Continúa la tendencia creciente de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el estado español, según los datos de 2015 avanzados por el Gobierno a la Comisión Europea. A primeros de agosto Ecologistas en Acción calificó la subida de «alarmante» y criticó de «temeraria» la ausencia de compromiso en la batalla contra el […]
Continúa la tendencia creciente de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en el estado español, según los datos de 2015 avanzados por el Gobierno a la Comisión Europea. A primeros de agosto Ecologistas en Acción calificó la subida de «alarmante» y criticó de «temeraria» la ausencia de compromiso en la batalla contra el cambio climático. La razón es que las cifras avanzadas apuntan un incremento del 4,23% en las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 2014 y más de un 18% si se compara con 1990. «A ello se suma un incremento de la degradación de la capacidad de absorción natural de un 8%», advierte la organización ecologista.
Las emisiones de GEI en España se aproximaron en 2015 a las 339 millones de toneladas equivalentes de CO2, mientras que el año anterior se situaron en 325 millones. Una de las conclusiones relevantes es que 2015 fue el segundo año en que aumentaron las emisiones después del acentuado descenso registrado desde 2008 por la crisis. Los números de 2015 mantienen al estado español como líder de la Unión Europea en el aumento de emisiones desde 1990 (incremento del 18,67%), año que se toma como referencia para el Protocolo de Kioto. El avance de los datos a la Comisión Europea pone en evidencia, según Ecologistas en Acción, «la inacción de las administraciones públicas».
Por sectores, uno de los que ha experimentado un mayor aumento en los GEI es el energético (17,5%). La organización ecologista resalta asimismo, dentro del mayor uso de combustibles fósiles, un nuevo incremento en el consumo de carbón explicado en parte «por el apoyo evidente del Gobierno a la utilización de este combustible obsoleto y contaminante». También crecen respecto a 2014 las emisiones de la actividad industrial (10,8%) y, dentro de este sector, las relacionadas con la industria del metal (17,4%). Otro crecimiento importante se registró en los productos usados como sustitutos del ozono (23,6%) y en los transportes (2,5%), que Ecologistas en Acción atribuye a la «nula acción de la Administración frente al continuo incremento en la motorización de los desplazamientos». La organización ecologista subraya de estos datos el incremento neto del consumo de combustibles fósiles, «que se sitúa muy por encima del resto de indicadores económicos». De ello se infiere una «adicción» del modelo económico español al petróleo. «Se continúa apostando por la quema de fósiles como única forma de desarrollo».
En un comunicado de prensa Ecologistas en Acción enumera diferentes políticas del Gobierno español que contribuyen al cambio climático: la oposición a las energías renovables, penalización al autoconsumo, subvenciones al carbón, apoyo a la energía nuclear o las acciones contra los ejecutivos locales y autonómicos que han rechazado el «fracking». Esta falta de medidas, añade la nota informativa, obligará al estado español a aumentar en un 10% su peso en el Sistema Europeo de Derechos de Emisión (ETS). Recuerda que las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron entre 1990 y 2015 más que en cualquier otro país europeo. Pasaron de 286 millones de toneladas equivalentes de CO2 a 339 millones (incremento del 18,6%). Esto demuestra «que las declaraciones del Gobierno durante la Cumbre de París son indefendibles». ¿En qué se traducen los compromisos adquiridos por el estado español? Conducen, según Ecologistas en Acción, a que las emisiones en 2020 continúen siendo mayores que en 1990. Además, «las reducciones comprometidas para el año 2030 son ínfimas».
Por otra parte, el 24 de agosto Ecologistas en Acción llamó la atención sobre el hecho de que se dispararan las cotas de ozono troposférico, a lo que contribuyó la ola de calor en el estado español, el tránsito de vehículos motorizados por capitales y carreteras; y el aumento de la electricidad generada en centrales térmicas, en buena medida por la utilización del aire acondicionado. El episodio de alta contaminación registró los niveles más elevados en el interior de Galicia, Asturias, el País Vasco, norte de Castilla y León, norte de Madrid, interior de Cataluña, Andalucía occidental y Extremadura. Así, 70 de las 450 estaciones de control de la contaminación y 34 de las 132 zonas en que se divide el estado para evaluar la calidad del aire habían superado -en la fecha de emisión del comunicado- los criterios de la normativa para la protección de la salud humana. Los registros más negativos se alcanzaron en las estaciones madrileñas de Parque Juan Carlos I, El Pardo y Tres Olivos, al norte de la capital, así como en El Atazar (Sierra Norte) y Orusco de Tajuña (Cuenca del Tajuña), en el interior de Málaga; asimismo en las estaciones de Montsec (Lleida), Zarra y Ontinyent (Valencia) y Cáceres.
Más allá de los criterios legalmente establecidos, en Madrid, las dos castillas, Andalucía, Extremadura, Murcia, Valencia, Cataluña, Baleares, Valle del Ebro, de Tarragona, Sur del País Vasco, Aragón y navarra se han superado los indicadores de la OMS, más rigurosos que los objetivos de la normativa. Con todo, «los niveles de ozono están siendo en general más bajos este verano que en el de 2015», señala Ecologistas en Acción. Pero a causa de los episodios de contaminación señalados, cerca de un 20% de la población española respira aire que incumple los estándares legales; y dos tercios, por encima de lo que recomienda la OMS. El hecho de que los gobiernos central y autonómicos no hayan adoptado los Planes de Mejora de la Calidad del Aire, a lo que están obligados en la actual situación, llevó a que en julio la organización ambientalista presentara una denuncia ante la UE.
Entre las propuestas realizadas debido a la mala calidad del aire, destacan la limitación del tráfico urbano y entre ciudades (principal emisor de los contaminantes precursores del ozono) y, por otro lado, detener el funcionamiento de las grandes centrales térmicas de carbón. Además se recomienda a la población que limite, durante las horas centrales del día y al atardecer, la actividad física al aire libre. Se trata de las franjas horarias en las que los niveles de ozono son más elevados. La campaña informativa desplegada por Ecologistas en Acción recuerda que el ozono troposférico -llamado coloquialmente ozono «malo», frente al de la estratosfera- es un contaminante producido por la reacción entre el dióxido de nitrógeno y los hidrocarburos que emiten los automóviles, calefacciones y algunas industrias, en presencia de radiación solar. Afecta más a los entornos rurales que a las grandes ciudades. Anualmente se producen en la UE 17.000 muertes prematuras a causa de la contaminación por ozono troposférico, de las que 1.800 corresponden a España. Dos tercios de los cultivos y muchos de los bosques y espacios naturales se ven afectados por niveles de ozono que dañan la vegetación.
Los automóviles, las centrales térmicas y el uso de disolventes orgánicos en pinturas y colas constituyen las principales fuentes de contaminantes «precursores» del ozono (por ejemplo óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles), pero son las brisas, en la costa mediterránea, las que arrastran la contaminación hacia el interior por el día y en dirección al mar por la noche. En el centro del país, la contaminación llega -desplazada por el viento- desde Madrid hasta las zonas contiguas de Castilla. ¿Qué efectos tiene el ozono sobre la salud humana? Los grupos más perjudicados son niños, personas mayores, mujeres gestantes y quienes sufren patologías cardiovasculares y respiratorias. Además, a corto plazo puede reducir la función pulmonar, irritar los ojos y las superficies mucosas; también causar dolor de cabeza y fatiga o inducir nacimientos prematuros. En el largo plazo, afecta al desarrollo pulmonar, aumenta la gravedad del asma, causa alteraciones parecidas al Alzheimer e incrementa la mortalidad de enfermos con problemas de respiración y cardiovasculares de tipo crónico.
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