Este artículo fue realizado por Dora Pérez, Jesús Arencibia, Amaury E. del Valle, Héctor Carballo, Hugo García, Julio Martínez, Luis Raúl Vázquez, Odalis Riquenes, Osviel Castro, Yahily Hernández, Lisván Lescaille y Jorge Legañoa, estudiante de Periodismo
Casi 300 jóvenes cubanos contestaron a la pregunta de Juventud Rebelde (JR) «¿Cómo quisieras que fuera la Cuba del 2020?». La mayoría pidió que entonces «haya una Cuba socialista con mayúscula, diferente pero igual a la de hoy».
Imaginar la Cuba del futuro es para cada joven cubano un cuadro particular, con diversidad de matices, donde cada pincelada es una esperanza puesta en un futuro mejor; aunque también podría asumirse como una estampa única con colores similares para todos.
Más de 280 jóvenes del país, de varios sectores sociales y provincias se atrevieron a hacer los trazos de ese país ideal al que aspiramos, cuando JR salió a las calles a preguntar cómo imaginaban la Cuba del 2020, por escoger una fecha al azar en el mañana.
Fue un cuestionamiento que para todos parecía sencillo… al principio; precisamente cerca del fin de año, una época donde se llama al recuento, a revisar proyectos inconclusos, postergados, pero especialmente a pensar en los planes próximos.
Cuando algunos consultan horóscopos, lanzan cubos de agua a la calle o esperan por la «letra del año», la mayoría de quienes fueron consultados por este diario prefieren poner los pies bien en la tierra, mirar a su alrededor e imaginar el después desde su propia realidad actual.
Un 2020 también a la izquierda
Muy pocos entre los encuestados desligaron su futuro del de Cuba, su proyecto social, incluso del entorno familiar o hasta del barrio. Pero tampoco pudieron separarlo de los problemas cotidianos de hoy, que sin lugar a dudas subyacen cuando se piensa en el mañana esperado y deseado, donde cada quien tiene su propio sueño.
Los que JR interpeló en varias provincias del país coinciden en que algunas cosas deben cambiar, «transformar lo caduco, lo sucio, sin tenerle miedo a lo nuevo», como dijera alguien; aunque eso sí, la mayoría pidió que en el 2020 «haya una Cuba socialista con mayúscula, diferente pero igual a la de hoy, donde vivir hasta que me venga la muerte».
Fue la economía el ombligo común de todas las opiniones, seguidas por las inquietudes sobre el futuro del proyecto socialista cuando ya no esté la dirección histórica de la Revolución, ante lo cual los encuestados pidieron «que el Partido esté tan unido como ahora que lo guían nuestros líderes históricos».
«Quienes nos dirijan en esa fecha deberán ser dignos seguidores de Fidel y Raúl, y heredar la capacidad política de ellos para con inteligencia sortear las presiones y duras pruebas que el imperialismo nos pondrá en el camino en su eterno afán de doblegarnos», afirmó un encuestado.
Otro pedido fue que la lealtad a los principios de la Revolución «no se quede como un cuento de hadas» y que se mantenga la dignidad de nuestra historia; así como «que los cambios venideros, que sin dudas habrá que hacer, no afecten nuestra forma de pensar y de actuar».
Muchos coincidieron en que dentro de 15 años quizá ya no esté la dirección histórica de la Revolución, pero también en que tenemos jóvenes muy bien preparados para asumir cualquier responsabilidad, y en especial para luchar «por alcanzar un mundo mejor para nuestros hijos, donde la equidad, la justicia social y la paz prevalezcan».
El socialismo cubano del siglo XXI, como lo ven nuestros jóvenes de hoy, deberá ser una sociedad donde no exista la corrupción y mejore la atención al obrero, al cual se le exija pero a la vez se le den más condiciones de trabajo y vea en su salario un pago justo a sus esfuerzos.
