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Ecologistas en Acción critica la concesión del Nobel de la Paz a una agencia que impulsa el uso de la energía nuclear

Fuentes: Rebelión

Ecologistas en Acción ha señalado que la Organización Internacional para la Energía Atómica (OIEA) está muy lejos de merecer el Premio Nobel por múltiples motivos. Según afirman, «la OIEA no ha contribuido significativamente a disminuir la tensión internacional generada por las bombas nucleares. Sus inspecciones sobre Irán y, en su día, sobre Iraq y Corea […]

Ecologistas en Acción ha señalado que la Organización Internacional para la Energía Atómica (OIEA) está muy lejos de merecer el Premio Nobel por múltiples motivos.

Según afirman, «la OIEA no ha contribuido significativamente a disminuir la tensión internacional generada por las bombas nucleares. Sus inspecciones sobre Irán y, en su día, sobre Iraq y Corea del Norte, aunque necesarias, no son suficientes para garantizar que las armas nucleares están bajo control y que se van a reducir progresivamente. EE UU, Francia, Inglaterra, Rusia, China, los países garantes del Tratado de No Proliferación (TNP) hacen la política nuclear que desean sin recibir apreciables presiones de la OIEA. Israel posee armas nucleares desde finales de los 70 sin que tal agencia se haya dignado realizar ninguna inspección o a promover alguna sanción. Tampoco ha servido para minimizar la tensión nuclear entre India y Pakistán».

Los ecologistas también denuncian que esta agencia, dependiente de la ONU, «tiene como fin declarado el impulso de la energía nuclear para uso civil», por lo que no resulta coherente que una institución que pretenda promover la paz defienda «una fuente de energía cuyo uso conlleva serios riesgos e impactos ambientales». Según afirman «el conocimiento de las tecnologías nucleares, aún para uso pacífico, permite un mayor desarrollo de las tecnologías nucleares militares».

También ha recordado Ecologistas en Acción que «la OIEA no se caracteriza por haber proyectado un perfil moral íntegro y claro. Al contrario, recientemente impulsó la publicación de un informe de la ONU en que se minimizaban hasta el ridículo las consecuencias del accidente nuclear de Chernobil».