Ecoembalajes España SA, ente formado por las grandes empresas del sector de los envases y principal actor del reciclaje de embalajes de usar y tirar en el país, vende una imagen medioambiental que para las organizaciones ecologistas está muy lejos de la realidad.
Logo con fondo verde presidiendo, con la marca en letra blanca y dos hojas que sobresalen en la esquina a modo de brote recién germinado. Al entrar en la página web de Ecoembes, el ente empresarial que monopoliza la gestión y el reciclaje de los envases de usar y tirar en España, varias fotos de paisajes y naturaleza aparecen en primer plano bajo epígrafes como «contribución al medio ambiente». A la derecha, noticias varias: «214 centros educativos de toda España ya se han unido al programa Aulas LIBERA» (que organiza batidas para recoger basura abandonada en espacios naturales en alianza con la ONG ambiental SEO/Birdlife), «La Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura emociona al público del Teatro Real de Madrid», «TheCircularLab busca reclutar universitarios capaces de resolver retos en economía circular», «Cinco datos imprescindibles sobre el abandono de basura en la naturaleza. Términos como reciclaje, medio ambiente y naturaleza unidos a la marca.
Eso sí, si uno se va a su Asistente Inteligente de Reciclaje (A.I.R.-E), el «bot de dudas sobre reciclaje» que la empresa ha puesto a disposición de la ciudadanía, y se le pregunta por los Sistemas de Depósito Devolución y Retorno (SDDR), por el que abogan al unísono las organizaciones ecologistas para mejorar las tasas de reciclaje en España y del que Ecoembes es el principal lobbie opositor, la respuesta es «aquí lo más importante es resolver tus dudas sobre el reciclaje, no nos vayamos por las ramas», con emoticono de carita y guiño de ojo incluido.
Ecoembalajes España SA, Ecoembes, es la sociedad anónima sin ánimo de lucro creada por obligación legal que agrupa a las principales envasadoras y distribuidoras del sector de los envases en España. Entre ellas se encuentran algunas de las multinacionales más grandes del planeta: Coca-Cola, Procter & Gamble o Unilever, entre otras. Estas crearon Ecoembes para establecer un Sistema Integrado de Gestión (SIG) que se encarga, según sus estatutos, del «diseño y organización de sistemas encaminados a la recogida selectiva y recuperación de residuos de envases y embalajes, para su posterior tratamiento y valorización».
Como resalta el asesor de gestión ambiental y bloguero en Productor de Sostenibilidad Alberto Vizcaíno, estas compañías «tienen que hacerse cargo de la gestión del 100% de los envases que ponen en el mercado». Pero no llegan, ni muchos menos, a esa cifra. Según Ecoembes, «en 2017 se reciclaron más de 1,4 millones de toneladas de envases ligeros y envases de cartón y papel en todo el territorio nacional, alcanzando una tasa de reciclado del 77,1%». La Alianza Residuo Cero, que agrupa a Greenpeace, Ecologistas en Acción, Surfrider España, Rezero, Retorna y Amigos de la Tierra, rebaja esa cifra considerablemente. Hablando de envases, «tan solo llega a un 30%», exponía el colectivo durante su presentación al público el pasado 21 de noviembre. La Unión Europea marca tasas obligatorias de reciclado para los países miembros en un 50% para 2020. Y Vizcaíno rebaja incluso aún más la cifra: «Los contenedores amarillos de Madrid, en 2016, recogieron un peso equivalente al 16% de los residuos de envases recogidos en la ciudad, ¿cómo llega Ecoembes a un reciclaje de más del 70%?»
Obligados por ley
«Se han organizado como organización sin ánimo de lucro porque la ley les obliga a ello, pero como no cumplen con su obligación al 100% necesitan tener muy buena imagen para que nadie dude de ellos», aporta Alodia Pérez, responsable de Recursos Naturales y Residuos de Amigos de la Tierra. La estrategia, en su opinión, es clara: «Quieren vender su marca como algo que no es, quieren que el colectivo ciudadano piense en Ecoembes como una entidad medioambiental que vela por el medio ambiente, cuando en realidad es una estructura jurídica obligada por ley por la que los envasadores tienen que gestionar los envases y pagarlos». El término en inglés para hablar de esta práctica es greenwashing, lavado de imagen verde si se prefiere la versión castellana.
