema desde una dimensión estructural, no coyuntural, atendiendo a las desigualdades que están en su base.

«Por supuesto que hace falta deconstruir ideales, mitos y estereotipos machistas, pero ese no puede ser el único camino», insistió la psicóloga. Para ella, es importante preguntarse cómo se reproducen estas violencias y cuáles derechos están en juego.

La especialista reconoció que, en los últimos años, el debate sobre la violencia se ha venido posicionando en la agenda pública y política, pero insistió en que aún no es suficiente, pues necesita «instalarse en la conversación ciudadana». «Tenemos más actores, pero todavía pocas cifras, pocos análisis densos de largo alcance y también resistencias institucionales y de otros tipos», detalló.

Durante la sesión también actualizó la situación de la solicitud realizada por 40 mujeres cubanas ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, para la aprobación de una Ley Integral contra la Violencia de Género.
Desde el público, integrado por una treintena de mujeres, la mayoría vinculadas al tratamiento o estudio de la violencia desde perfiles diferentes, se posicionaron otros puntos de vista relacionados con un fenómeno que necesita atención urgente.

Deyni Terry, abogada de la sección de Género y Derecho, de la Unión Nacional de Juristas de Cuba (UNJC), insistió en aprovechar todos los espacios sociales para hablar de este asunto.

Por su parte, la investigadora y ensayista Zaida Capote manifestó preocupación por la manera en que el acoso callejero va desplazando a las mujeres del espacio público.

Mientras, la también abogada Darsi Fernández, especializada en temas jurídicos vinculados con la cultura, indicó como muy necesaria la incorporación de enfoques de género en la educación general, pero también en la formación de artistas y personas vinculadas a la producción artística en general.

Estas mujeres coincidieron con Torres Santana en la necesidad de ampliar los espacios educativos y de prevención, así como de articular las acciones que ya existen para que no operen de manera dispersa y atomizada.
«Tenemos el deber de desorganizar el orden que posibilita que las violencias machistas se produzcan y reproduzcan», sentenció la psicóloga Ailynn Torres Santana.