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Dominación sexual de uniforme: un valor norteamericano

Fuentes: Znet en español

Las imágenes de humillación y sumisión sexual de Abu Ghraib han puesto de manifiesto los increíbles estándares de racismo, misoginia, homofobia, arrogancia nacional e hipersexualidad que caracterizan a los militares norteamericanos. La dominación sexual en el ejército no es ni «contraria a los valores americanos» ni simplemente asunto de algunas «manzanas podridas», más bien se […]

Las imágenes de humillación y sumisión sexual de Abu Ghraib han puesto de manifiesto los increíbles estándares de racismo, misoginia, homofobia, arrogancia nacional e hipersexualidad que caracterizan a los militares norteamericanos. La dominación sexual en el ejército no es ni «contraria a los valores americanos» ni simplemente asunto de algunas «manzanas podridas», más bien se trata de una práctica diaria.

La excusa de «las manzanas podridas» es inexplicablemente inadecuada y poco sincera.

Si el hecho de estrechar el cerco de la investigación en torno a la trasgresión individual puede proporcionar un oportuno escudo protector a los militares, también desvía la atención de realidades mucho más problemáticas. Las fotos de Abu Ghraib revelan tanto sobre nuestra nación como sobre los soldados de la 372 Compañía de la Policía Militar.

Como nuestro presidente dejó claro, el objetivo de la invasión y ocupación de Irak era poner de rodillas a la oposición iraquí. ¿A qué viene entonces la sorpresa por ver a los soldados entusiasmados al cumplirlo de forma tan literal? La escena en la que un iraquí está arrodillado con el pene de otro en su boca o cerca de ella nos ha dejado a todos estupefactos. Pero la exigencia de nuestros lideres de humillar a árabes y musulmanes desnudos no fue tan silenciosa como para ser oída sólo por algunos soldados descarriados.

Los prisioneros iraquíes fueron obligados a vestir ropa interior femenina. Los que lucharon por la igualdad de la mujer para servir en el ejército deberían poner atención. La degradación y la flaqueza son iguales para los hombres y las mujeres en este ejército de hombres.

Mucho se ha opinado sobre el papel desempeñado por la soldado Lynndie England, la chica que levanta el pulgar frente a la tortura del prisionero. Su culpabilidad parece evidente y, de vuelta a su territorio, England va a tener que defenderse con uñas y dientes para salvar la piel.

Pero England es la segunda chica de portada de la historia por entregas iraquí sobre la integración sexual de los militares estadounidenses. Jessica Lynch fue la primera. Dos chicas jóvenes, de clase trabajadora, provincianas y ansiosas por salir de las limitaciones del lugar y su entorno. Escapar, escaparon, hacia los brazos acogedores de una institución que utilizó a una para reagrupar a la nación en torno a un relato sobre la valiente mujer en peligro, rescatada de las oscuras hordas salvajes. Y que utilizará a la otra como cabeza de turco para aplacar las angustias de una nación con problemas.

En su papel de dominadora de los hombres iraquíes England exhibe la sexualización de la conquista nacional. Como participante en la construcción militarizada de lo masculino inaugura una nueva especie de aterrador arquetipo: mujer de nación dominante como entusiasta agente de humillación sexual, nacional, racial y religiosa. ¿Qué tal eso como liberación?

Dejando a un lado a Lynndie England, las escenas de Abu Ghraib representan la dominación sexual como rasgo de la hipermasculinidad militar. Las estremecedoras revelaciones del Denver Post sobre los abusos sexuales y violaciones de multitud de mujeres militares son una indicación más de que la dominación sexual de uniforme difícilmente se puede considerar una excepción.

Nuestro ejército se erige sobre la diaria subyugación de miles y miles de mujeres a los apetitos sexuales de nuestros militares en el exterior. Para subordinar los intereses nacionales de países de todo el mundo a los intereses geopolíticos de EEUU se requiere, aparentemente, el sacrificio sexual de una parte de las mujeres, mujeres pobres, de esos países.

La prostitución militar es considerada descanso y sosiego, entretenimiento para las tropas. Mientras el supuesto «objetivo» de la humillación sexual de los prisioneros de Abu Ghraib era obtener información vital, las fotos nos muestran una historia más pervertida. Las caras alegres nos dicen que, teatralizar la violación simbólica de la nación iraquí representando la dominación sexual sobre los iraquíes es muy divertido.

Dándose a sí mismos el papel de directores y actores en la obra de teatro de la humillación sexual, los guardas de la prisión pensaban claramente que podían hacer lo que les viniese en gana, y disfrutaron a tope mientras lo hacían. ¿Era anti-norteamericano pensar así? No cuando el mensaje fundamental de su comandante en jefe al pueblo iraquí fue: «Os vais a inclinar ante nuestra capacidad de dominación, y vamos a ejercer esa dominación a pesar de la oposición global»

El forcejeo por atribuir culpabilidades se ha convertido en un tango político de altos vuelos. Esta lucha se intensificará. Aunque no hay duda de que todos los responsables, desde los directamente implicados hasta los de arriba, deben ser obligados a rendir cuentas, la culpabilidad va mucho más lejos.

Puede ser difícil despertar cada mañana y enfrentarse con este hecho, pero todos, colectivamente, somos culpables de raíz. Elegimos representantes que alimentan el monstruo bélico. Aplaudimos la hipermasculinidad sádica premiando a aquellos que mejor la personifican con cargos de gobernador (ej. Arnold Schwarzenneger). Dedicamos vastos recursos para la opresión y la disciplina en nuestro sistema de justicia criminal. Y nos engañamos a nosotros mismos constantemente.

El mundo está harto y profundamente indignado por la deshonrosa afirmación de inocencia de América.

Los soldados de Abu Ghraib han levantado el telón de sus perversas representaciones para que podamos ver quiénes somos. ¿Tenemos el valor de mirar? ¿Tenemos la voluntad de cambiar?

* Linda Burnham es la directora del Centro de Apoyo a las Mujeres de Color (Women of Color Resource Center) en Oakland, California (www.coloredgirls.org). Va a salir próximamente un número especial de «War Times» (www.war-times.org) sobre temas de género, raza y guerra.
Título original: Sexual Domination in Uniform: An American Value
Origen: ZNet, War Times 19 de mayo 2004
Traducido por Alegría Beltrán y revisado por Fran Bastida