Vizcaíno va más allá y apunta que el ente «es en realidad un instrumento financiero de la industria del envase de usar y tirar que está trasladando a nuestras calles el problema ambiental de los envases de un solo uso, a nuestros ayuntamientos gran parte del coste de su modelo de negocio y a la salud de todas las personas el impacto que generan los microplásticos y otros contaminantes».
El objetivo de Ecoembes es, como indica la responsable de Amigos de la Tierra, «que sus asociados, que son los envasadores y distribuidores, se gasten los menos posible y no tengan problemas con el cumplimiento de la ley». O, como explica Vizcaíno, «cuantas más latas de bebida y más plásticos de usar y tirar se pongan en el mercado, más ingresa Ecoembes, cuyo modelo de negocio es ingresos por cada envase de usar y tirar».
De hecho, para las organizaciones ecologistas la clave no está en centrarse en el reciclaje, sino «apostar por la economía circular y avanzar hacia la mínima generación de residuos y las máximas tasas de preparación para la reutilización y reciclaje», tal como expone la Alianza Residuo Cero. «Sus campañas de publicidad no van enfocadas a reducir el consumo de envases de plástico o a fomentar su reutilización, van enfocadas a que el consumidor consuma más envases de usar y tirar con la conciencia tranquila -denuncia Vizcaíno-, por eso las campañas de Ecoembes son greenwashing, porque en vez de solucionar el problema de los envases crean una imagen verde a quien fomenta el problema al poner en el mercado cada vez más envases».
Achicar agua en vez de cortarla
«Los residuos de plástico en el campo son como una inundación en casa: puedes ponerte a achicar agua o cierras el grifo. Primero cortas el agua, ¿no? Pues aquí Ecoembes, en vez de cortar el grifo y favorecer la disminución del uso de envases de usar y tirar y fomentar la reutilización, lo que hace es achicar agua y llevar a recogerlos con voluntarios al campo», denuncia Vizcaíno.
El experto se refiere al proyecto ‘Libera, naturaleza sin basura‘, una iniciativa creada en 2017 por la organización defensora del medio ambiente SEO/Birdlife, con financiación de Ecoembes, «para frenar las consecuencias de la basura abandonada en los espacios naturales, la ‘basuraleza’, en los diferentes ecosistemas españoles», según señala su web. Entre las actividades que organiza se encuentran campañas de sensibilización, actividades educativas, recogidas de residuos o la financiación de pequeños proyectos.
El asesor añade otro símil al hablar del programa: «La industria, que tendría que hacerse responsable de los envases, lleva voluntarios al campo a recoger los envases que no han entrado al contenedor amarillo. Es un sistema perverso, Ecoembes está utilizando a voluntarios, a través de SEO/Birdlife, para hacer el trabajo encomendado en su razón social, es como si Carrefour pusiese voluntarios para atender las cajas».
Miguel Muñoz, coordinador del proyecto Libera, responde: «No somos ciegos, cualquier empresa que colabora con una ONG tiene un interés creado en la propia colaboración». Dicho esto, remarca que, en su opinión, el proyecto «no es greenwashing como tal porque tiene contenido, es un proyecto creado por SEO/Birdlife con financiación de Ecoembes donde directamente se tocan todos los pilares de actuación de la organización».
A pesar de la razón social de Ecoembes y su teórica obligación legal teórica de hacerse cargo de todos los residuos que sus empresas asociadas generan, Muñoz defiende que «en la naturaleza se encuentra todo tipo de residuos, desde colillas a, evidentemente, envases, y acusarles de que la responsabilidad de que esos envases estén ahí a mí me parece, por lo menos, poco preciso». Y continúa: «No digo que no tengan parte de responsabilidad, igual que la tenemos los ciudadanos, pero a Ecoembes no les beneficia que haya envases en la naturaleza, reciclarían menos y la sociedad les podría tachar de culpables; y a SEO/Birdlife no le interesa que haya envases en la naturaleza porque perjudica a la fauna». Por todo ello el coordinador ve «la unión más que necesaria».
