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Ecología reaccionaria y extrema derecha

Fuentes: Viento sur

En mayo de 2024, el fabricante suizo de cemento Holcim (beneficios de 1.930 millones de dólares en el tercer trimestre de 2024) colocó la primera piedra de una nueva fábrica en sus instalaciones de Obourg, en la región de Borinage (Bélgica). La dirección afirma que, sustituyendo los hornos actuales, podrá comercializar cemento descarbonatado a partir de 2029.

El sector del cemento es responsable de cerca del 3% de las emisiones de CO2 en Bélgica (¡el 7% de las emisiones a nivel mundial!). Éstas tienen dos causas: en primer lugar, la combustión de los combustibles utilizados y, en segundo lugar, y sobre todo, el proceso de fabricación (la reacción química que produce el clínker [componente del cemento] a partir de la piedra caliza o la creta libera grandes cantidades de CO2). Las emisiones debidas a la combustión pueden eliminarse utilizando energías renovables, pero las derivadas del propio proceso son inevitables.

Holcim ha dado a su proyecto un nombre prometedor: GO4ZERO. La inversión de 530 millones de euros se realizará en dos etapas.

En la primera, Holcim reducirá el consumo de energía calentando piedra caliza en lugar de creta, y aumentará la proporción de combustibles alternativos del 70% actual al 100%. Esto reducirá las emisiones en un 30% a partir de 2027.

En una segunda fase, un nuevo proceso (oxicombustión) aumentará la concentración de CO2 en los gases de combustión, lo que hará más económica su captura. Una vez purificado, se transportará a Amberes por gasoducto y luego por barco a los emplazamientos de almacenamiento geológico del Mar del Norte.

Según la dirección, al final de esta segunda fase, la producción de cemento generaría (casi) cero emisiones de CO2. El Primer Ministro Herman De Croo, el Secretario de Estado Thomas Dermine y el Comisario Europeo Wopke Hoekstra están de acuerdo.

De hecho, esto no es cierto:

1. La mayoría de los combustibles alternativos que se queman en los hornos consisten en residuos industriales o plásticos que contienen mucho carbono fósil;

2. Es muy improbable que las grandes cantidades de energía renovable necesarias para capturar CO2 estén disponibles in situ ya en 2029;

3. Para esa fecha, es imposible que el CO2 pueda transportarse, licuarse y enterrarse sin utilizar combustibles fósiles;

4. Además del almacenamiento geológico, la dirección está considerando el uso del CO2 por otras industrias, lo que significa que la patata caliente del carbono fósil simplemente se transfiere a otros sectores.

El objetivo de Holcim no es luchar contra el cambio climático, sino aumentar los beneficios. La multinacional  tiene en cuenta tres factores que abren una ventana de oportunidad:

1. La UE va a dejar de distribuir sus derechos de emisión gratuitos a la industria;

2. Uun impuesto sobre el carbono en las fronteras europeas encarecerá el cemento importado;

3. El Green Deal ofrece jugosas subvenciones para proyectos verdes. Para esta inversión, la multinacional exigió y obtuvo 50 millones de euros de Valonia (Fondos para una transición justa) y 230 millones de la Unión Europea (Fondo para la Innovación, financiado con los ingresos del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión).

Las emisiones mundiales del sector del cemento aumentaron más del doble entre 2000 y 2020. Los productores prevén un aumento de la demanda del 45% de aquí a 2050. En este contexto, GO4ZERO es un ejemplo sorprendente de los señuelos del tecnosolucionismo. Es verdad que es fundamental desarrollar procesos para producir cemento sin emitir CO2, pero está claro que esto sólo contribuirá a frenar la catástrofe climática si la reducción de la producción se reorienta hacia la satisfacción de las necesidades humanas reales.