«Si hemos sabido rectificar nuestros errores con valentía, en 48 años de Revolución, y hoy todavía tenemos muchos errores, este momento no es la excepción. Hay cosas por enderezar y hay mucha gente trabajando para ello. Yo confío en que 20 años serán suficientes para que hayamos derrotado la corrupción, el delito y las indisciplinas sociales»
Pero para eso, reflexionaron los interrogados, «necesitaremos líderes eficientes», que «quienes dirijan el país para ese entonces tengan una visión similar a la de Fidel, una comprensión de los principales fenómenos del mundo. Aunque es preciso perfeccionar el socialismo, interpretar sus aciertos y sacar experiencias de sus errores, para construir una sociedad mejor».
Por eso, no pocos subrayaron la urgencia de practicar más la crítica y la autocrítica, «pues si no se critica, seguiremos mal, porque si bien hoy en muchos lados se habla de practicarla, eso es, a veces, demagógico, y en realidad no se hace», recalcaba alguien.
«Me gustaría empezar -aclaraba uno de los jóvenes- por un anhelo de muchos: que la doble moral desaparezca por completo. Quiero convivir con personas más conscientes en todos los aspectos; personas que puedan en realidad hacer valer sus conocimientos».
Y a su vez coincidieron en que para lograrlo se debe eliminar de una vez la hipocresía, la doble moral y especialmente la corrupción, «pues hay quienes suelen pedir a los colectivos que dirigen honradez, ahorro, sacrificios, cuando ellos mismos jamás lo hacen».
Por sentado dan muchos de los encuestados que para el 2020 ya los Cinco cubanos presos injustamente en Estados Unidos habrán regresado, mientras que varias opiniones recuerdan que no se deben perder de vista la lucha por la equidad, la justicia social y la paz, para la Isla y el mundo donde vivirán nuestros hijos.
«¿Cómo no va a ser posible que el futuro nos pertenezca?, si los jóvenes somos el relevo y sabemos lo que queremos», sentenció uno.
Bucanero a peso
Entre todos los cubanos interrogados por JR, ninguno dejó de mencionar el tema económico, como evidencia palpable de la preocupación por este importante aspecto, que tanto ha golpeado en los últimos tiempos. Por eso no es de extrañar que entre los 280 entrevistados, todos, de una u otra manera, anhelaran un futuro sin tantas urgencias económicas.
«Quisiera un país en el que el dinero le alcance a las personas para sus necesidades, que los precios de los productos estén en correspondencia con el salario de los trabajadores y que siga la igualdad entre todos», decía uno de los jóvenes interrogados.
Continuar con las transformaciones derivadas de los programas de la Batalla de Ideas y lograr que muchas profesiones terminen de tener un verdadero reconocimiento social, estuvo en el punto de mira, donde se clamó «por una Cuba en que la diferencia sea precisamente diferencia: que el obrero, el técnico, el profesional puedan vivir mejor que los negociantes y los vagos».
Otros, en cambio, se quejaron de la dualidad de monedas y piden que para el 2020 eso sea algo que haya quedado atrás, cuando el peso cubano al fin se equipare al convertible, «porque ahora solo pueden acceder a los mejores productos y servicios aquellos que tienen divisas».
Este tema de la dualidad monetaria y las diferencias inevitables que implica, estuvo en el centro de muchas opiniones, por lo cual no fue extraño recopilar visiones como la de quien imaginó que «con nuestro dinero, en el 2020 podremos asistir a todos los lugares».
No podía faltar en la elevación del nivel de vida que la mayoría espera, las mejoras del transporte y la vivienda, «para que todos los jóvenes puedan tener su casa». Y hubo hasta quien avizoró para ese entonces que la infraestructura de comunicación por carretera o por ferrocarril será mejor, o el que sugirió que «existirá una doble vía de ferrocarril para que los viajes no demoren tanto como ahora. Y también en nuestras carreteras cada pocos kilómetros habrá servicios claves».
Un punto muy mencionado fue el fin del bloqueo norteamericano, máxime si se tiene en cuenta que el 70 por ciento de los cubanos, y por ende todos los jóvenes de hoy, nacieron bajo esa genocida política. Incluso alguno soñó en que para ese momento tendremos relaciones comerciales con Estados Unidos.
