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El escenario de Jeroen van der Veer, presidente de Royal Dutch Shell y la opinión de globalizate.org

Dos futuros energéticos

Fuentes: www.globalizate.org

  Para el año 2100, el sistema mundial energético será radicalmente distinto al actual. Las fuentes renovables de energía, incluidas la solar, eólica, hidroeléctrica y los biocombustibles, así como la energía nuclear, constituirán una parte importante de la ecuación. La humanidad habrá encontrado mecanismos para manejar la contaminación ambiental y las emisiones de gases de […]

 

Para el año 2100, el sistema mundial energético será radicalmente distinto al actual. Las fuentes renovables de energía, incluidas la solar, eólica, hidroeléctrica y los biocombustibles, así como la energía nuclear, constituirán una parte importante de la ecuación. La humanidad habrá encontrado mecanismos para manejar la contaminación ambiental y las emisiones de gases de efecto invernadero. Nuevas tecnologías habrán reducido la cantidad de energía necesaria para el funcionamiento de edificios y vehículos.

Sin duda el futuro distante parece prometedor, pero mucho dependerá de cómo lleguemos a él. Para ello hay dos rutas o escenarios posibles. Llamemos al primero de ellos Scramble (Carrera): como en un rally por un desierto montañoso, habrá emoción y una intensa competencia. Sin embargo, la consecuencia involuntaria de una carrera precipitada será una menor velocidad de los corredores, y muchos choques en el camino.

El escenario alternativo bien puede ser llamado Blueprints (Anteproyecto). Este escenario nos hace pensar en una carrera prudente, con arranques en falso que obligan a todos los corredores a regresar a la meta, y que se desarrolla en un camino en construcción. Llegar sanos y salvos a nuestro destino final depende de la disciplina de los conductores y del ingenio de todos los que estén implicados en el esfuerzo de construcción. La innovación tecnológica asegura que se mantenga la emoción.

Independientemente del camino que elijamos, el predicamento que enfrenta el mundo actual limita nuestro espacio de maniobra. Estamos experimentando un aumento significativo en la demanda de energía vinculado al desarrollo demográfico y económico. Probablemente después del 2015 las reservas de petróleo y gas a las cuales tenemos fácil acceso no podrán mantener el paso del crecimiento de la demanda.

Como resultado, no tendremos más opción que integrar otras fuentes de energía; renovables, sí, pero también más energía nuclear y combustibles fósiles no convencionales, tales como arenas bituminosas. El uso de más energía se traduce en mayores emisiones de CO2 en una época en la que el cambio climático se ha convertido en un tema crítico alrededor del mundo.

En el escenario Scramble, las naciones buscan asegurar recursos energéticos para su propio abastecimiento, temiendo que la seguridad energética es un juego de suma-cero en el que hay ganadores y perdedores. El uso de carbón y biocombustibles de origen local aumenta rápidamente. Los tomadores de decisiones optan por el camino que ofrece menos resistencia y le dan poca atención a la reducción del consumo de energía, hasta que el abastecimiento empieza a escasear. Asimismo, y a pesar de la retórica, las emisiones de gases de efecto invernadero no son abordadas de manera seria hasta que producen graves consecuencias que desencadenan reacciones políticas. Dado que las respuestas llegan tarde, tienen que ser severas y conducen a incrementos y volatilidad en los precios de la energía.

El escenario Blueprints resulta ser menos doloroso, pese a que su comienzo es más desordenado. Surgen numerosas coaliciones para enfrentar, mediante la cooperación internacional, los retos del desarrollo económico, la seguridad energética y la contaminación ambiental. A nivel local se genera gran innovación, ya que las grandes ciudades desarrollan relaciones con la industria para reducir las emisiones locales. Los gobiernos nacionales introducen estándares de eficiencia, impuestos y otros instrumentos de políticas públicas para mejorar el desempeño ambiental de edificios, vehículos y combustibles para el transporte.

Adicionalmente, mientras más voces se unen al llamado a la harmonización, las políticas públicas alrededor de mundo convergen. Los mecanismos de comercio de derechos de emisión cap-and-trade que establecen un precio a los costos de las emisiones industriales de CO2, obtienen una gran aceptación internacional. A su vez, los incrementos en el precio del CO2 aceleran la innovación y generan grandes avances. Un creciente número de automóviles funciona con electricidad o hidrógeno, mientras que instalaciones industriales son equipadas con tecnología para capturar y almacenar en el subsuelo CO2.

Manteniendo estos dos escenarios plausibles en mente, el hecho es que no será sino hasta dentro de algunos años cuando sabremos si la Declaración de Bali de diciembre del 2007 sobre el cambio climático quedará sólo en palabras o será el principio de los esfuerzos a nivel internacional para dar respuesta al problema. Mucho dependerá de cómo evoluciona la posición de China, la Unión Europea y Estados Unidos.

