Hay embajadores, hay ex embajadores y hay intelectuales que se han convertido en verdaderos maestros de todos nosotros. Gonzalo Puente Ojea [GPO], que no por casualidad nació en Cienfuegos (Cuba), en 1927, el más admirable ex embajador español en el Vaticano, pertenece a las tres categorías. A la última de ellas de forma destacada. Por […]
Hay embajadores, hay ex embajadores y hay intelectuales que se han convertido en verdaderos maestros de todos nosotros. Gonzalo Puente Ojea [GPO], que no por casualidad nació en Cienfuegos (Cuba), en 1927, el más admirable ex embajador español en el Vaticano, pertenece a las tres categorías. A la última de ellas de forma destacada.
Por ello, vale la pena retomar algunas consideraciones vertidas por el autor de La cruz y la corona en una reciente entrevista con Alberto Pradilla para Gara [1].
Para GPO, el «caso Urdangarin», la trama UBT, «representa el clímax de un proceso iniciado con la muerte del dictador en 1976, un pacto clandestino del que la opinión pública nunca tuvo una conciencia clara. Urdangarin es la explosión pública de un pacto de silencio». Eso sí, añade el ex embajador, «con características y tonos de una delincuencia impensable y que deja a la corona española corrompida e inhabilitada para continuar en sus funciones si en España existiese de verdad una opinión pública». Hay, pues, que abonarla.
Sobre el papel del suegro del yernísimo y padre de Cristina de Borbón en esta aléfica trama de corrupción, asalto a las finanzas públicas e infame uso del Estado, comenta: «Yo no tengo documentos para acusarlo de ningún crimen pero, evidentemente, las pequeñas minorías bien informadas en el Estado español saben muy bien lo que pasó y lo que no pasó en la Zarzuela y sus aledaños. Urdangarin, aún sin ser de la sangre del monarca, representa lo mismo». GPO recuerda que la primera autoridad del Estado «tiene la condición de persona inviolable, una institución de derecho feudal que ninguna constitución moderna reconoce», condición que le sitúa al margen de todo control judicial. El cinismo, añade, «llevado a su máxima expresión».
Sobre la infanta, la señora del yernísimo, apunta GPO: «[…] existen otras personas como Cristina, que está dentro de la línea sucesoria. Urdangarin no es un ser aislado, a pesar de que se intentará excluir de toda responsabilidad a la infanta». En su opinión, si el poder judicial no quiere cubrir con «un baldón supletorio a todo lo que está haciendo tendrá consecuencias directas para la Corona como tal». La razón es obvia: «una infanta de España está complicada en uno de los negocios más burdos y descarados». Y aunque se quieran presentar como negocios privados, recuerda el ex embajador, «los negocios eran del presupuesto público español».
Hasta aquí los comentarios el ex embajador en el Vaticano. Vale la pena tomar pie en lo señalado para aproximarse a la cúspide de la Familia. Puede parecer un reportaje de «Hola» pero ayuda a ver las disidencias monárquicas. Los bloques dominantes, también el borbónico-español, no están hechos de hormigón.
Según varias informaciones [2], El Confidencial es una de ellas, el estallido del caso Urdangarin-Borbón-Torres, que estos medios no inocentemente llaman «caso Urdangarin», ha enrarecido aún más las ya tensas y distantes relaciones entre Juan Carlos I y la reina, «que hacen vidas prácticamente separadas, más allá de los actos oficiales compartidos por el jefe del Estado y su esposa, desde hace más de una década». Es cosa de ellos, desde luego, la forma en la que quieren vivir su vida.
Las fuentes de la información, según la citada publicación, se ubican en las cercanías de La Zarzuela. Sostienen esas fuentes «que las insólitas medidas adoptadas por la Casa del Rey en las últimas semanas, hacer públicas sus finanzas y apartar a Iñaki Urdangarin de la agenda oficial, tal vez hayan amortiguado el desgaste de la Corona, pero a costa de envenenar las relaciones personales entre los miembros de la Familia Real». Prueba de lo anterior: por primera vez en los 36 años de reinado borbónico, «las desavenencias entre ambos, lejos de resolverse en el ámbito privado, se han aireado de forma ostentosa».