No faltó tampoco quien hiciera votos por el desarrollo industrial o por la agilización de los trámites de compraventa internos; al igual que hubo voces de alerta sobre la necesidad de que para entonces hayamos diversificado nuestros socios comerciales foráneos.
Como es obvio salieron a la palestra nuestras calles, «que ya estarán en su totalidad arregladas y alumbradas» y la técnica agrícola con que contarán los campesinos, sin duda, abundante y moderna.
Siempre alguien dijo que «si para entonces no tenemos periodo especial ya es bastante, lo demás viene solo.»
Campeones mundiales de futbol
Fuera del ámbito del bolsillo, individual o social, el joven cubano de hoy quisiera un desarrollo económico más que nada para que eso asegure «mayores aspiraciones y motivaciones de índole espiritual, de desarrollo profesional y de cultura».
«Quisiera que mi Cuba para el 2020 fuese una nación llena de intelectuales, estoy seguro de que en cada esquina habrá un profesional y eso significa avance», nos dijo un joven interrogado por JR al reflexionar sobre la educación, mientras que otro, valorando críticamente el tema, pidió que «sin perder las bondades de la educación cubana, la gente deberá esforzarse un poco más intelectualmente para obtener una licenciatura».
Que sigan formándose nuevos profesores y maestros para que la educación esté en el primer nivel, e incluso exista una mayor conciencia ambiental, para que todos cuiden más, como dijera alguien, «desde las lagartijas hasta los gorriones» estuvo entre las añoranzas; y no faltó quien creyera que para entonces «los niños no tendrán que ir a la escuela más de una vez a la semana, existirán los planes intensivos de educación a todos los niveles y estaremos en la batalla por la maestría masiva».
«Poseeremos el nivel educacional más alto del planeta, por ende, habrá menos mediocridad y miserias humanas, las personas sabrán comprenderse mejor unas a otras», reflexionó un interpelado, mientras que una madre, más urgida por la cotidianidad fue específica al pedir que dentro de unos años «haya más círculos infantiles para las trabajadoras, pues pagamos muy caro a las cuidadoras de niños».
Casi todo el mundo soñó con «un país verdaderamente culto, con mayor educación formal y cortesía», en el cual haya más lugares donde recrearse, con programas de TV que lleguen mejor a la juventud.
«Una sociedad altamente tecnificada, donde la computación habrá llegado a nuestras casas, y las computadoras podrán adquirirse en una tienda, como otro artículo de la vida normal», imaginó un joven cubano.
Y hasta los hubo que, amantes del deporte, se imaginaron el país del mañana «con más opciones para los que deseen ser deportistas, con más lugares donde se pueda practicar» y hasta soñadores que vaticinaron que el 2020 los cubanos «clasificaremos para un Panamericano de fútbol, y quién sabe si para el Mundial».
Médicos en Groenlandia
Tendremos médicos y maestros hasta en Groenlandia. Veo al país en el 2020 integrado a una Comunidad Socialista de Naciones Latinoamericanas. Desearía una Cuba que tuviera por vecino a un poderoso país norteño que aprendió al fin mucho de sus errores en el pasado, y que vive en armonía con todos sus vecinos, aunque sea algo que no se haya visto nunca hasta ahora.
Estas y otras opiniones definieron las relaciones de la Cuba futura con el mundo y entre los propios cubanos, que fue otro de los temas más tocados por cada joven que abordó JR en cualquier parte del país, y en que todos coincidieron en que habrá mejorado el nivel de vida, «tendremos un país unido y solidario, y todos seremos una gran familia».
Una juventud sana, sin vicios, no corrupta y con un amor infinito a la Revolución, a sus padres, a la Patria y al socialismo; respeto a la sexualidad de las personas y que se erradiquen las indisciplinas sociales para que nuestros hijos puedan crecer seguros y bien educados, fueron otros anhelos expresados.
Una madre aseguró que «desearía para mi hija la misma libertad que tenemos, sus maestros, sus amigos, su suelo», y otra mujer quiso para esa fecha vivir «sin tantos momentos angustiosos que se viven hoy en día por motivos muy diversos, ya sea en la esfera económica, política o social».