Tradicionalmente, Shell utiliza sus escenarios para prepararse para el futuro, sin expresar una preferencia hacia ninguno de ellos. Sin embargo, al enfrentar la necesidad de manejar el riesgo climático en beneficio de nuestros inversionistas y de futuras generaciones, concluimos que los resultados del escenario Blueprints plantea el mejor balance entre economía, energía y medio ambiente. Para obtener una segunda opinión, consultamos los cálculos realizados por el Instituto Tecnológico de Massachusetts sobre cambio climático. Estos cálculos indican que el escenario Blueprints que incluye captura y almacenamiento de CO2, conduciría a un menor cambio climático, siempre y cuando se reduzcan también las emisiones de otros importantes gases de efecto invernadero producidos por la actividad humana.

El escenario Blueprints sólo se llevará a la práctica si los tomadores de decisiones adoptan un esquema global de comercio de derechos de emisión y promuevan activamente la eficiencia energética y las nuevas tecnologías en cuatro sectores: generación de calor y energía, industria, transporte y construcción.

Esto requerirá trabajo duro, y el tiempo apremia. Por ejemplo, el escenario Blueprints asume que para el año 2050 se capturará CO2 en el 90% de todas las terminales generadoras abastecidas por carbón y gas en los países desarrollados, y al menos un 50% de estas centrales en países no pertenecientes a la OCDE. Hoy en día, ninguna de ellas incluye captura y almacenamiento de CO2, en virtud de que ello genera costos y no produce ingresos. Se necesita el apoyo gubernamental para implementar está solución rápidamente y a una escala suficientemente amplia como para tener efectos significativos en las emisiones globales. Por lo menos las empresas deberían ganar créditos de carbono por el CO2 que capturen y almacenen.

Blueprints no es sencillo, pero ofrece al mundo la mejor oportunidad para alcanzar un futuro energético sostenible y seguro. Por ello, deberíamos explorar esta posibilidad con el mismo ingenio y perseverancia con la que el ser humano llegó a la luna y creó la era digital.

El mundo se enfrenta a un largo viaje antes de alcanzar un sistema de energía bajo en carbono. Las empresas pueden sugerir posibles rutas para llegar ahí pero los gobiernos están en el asiento del conductor. Son ellos quienes determinarán si debemos prepararnos para una amarga competencia o para un verdadero esfuerzo en equipo.

Jeroen van der Veer, Presidente de Royal Dutch Shell, es el dirigente de la Comunidad Energética de la asociación de industria energética del Foro Económico Mundial para el período 2007-2008 y el presidente de la Cumbre Energética de este año en Davos. También preside el grupo de trabajo llamado Energía y Cambio Climático, de la Mesa redonda europea de industriales.

Copyright: Project Syndicate, 2008.

Opinión de Globalizate

En primer lugar, es de agradecer que el presidente de la petrolera Shell se exprese de forma tan sincera sobre los dos posibles caminos energéticos que nos plantea. Algunos de nuestros lectores habituales se preguntarán que hace un artículo de este tipo en nuestra web. Varias razones que queríamos destacar:

– A diferencia de la petrolera Exxon, Jeroen van der Veer asume que el cambio climático es una realidad que debe ser afrontada. Otro asunto es la forma en que lo hace, por ejemplo, es más que cuestionable su optimismo sobre las soluciones. Quizás muestra una excesiva confianza ante la captura y almacenaje de CO2, tecnología que aún no está disponible y ni siquiera se ha establecido que sea un método seguro de eliminación del gas de la atmósfera y podría provocar contaminación de aguas subterráneas u otros efectos indeseados.

– Asume que los biocombustibles es una energía renovable, en un momento que hasta en la Unión Europea se está cuestionando su supuesta bondad medioambiental.

– Menciona a la energía nuclear. Energía poco eficiente, con suministro limitado de materia prima (uranio) y sin que haya una tecnología para el almacenaje de residuos que durarán miles de años.

– Asume que para 2015 la demanda de combustibles fósiles (petróleo y gas) será mayor que la oferta, lo que disparará los precios y la escasez podría provocar conflictos, en tanto en cuanto ninguna energía renovable podrá sustituir de manera total el actual gasto.

– La cumbre de Bali han sido palabras y las futuras negociaciones dependerán de países particulares.

– Es extraño que ahora solicite la ayuda de los poderes públicos para iniciar la transición Blueprints. Solo quieren libre mercado cuando obtienen grandes beneficios, pero cuando se trata de invertir en energías limpias hay que subvencionarles. ¿Dónde están los beneficios de todos estos años?

– Por último, no se puede negar el poder de lobby que tienen las petroleras dentro de la Unión Europea como se puede atestiguar, por los foros y mesas europeas que preside Jeroen van der Veer.