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Después de Cuba… en Miami

Fuentes: Rebelión

Me refiero con el título a la realización del 3er concierto por la Paz, y sí, es una propuesta muy seria. Aunque en realidad no ha sido fácil decidir qué título ponerle a este escrito. También podría llamarse: Miami o lo de nunca acabar. He venido siguiendo desde hace varias semanas la alharaca que han […]

Me refiero con el título a la realización del 3er concierto por la Paz, y sí, es una propuesta muy seria. Aunque en realidad no ha sido fácil decidir qué título ponerle a este escrito. También podría llamarse: Miami o lo de nunca acabar.

He venido siguiendo desde hace varias semanas la alharaca que han formado los dinosaurios de Miami en contra del 2do concierto por la Paz que, «le duela a quien le duela ya se realizó» en La Habana, según dijo en la culminación  del mismo nuestro laureado con un grammy latino Juan Formell, director de «Los Van Van». Hace unas horas que terminó el megaconcierto y me he sentado a leer lo que generó en las noticias, y  a la par me generó a escribir estas palabras.

Según un artículo publicado en el New York Times el sábado 19 de septiembre por Demien Cave, quien realizó una entrevista a Juanes, «solamente en Miami, un artista latino que ha vendido tantos discos como Taylor Swift, puede inspirar una protesta que incluye aplastar los discos de Juanes». Pero es que en Miami, como buena república bananera puede pasar de todo, y sobre todo, cuando se trata de Cuba y su Revolución.

Si nos ponemos a revisar el largo diferendo EE.UU.- Cuba, podríamos argumentar con miles de ejemplos, pero sería lo de nunca acabar, por eso me detengo en solo dos hechos que, el uno, por ser tan reciente (el concierto en La Habana), y el otro, por marcarnos tan profundamente, creo que arrojará claridad a esta idea de que todo es posible en Miami.

El caso Elián González.

El primero es el caso de Elián González, secuestro de un niño para convertirlo en objetivo político en contra de la Revolución, algo que no resiste el más elemental análisis desde cualquier punto de vista. Cuando Cuba, después de arduos meses de lucha finalmente gana su justa batalla por el regreso del niño a su patria y junto a su padre, se desató el pandemonium en aquella ciudad. Ese llamado «exilio», recalcitrante y anquilosado, despotricó abierta y agresivamente contra el gobierno norteamericano, desde la prensa escrita, radial y televisiva llovían los improperios, realizó cortes de calles, interrumpió el tráfico, y en su ceguera llegó a quemar banderas estadounidenses.

En Cuba, a pesar de lo que hemos sufrido por la brutal política del norte, jamás se ha quemado una bandera norteamericana, por una cuestión de respeto a su pueblo, pero aquellos viejitos y no tan viejitos de Miami son especialistas en morder la mano que les da de comer. Y digo esto porque cómo es posible que lleguen al extremo de ofender y atacar las instituciones y los símbolos de un país que les ha permitido vivir tranquilamente después de haber cometido robos, fechorías y asesinatos de todo tipo en Cuba y después en EE.UU., al punto de hacerse ricos descarada e impunemente con el negocio de la contrarrevolución.

 En virtud de este negocio, estos dinosaurios han podido secuestrar la política de un estado como La Florida, al punto de decidir quién es presidente de la nación (recordar fraude electoral del 2000 que llevó a la presidencia a George W. Bush).

De este caso se podría escribir mucho, pero también sería lo de nunca acabar. Pasemos al segundo y último por el momento, pues mañana ya inventarán algo de que hablar.

El concierto por la Paz.

El concierto por la Paz en La Habana, vilipendiado y anatematizado hasta la saciedad por este sector, es el último capítulo de una ya larga e interminable saga. No vamos a hacer una cronología de la basura de estos meses, (también sería lo de nunca acabar) no hace falta si con solo algunos ejemplos es suficiente para hastiarse.

Presiones políticas a los artistas que supuestamente podrían venir a nuestro país, al punto de que algunos desistieron, presiones estas ejercidas desde los medios de (des)información masiva, llamadas telefónicas de congresistas a Juanes pidiéndole cuentas de por qué iba a realizar semejante locura, y ¡el colmo de los colmos!, amenazas de muerte al propio Juanes y a su familia a través de Twiter, pasando por la idiotez de romper discos de los cantantes que ya se sabía participarían, esto mueve a risas si no fuera tan trágicamente cierto y peligroso (y ya sabemos de lo que son capaces de hacer).

Ayer domingo Vigilia Mambisa cumplió su promesa de buscarse una aplanadora y romper más discos al son de gritos histéricos en contra de la actitud de los que cantaban en la Plaza de La Revolución en La Habana. Amigos, esto nos demuestra que además de caros abrigos de piel para un frío que no existe en nuestra isla tropical y juegos de nintendo, el dinero de los contribuyentes norteamericanos, que el congreso reparte generosamente todos los años entre estos grupos, se debe estar utilizando para comprar discos y luego destruirlos, porque dudo que haya salido de sus bolsillos.

Pero en Miami no solo viven cubanos, aquello es un mosaico de «nacionalidades», como algunos venezolanos y hondureños (que no todos) que también están formando un «exilio», y que han apoyado los golpes de estado en sus respectivos países (Venezuela en 2002 y Honduras en 2009). Pero si empezamos con esto sería lo de nunca acabar.

Por eso propongo que el tercer concierto por la Paz se realice en Miami, allí donde con tan poca paz y sosiego viven algunos, los mismos que han sido brazo ejecutor de agresivas políticas contra nuestro país. Es en Miami donde existe una guerra permanente contra todo lo que tenga que ver con Cuba y su Revolución, una guerra política, económica y cultural.

Descargo de lo dicho aquí a los sectores que en Miami están en desacuerdo con esta política recalcitrante, solo me he referido a los dinosaurios, pues se sabe que hay personas que no tienen nada que ver con este tipo de política, entre ellos los que se manifestaron ayer domingo en la acera de enfrente a Vigilia Mambisa y en contra de su paranoia. Pero este sería otro tema del cual hablar y también estudiar, que tampoco podemos ser ingenuos.

Los que vieron el concierto desarrollado aquí apreciaron a un pueblo alegre que se movilizó tranquila y voluntariamente hacia la plaza y gozó de lo lindo, cargado como siempre de confianza en su futuro, el mismo pueblo que una y otra vez llenará ese histórico lugar ante cualquier llamado de su Revolución.