El llamado capitalismo verde es ecológicamente ineficiente. También es socialmente injusto. Además de las subvenciones pagadas por el conjunto de la sociedad, la inversión en descarbonización provocará una fuerte subida de los precios (hasta un 50%). En última instancia, esto lo pagarán las y los consumidores, lo que no puede sino ahondar aún más las desigualdades sociales.

Casualmente, la inversión verde de Holcim coincide con una desinversión verde: el pasado mes de octubre, la multinacional noruega Yara, líder en la producción de fertilizantes (beneficios de 513 millones de dólares en el 2º trimestre de 2024), anunció el cierre de la unidad de producción de amoníaco en su planta de Tertre. Pérdida de empleos: 115 de 327.

Tertre emite 800.000 toneladas de CO2 al año, ya que la producción de amoniaco requiere grandes cantidades de gas. La dirección se queja de que la descarbonización impuesta por la Unión Europea es demasiado cara. Para no tener que comprar cuotas de CO2, importará el amoníaco que se produce en Estados Unidos. Después, a partir de 2030, importará amoníaco descarbonizado producido fuera de Europa.

Durante un reciente debate en Mons (Valonia), un sindicalista explicó su escepticismo. Parece que las fábricas de Estados Unidos no están preparadas para garantizar la producción necesaria. En consecuencia, el amoníaco necesario para Tertre se importará inicialmente… de otros países europeos… ¡sometidos a las mismas obligaciones que Bélgica, y donde el precio del gas es similar!

La deslocalización no es medioambiental, sino económica. Los márgenes están cayendo en el mercado mundial de fertilizantes. El director general de Yara quiere reducir los costes y los gastos de capital en 300 millones de euros de aquí a finales de 2025 para mejorar los resultados financieros y el rendimiento para el accionariado. Para decirlo claramente: para ocultar el hecho de que se están sacrificando puestos de trabajo en el altar de los dividendos, ponen el grito en el cielo por las normas medioambientales…

La coincidencia de los casos de Holcim y Yara revela la base económica del actual punto de inflexión. Las y los empresarios están divididos entre sectores interesados en una estrategia de capitalismo verde y otros, como los combustibles fósiles y la agroindustria, que se oponen a ella con mayor o menor virulencia. Los primeros esconden sus objetivos de lucro tras bellas palabras sobre la transición energética, mientras que los segundos los ocultan tras denunciar limitaciones ecológicas insoportables.

La reelección de Donald Trump refleja esta tensión en el ámbito político. La derecha extrema y la extrema derecha explotan por doquier el enorme descontento con la injusticia social (¡muy real!) del llamado capitalismo verde para propagar la idea de que el cambio climático es una leyenda, creada para destruir empleos e ingresos.

Así es como la negación de la catástrofe ecológica, y de la catástrofe climática en particular, se ha convertido en uno de los principales resortes del neofascismo. Es un fenómeno internacional. También podemos verlo en Europa. Por ejemplo, cuando la derecha, la extrema derecha y la agroindustria desvían las legítimas movilizaciones de las y los agricultores por unos ingresos decentes hacia la exigencia de menos normas.

La negación puede parecer contradictoria con el rápido empeoramiento del desastre, pero es sólo una apariencia. En realidad, cuanto más empeora el desastre, más evidente se hace la imposibilidad del capitalismo verde, y mayor es la tentación de confiar en las mentiras populistas para evitar el crecimiento del anticapitalismo. De ahí la magnitud de la reacción actual.

Para la izquierda, la respuesta no es apoyar el capitalismo verde, sino luchar por una alternativa que satisfaga las demandas sociales respetando los límites ecológicos: el ecosocialismo.

Texto original: ESSF

Traducción: viento sur

P. S. Publicado (con otro título) por Mouvements, la revista del Movimiento Obrero Cristiano de Bruselas, diciembre de 2024. Remitido por el autor.

Daniel Tanuro, autor de Ecologie, luttes sociales et révolution (Ed. La Dispute)

Fuente: https://vientosur.info/ecologia-reaccionaria-y-extrema-derecha/