El día mundial de las misiones católicas se celebra el 23 de octubre; la iglesia católica española con 15.000 misioneros en todo el mundo aportará 15 millones de euros, de la colecta popular que realizan estos días, al fondo de misiones que controla directamente el Vaticano y todo, como es habitual en la iglesia, libre […]
El día mundial de las misiones católicas se celebra el 23 de octubre; la iglesia católica española con 15.000 misioneros en todo el mundo aportará 15 millones de euros, de la colecta popular que realizan estos días, al fondo de misiones que controla directamente el Vaticano y todo, como es habitual en la iglesia, libre de impuestos.
La iglesia lanza una campaña para embellecer la labor de los misioneros españoles por todo el mundo. No se puede ni rechistar: ¡la labor es extraordinaria!, hay que decir. Este año han encargado a Pilar Rahola el discurso oficial de Domund-España. Ni Teresa de Calcuta lo hubiera hecho mejor. Rahola hace una loa a la labor de las misiones y a pesar de declarase no creyente afirma que «El catecismo, sin duda, es el programa político más sólido y fiable que podamos imaginar». El discurso de Rahola no tiene desperdicio es de un empalagoso que da asco y el hecho de declarase no creyente es un buen marketing: ¡hasta los no creyentes alaban las misiones! Es tan eficaz que hasta el Vaticano lo ha colgado en su web, traducido a varios idiomas.
El Estado actúa, en ocasiones, como si estos misioneros fueran cooperantes. «Nuestros misioneros nuestros mejores cooperantes» han declarado ya varios Secretarios de Estado de cooperación. De hecho en el estatuto del cooperante se contempla que las personas adscritas a las misiones puedan acogerse al seguro del cooperante que paga la AECI. Por lo demás, una parte de ayuda de cooperación al desarrollo se canaliza a través de las misiones católicas y sus ONGS. Incluso algún colegio de la red pública de colegios en el extranjero es gestionado por congregaciones religiosas como es el caso del colegio público en Guinea Ecuatorial cedido, hace años, a los Salesianos.
Pero lo más importante es toda la publicidad que desde las televisiones públicas -también desde las privadas- dan a las misiones católicas. Desgraciadamente las misiones católicas no son más que una expresión del colonialismo europeo o del imperialismo de los EEUU.
África es un punto esencial para los católicos. La denominada África negra fue colonizada como una entera empresa extractiva de recursos y en ese colonialismo del XIX y XX las misiones jugaron un papel pionero, como lo hicieron cuatro siglos atrás en América. El expolio africano fue acompañado por la aculturación de los africanos mediante la implantación del catolicismo y el racismo. Los Padres Blancos, los Combonianos, y muchas otras órdenes religiosas misioneras se implantaron en África al tiempo que lo hacían los exportadores de minerales, diamantes y oro. En el caso de Asia y la implantación del catolicismo en Indochina francesa, Camboya o Japón etc fue también una empresa colosal que sino cumplió sus objetivos como en África, ya que no pudieron evangelizar masivamente a sus poblaciones, si ha logrado mucha influencia en sus elites económicas y políticas. La revolución china, los procesos revolucionarios en Indochina ,en todos esos procesos, la iglesia católica se alineó claramente con el colonizador y a los que cayeron en el combate recibieron el título de mártir.
Uno de los escándalos más impresionante que hemos conocido en estas últimas décadas ha sido el papel de los Padres Blancos y otras misiones en el conflicto de Ruanda. En su discurso con motivo del 20º aniversario del genocidio el pasado 6 de abril en Kigali, el presidente Paul Kagame apuntó directamente a «los misioneros franceses y belgas que se establecieron en nuestro país como los responsables de enraizar la ideología que animó a los asesinos a matar a cerca de un millón de tutsis de abril a julio de 1994«. En efecto, los misioneros de los Padres Blancos junto con la iglesia católica en conjunto fueron los que azuzaron el odio a los tutsi durante años en defensa de los intereses franceses y belgas. Todo esto venía de lejos ya que la iglesia católica y sus misioneros fueron los inductores de diversas matanzas en Ruanda, como la de Todos los Santos de 1959, o la de Navidad Roja de 1963.
En el año 1994 el gobierno hutu de Ruanda era en verdad un verdadero gobierno católico, con una gran influencia del OPUS y otras sectas católicas carismáticas. El tribunal internacional contra los crímenes de guerra en Ruanda cerró sus puertas en el años 2005 y pese a los pobres resultados, 69 personas fueron condenadas por delitos de lesa humanidad, entre ellas muchos misioneros y misioneras católicos y evangélicos. Se ha denunciado, que cientos de criminales de guerra, entre ellos muchos misioneros católicos -alguno de los cuales eran españoles-, fueron esparcidos por las parroquias Centroeuropa, en complicidad con el Vaticano y de iglesias europeas locales.
En otras partes del mundo los misioneros y las misioneras compiten por la hegemonía del cristianismo. En efecto, la actividad evangelizadora compulsiva de las iglesias evangélicas norteamericanas y brasileñas compiten con el catolicismo en los barrios más pobres de Latinoamérica y entre los indígenas. En una de las zonas más pobres de México, en el estado de Chiapas, se habla a menudo de guerra religiosa debido al enfrentamiento entre religiones evangélicas y católicos. Todas las religiones buscan sus adeptos entre los más pobres y algunas lo buscan entre clases medias; este es el caso de los mormones que tiene activos cada año 83.000 misioneros por todo el mundo y por ello en Latinoamérica están experimentando un ascenso imparable.
Los misioneros no son cooperantes que buscan un mundo en paz. Buscan expandir su fe. Y su fe, a veces, es utilizada para defender, por las armas, intereses neocoloniales, como ocurrió en Ruanda en 1994.
Antonio Gómez Movellán. Europa Laica.
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