Para Javier Aguilera, un rotspanien andaluz que lo hubiera dicho mucho mejor. «Todo vale» en los insondables caminos de la investigación y el hallazgo científicos. El lema lo puso de moda en los años sesenta y setenta del pasado siglo el físico y epistemólogo austriaco Paul K. Feyerabend. No es probable que Duran i […]
Para Javier Aguilera, un rotspanien andaluz que lo hubiera dicho mucho mejor.
«Todo vale» en los insondables caminos de la investigación y el hallazgo científicos. El lema lo puso de moda en los años sesenta y setenta del pasado siglo el físico y epistemólogo austriaco Paul K. Feyerabend.
No es probable que Duran i Lleida, el xenófobo, haya leído alguna de sus obras. Algunos de sus asesores, seamos generosos, tal vez sí. El candidato de CiU no es epistemólogo, ni anarquista claro está, sino un político profesional, ambicioso donde los haya, que sabe -o cree saber- tocar las teclas que más interesan en el momento oportuno. Pero, ¿interesan? ¿A quién? A los suyos. Duran i Lleida sabe muy bien para quién habla y a quienes defiende. El dominio de la clase social que representa siempre en el lugar central de sus intervenciones.
Ahora, con un gobierno convergente-unionista, en alianza con el PP, recortando aquí y allá, con las tijeras siempre orientadas a las partidas sociales y fuertemente contestando desde diversos sectores de la ciudadanía, especialmente desde los trabajadores y trabajadoras de la sanidad pública, ahora, decía, toca hablar de otra cosa, mirar hacia otro lado, hacia el sur en este caso, y arremeter contra los sectores más desfavorecidos, y todo ello, vale la pena recordarlo, en una sociedad, la catalana, en la que la mitad de su población, en su mayor parte trabajadora, tiene orígenes inmediatos o muy recientes en la, digamos, comunidad de García Lorca y Luis Cernuda, la más cercana al lugar de nacimiento del presidente Negrín.
El xenófobo mayor del principado habló primero, hace unos días, con el duro tono al que quiere acostumbrarnos, de la inmigración. ¡Hay más de la necesaria! ¡Fuera de aquí! Sabe de lo que habla. Él mismo es oscense, de Alcampell. Oculta, eso sí, que dentro de muy poco, como en los viejos tiempos, España, Catalunya incluida, será un país de emigrantes. Ahora toca hablar de la laboriosidad de los catalanes y de la holgazanería de los andaluces. El eterno retorno, regreso al pasado.
Sus afilados «argumentos»: mientras los campesinos catalanes no pueden recoger la fruta por los bajos precios, «en otros sitios de España, con lo que damos nosotros de aportación conjunta al Estado, reciben un PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo» [1]. Todo en uno: pobres campesinos catalanes, expolio fiscal, holgazanería de los otros, bares de pueblo sin estilo. La afirmación -nada de hablar desde luego de los «organismos» que imponen esos bajos precios-, insultante y falsaria donde las haya, cosechó aplausos entusiastas y sonoros en el Consell Nacional que la federación de CiU ha celebrado en Barcelona esta misma semana, a principios de octubre. Tal como son: solidarios, educados y justos los haya. ¡Para correr y no parar! [2]
Le acompañó la música de siempre tan del agrado de convergentes y afines: «Cataluña no está justamente tratada en materia de nuestra aportación fiscal al conjunto del Estado». Luego la guinda: «No me meto con el pueblo andaluz, ni con ningún pueblo del Estado Español». ¿No se mete con el pueblo andaluz? ¿El Estado tiene pueblos? Duran i Lleida, aseguró, sólo defiende lo que «es nuestro», lo que es de Catalunya. Para eso le pagan, confesó -¿quién?-, para eso le han elegido. ¿Para eso, para levantar montañas de incomprensión entre unos y otros, generalizando ad nauseam y mintiendo como un bellaco y sin límites poliéticos?
Siguió con su exquisita «argumentación. No hay derecho, aseguró compungido, que «cuando nosotros tenemos que aplicar lo que tenemos que aplicar» -¿y qué tienen que aplicar?-, porque el tripartito les ha dejado «un agujero como un capazo en la Generalitat», la excusa de siempre repetida una y mil veces más para intentar convertirla en verdad, una consejera de Bienestar Social andaluza, y la andanada no iba contra los andaluces advirtió Durán el xenófobo, «nos chulee y nos diga que: ‘mientras los catalanes cierran asilos yo inauguro nuevas residencias'». A él, a don Duran, no le chulea nadie. El puede chulear, pero nadie le levanta un pelo. Menudo es él.
«¿Y eso con qué dinero?», le ha preguntado Duran a la consejera andaluza. Su respuesta: con el suyo y el de sus colegas. ¿Conoce el lobbista pronuclear catalán por excelencia la bolsa de fraude fiscal en Catalunya? «Esto se tiene que acabar», apostilló el candidato «socialcristiano» -¡qué caradura doña Padura!-, que cosechó fuertes y renovados aplausos entre la muy humanista militancia unionista-convergente. ¿Qué se tiene que acabar? ¿El fraude fiscal en Catalunya? ¿La explotación fiscal a la que Andalucía somete a Catalunya? ¡Qué infamia! Duran finalizó quejándose, «con toda la autoridad moral que significa ser ciudadano de una comunidad que contribuye como ninguna al conjunto del Estado» -¡qué cinismo!-, de que en otras comunidades los gobernantes abonen sociedades «puramente sociedades» y apliquen medidas electoralistas. ¡Lo dice él, presidente de un partido, creado a partir de subvenciones, electoralismo del peor estilo y pago de sueldos y prebendas a militantes a partir de actuaciones no siempre legales!
¿Cómo es posible que políticos con las trayectorias democráticas de Mas-Colell y Ferran Mascarell puedan convivir con un político xenófobo-populista, un insaciable darwinista social de estas características, dispuesto a venderse no ya por un plato de lentejas sino por cien votos confundidos?
Según el president Mas a los niños andaluces no se les entiende cuando hablan en castellano; según su lugarteniente, los campesinos andaluces son unos holgazanes y unos aprovechados. ¿Qué vientos quieren agitar con tanta infamia? ¿Quieren aproximar pueblos y nacionalidades o quieren levantar muros de incomprensión? La respuesta no permite la duda. Con esas cartas juegan, estas son sus finalidades, aunque vistas trajes impecables, rían con simpatía y parezcan más presentables que otros.
Notas:
[1] http://www.publico.es/espana/400569/duran-acusa-a-los-campesinos-andaluces-de-pasar-el-dia-en-el-bar
[2] La militancia, según parece, llenó la sala de la cúpula de la antigua plaza de Las Arenas, ahora reconvertida en un amplio centro comercial. Ese fue el lugar elegido para la reunión del Consell Nacional conjunto de CDC y UDC. La ubicación, desde luego, es significativa.
Salvador López Arnal es un ciudadano barcelonés, favorable al derecho de autodeterminación de los pueblos, que abomina del racismo, la xenofobia y el clasismo del nacionalismo conservador catalán.
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