SDDR, el enemigo de la patronal
Ecoembes también ha declarado la guerra mediática contra los SDDR, sistemas en marcha en una treintena de países y regiones del mundo -algunos de ellos con las tasas más altas de reutilización y reciclado del planeta-, que funcionarían en paralelo a los SIG actuales y que complementarían la recogida selectiva voluntaria actual del contenedor amarillo mediante el retorno de envases a los puntos de venta. La idea es incentivar monetariamente al consumidor, devolviéndole un pequeño canon que ha pagado al comprar el envase una vez que lo devuelve para su reutilización.
La Generalitat Valenciana ha barajado implantarlo, pero tres años de batallas no han conseguido instaurarlo, aunque es previsible que vuelva al debate con la ley autonómica de residuos, actualmente en trámite parlamentario.
Balears y Catalunya también barajan una futura implantación, y en Navarra, aunque no se ha apostado directamente por un SDDR, la nueva Ley foral de de Residuos sí incluye la posibilidad de su implantación futura y se han hecho algunos experimentos. La ley ha sido fuertemente criticada por la patronal y la Asociación Latas de Bebidas, integrada por los fabricantes de latas de bebidas presentes en España y Portugal, que organizó en junio -mes en el que se aprobó la ley- un encuentro precisamente en Pamplona. Su presidente, Santiago Millet, señalaba entonces que la introducción del SDDR mutiplicaría nada menos que por 50 el coste del reciclado de envases de bebidas metálicos de menor coste y agitaba la bandera del incremento de precios del producto: de entre el 10 y el 40%, según aseguraba.
El encarecimiento de los costes de gestión es uno de los argumentos habituales de la patronal, algo que niegan los partidarios del SDDR, que señalan que la inversión en las máquinas que recogerían los envases se amortizará en poco tiempo y que el pequeño comercio sacará un beneficio por el depósito y la gestión de envases. La Generalitat Valenciana hablaba en 2016 de entre 1.500 y 2.000 euros al año para una tienda que recoja 150 envases al día y de entre cinco y seis millones de euros para una gran superficie que consiga 3.000 diarios.
Vizcaíno añade, además, que «Ecoembes financia estudios sesgados y manipulados que atacan a sistemas de recogida de envases complementarios a su contenedor amarillo», De hecho, varios informes realizados por sociedades y universidades -con financiación de Ecoembes- afirman que el coste del presupuesto de la gestión de envases se multiplicaría entre seis y ocho veces para aumentar la tasa de reciclaje entre un 2% y un 3%. Esto no es economía circular
Ligar la marca Ecoembes a la economía circular, los sistemas industriales que buscan que los productos y recursos mantegan su utilidad el mayor tiempo posible -algo por lo que apuesta ya hasta la Comisión Europea y la nueva Directiva de Plásticos comunitaria-, es otro de los fines de márketing de la empresa. De hecho, Ecoembes se presenta como «la organización medioambiental sin ánimo de lucro que promueve la economía circular a través del reciclaje de los envases en España».
Su modelo de negocio, sin embargo, está lejos de ser economía circular para varios especialistas en el área. José Luis Canga, ingeniero y consultor ambiental, señalaba en el Instituto Superior de Medio Ambiente que «nuestra economía industrial -y el modelo actual de Ecoembes forma parte de él- sigue siendo un modelo lineal de producción, basado en ‘extraer, fabricar y desechar'». Asimismo, resalta que «el enfoque actual de la operación de Ecoembes es la ecoeficiencia, que comienza con la suposición de un flujo de materiales lineales y unidireccionales, a través de los sistemas industriales: las materias primas se extraen del medio ambiente, se transforman en productos y finalmente se eliminan», un sistema en el que las técnicas ecoeficientes «son incapaces de alterar su progresión lineal».
«Eoembes está comprando la palabra economía circular, ha posicionado su marca en la economía circular pero lo que hacen no se pueden considerar economía circular, que busca minimizar el uso de materias primas, reutilizar los productos y luego, cuando no se ha podido minimizar ni reutilizar, sí promueve el reciclaje de los residuos», explica Vizcaíno. El experto remarca que el modelo actual, del principal actor para el reciclado de envases en España «es un modelo lineal de consumo donde yo cojo las cosas en una tienda y las deposito en un contenedor».