Que el cubano siga amando a su Patria por encima de todo y de todos, un mundo donde se respeten las diferencias y se aprenda a aceptarlas, aun cuando se piense distinto, fueron otras aspiraciones; y una universitaria se imaginó a la Cuba futura «sin apagones, sin prostitución».
Que todo el mundo se lleve bien, que existan los amigos, que las personas sean más respetuosas, más cariñosas y que los mayores respeten a los jóvenes, que no invadan su manera de ser, que todos los niños tengan juguetes, estuvieron también entre las opiniones recogidas.
Muchos cubanos jóvenes de hoy, que para entonces quizá peinen canas, no pudieron dejar de ver el futuro de Cuba desligado del de su entorno íntimo, y por eso quieren que para ese entonces «mi gente siga unida, yo haya encontrado una pareja verdadera y ya tenga mi propia familia».
De manera muy gráfica y optimista otra joven se refirió al tema cuando relató que cada mañana observa cómo alrededor de su casa, donde se están construyendo varias obras a la vez, existe un tremendo fanguizal que a ratos le hace infranqueable el acceso al barrio a los vecinos.
«No veo a Cuba desvinculada de mi barrio. Estoy segura que en muy poco tiempo mi calle ya no será así, y los vecinos descubriremos una amplia avenida que enlazará varios repartos y crecerán miles de viviendas nuevas a nuestro alrededor. Ese es también el futuro de Cuba», aseguró.
Bailaremos tecnotimba
«Nadie se acordará del reguetón, y Silvio tendrá una estatua en La Habana», fue categórico un joven al preguntarle cómo veía a Cuba en el 2020, y otro enfatizó en que no tiene dudas de que para ese entonces «podré volver a dar la vuelta a Cuba en el turismo nacional, como cuando era un bebé».
En plena calle, y sin ningún reparo, una criollita sonrió al afirmar que «si tengo para entonces ya un hijo varón, le pondré Fidel», y a cientos de kilómetros de allí, en otra provincia, no faltó el «filósofo» que reflexionara en la necesidad de que en los años venideros «Cuba no solo debe abrirse al mundo sino también a los cubanos, pues debe revisarse, considerar que en aras de otorgar igualdades también se han abierto grandes desigualdades, y eso hay que solucionarlo».
Hostigado por los viajes de un lado a otro, un muchacho fue explícito al declarar que en unos pocos años quizá «los machacantes de camiones y camionetas, motoristas y «merolicos» serán licenciados y másters, pero lo seguirán haciendo»; aunque acto seguido, poniendo cara de duda confesó al reportero: «De lo que no estoy seguro es de la alimentación, porque cuando todos seamos licenciados ¿quién va a querer un machete, un arado o andar detrás de una vaca? Eso sí, estoy muy seguro de que seguiremos la Revolución y eso te lo aseguro porque el cubano es ¡bicho malo!»
Otro soñador, con los pies en el 2020, dijo: «creo que por fin para entonces habré visto una pirámide en Egipto, quizá La Gioconda en el Louvre o la Gran Muralla China, pero aun cuando viaje, siempre volvería a mi tierra a compartir el destino de mi país, de mi gente, porque no cabe en mi cabeza vivir y ser enterrado en otra tierra que no sea esta que disfrutamos con sus defectos y virtudes».
Salvo en muy contadas personas, cada cual está seguro de que el futuro será mejor, y se ven a ellos y a su familia viviendo en una Cuba más desarrollada, «en un país lindo, de gente alegre y solidaria».
Quizá por eso un chofer encuestado en la región oriental, al detener su carro en plena calle, afirmó en buen cubano: «¿El 2020?… ¡Chico, sencillo! Me imagino la Cuba del 2020 con la carne de puerco más barata, con los programas de suministro de agua al kilo, con ómnibus cada 10 minutos, con la carne de res otra vez todas las semanas… ¡Ah! y sin la necesidad de hacer este tipo de encuestas».