Podríamos concluir, ahora con Bertolt Brecht: decir la verdad en política, y en tiempos menesterosos, es revolucionario y además difícil y costoso. Hará falta, una vez más, coraje para decirla, inteligencia para descubrirla, arte para hacerla manejable, buen juicio para decidir quiénes serán en nuestro tiempo sus mejores portadores y astucia par divulgarla. Francisco Fernández […]
Francisco Fernández Buey (2010)
Iba a escribir otra nota. La desinformación e intoxicación de El País me obliga a cambiar de planes. Sirvan estas breves líneas como preámbulo de una serie que vendrá a continuación. Por si se me olvida, recuerdo el titular de El País: «Garzón prepara un nuevo partido sin las siglas de IU» ¿Garzón, que puede dar lecciones de comportamiento democrático a muchos que se las dan de todo, es acaso una especie de dios omnipotente y autoritario que hace y deshace según el viento, las conexiones neuronales y el crecimiento del PIB en Australia?
Decid la verdad en política, coraje para transmitirla, inteligencia para investigar y a veces descubrir, praxis para hacerla manejable, juicio prudente para tomar decisiones, astucia bien entendida para divulgarla… nada de eso tiene que ver con las prácticas usuales de PRISA y sus propietarios, Cebrián, los bancos españoles y los fondos de inversión estadounidenses. Su norma: servilismo con los amigos, formas elegantes con los adversarios asimilados y caña y bajeza con aquellos que resisten y se atreven a decir que no.
Lo sucedido con la información que El País dio el pasado sábado 2 de enero sobre Izquierda Unida, recuerda otros momentos estelares del falsario global-imperial. Aparte del sabido caso de Julio Anguita y sus compañeros, hace treinta años en tiempos de Marcelino Camacho, tergiversó y ridiculizó hasta la náusea las posiciones críticas de los que ya entonces intentaron luchar contra la derechización del sindicato obrero de la lucha antifranquista. Agustín Moreno fue otra de sus víctimas. Nunca les tembló el pulso. Ni entonces ni seguramente ahora.
Sería absurdo preguntarnos la fuente real de la información, la comprobación, el control del diario, los responsables que han tomado la decisión, la finalidad de fondo de la intoxicación, etc. Para El País, para sus objetivos de cuidar, abonar y ampliar el sistema todo vale. Barra libre.
Pero desde luego no conseguirán que las gentes que no quieren claudicar claudiquen y se pongan a su servicio.
Los activistas de IU, que independientemente del resultado electoral han realizado una gran y admirable campaña política tienen todo el derecho del mundo a tomar sus decisiones con calma, en discusión abierta, con informaciones contrastadas y sin intoxicaciones interesadas. Es decir, lo más obvio, lo más evidente, lo más elemental. Y por supuesto, pueden pensar prudente y libremente en todas las direcciones y escenarios posibles. Como decía un maestro de muchos de nosotros, todo pensamiento decente debe estar en crisis permanente y por la misma razón toda organización debe avanzar con dudas y perplejidades a la búsqueda de los mejores procedimientos y los propósitos más nobles.
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