El detonante: el viaje de la Reina a Washington el pasado 30 de noviembre de 2011, en plena eclosión del escándalo UBT, para visitar a su yerno, a su hija y a sus cuatro nietos, y darles respaldo público. La Reina no sólo viajó a EEUU, en contra -se dice- del criterio de Juan Carlos I y sus asesores, partidarios de aislar al duque palmesano sea como fuere para evitar manchas en la institución, «sino que autorizó expresamente al semanario «¡Hola!» a publicar unas fotografías en las que Doña Sofía aparecía con los Duques de Palma en las calles de la capital estadounidense». La revista, que leen o miran en torno a un millón de españoles y españolas (sobre todo, estas últimas), apareció con la foto en portada. Aquel reportaje, añade El Confidencial, «fue un claro desafío a la voluntad del monarca por parte de su consorte».
Según las fuentes consultadas por la publicación, que no cita claro está, lo sucedido es «la última muesca de un largo historial de desencuentros entre los Reyes, que vivieron uno de sus más agrios enfrentamientos a raíz del compromiso matrimonial del heredero de la Corona». Fue la primera autoridad del Estado quien se opuso firmemente a ese enlace; no había sangre real en las arterias y venas de una periodista. La Reina está educada por el Opus, pero el Rey no es ningún progre. La educación franquista dejó huella en él. Según parece, la Reina se enfrentó al Rey y se puso del lado de su hijo; otra brecha a tener en cuenta en el futuro.
La Reina, sin duda, tiene amistades peligrosas, muy peligrosas. Desde más de una década pasa gran parte de los fines de semana en Londres en compañía de su hermano, el depuesto rey Constantino de Grecia, y la esposa de éste, en el exilio ambos desde 1967. La hermana de la Reina, Irene de Grecia, es compañera de sus viajes reales .
En «Diez Minutos» se asegura que la Reina Sofía pasó sola la Nochevieja. Es poco probable pero puede ser que la suegra del imputado por el caso Palma Arena, la madre de la copropietaria de Aizoon, una de las empresas de la trama, no lo esté pasando bien. No por decencia, porque crea que la infamia, esta vez, ha colmado el vaso. No.
Tomen nota: según la citada publicación, la Reina de España está «convencida» de la inocencia de Urdangarin. Como han leído. ¡De la inocencia de alguien que tomó las finanzas públicas por asalto y creyó que el Estado era el salón de su palacete!
En resumen: la estrategia del Rey y de sus asesores -aislar a Urdangarin, incluso a la infanta si fuera necesario- y remarcar «la honestidad borbónica» y su rápida intervención (conjetura que presenta decenas de flecos para hacerla creíble) tiene ya una consecuencia impensable hace apenas medio año: el desacuerdo, públicamente manifestado, que no debe ser nada afable, entre las dos máximas cabezas de la Monarquía española.
Ni que decir tienen que las desavenencias son superadas y olvidadas rápidamente cuando la situación lo requiere y que el punto, esencial desde luego, sigue siendo que la ciudadanía crítica no se trague un cuento de princesas que no se enteran de nada, ni incluso de lo que ocurre en su propia casa, y de Reyes que no saben ni las tramas que se organizan en palacetes familiares ni en sus propios palacios; lo suyo es la caza. Uno de aquellos cuentos que ya denunciara el gran poeta republicano León Felipe.
Conocemos bien todos esos cuentos. ¡Estamos cansados de ellos!
Notas:
[1] http://www.gara.net/paperezkoa/20120113/315110/es/Urdangarin-deja-Corona-corrompida-e-inhabilitada
[2] http://dvocion.diariovasco.com/famosos/revistas/reina-sofia-inaki-urdangarin-201201110953.php
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