Ecologistas en Acción estima que, el que la demanda de electricidad haya alcanzado un valor máximo en un día con temperaturas moderadas, obliga a que se implanten planes de ahorro de electricidad. Como dicha demanda se atendió sin ningún problema se prueba además que los cortes de suministro nada tienen que ver con falta de […]
Ecologistas en Acción estima que, el que la demanda de electricidad haya alcanzado un valor máximo en un día con temperaturas moderadas, obliga a que se implanten planes de ahorro de electricidad. Como dicha demanda se atendió sin ningún problema se prueba además que los cortes de suministro nada tienen que ver con falta de potencia de generación.
Según datos oficiales suministrados por REE, el día 9 de diciembre se alcanzó la demanda histórica máxima de electricidad a las 18:38 con 38.210 MW en el sistema peninsular. El máximo histórico anterior se había producido el 2 de marzo de este mismo año y fue de 38.040 MW. Lo sorprendente del caso es que el día 9 no fue especialmente frío. En los días fríos y a primeras horas de la tarde se alcanzan los valores máximos de potencia en las horas en que, al tradicional consumo industrial, se unen los comercios y servicios que permanecen abiertos y muchas personas, al llegar a sus viviendas, encienden sistemas de calefacción eléctricas de alto consumo de electricidad.
A juicio de Ecologistas en Acción este máximo ocurrido en un día no especialmente frío prueba que es necesario implantar planes de ahorro eléctrico y en general energético en nuestro país para evitar el despilfarro de energía. Dichos planes deberían incluir una amplia gama de medidas desde las más sencillas, como retrasar dos horas el encendido de las luces navideñas y limitar su presencia -con lo que no habría habido el máximo de este año-, hasta otras más eficaces y persistentes como prohibir la fabricación de equipos eléctricos ineficientes, publicitar el uso de los eficientes, o combatir la tendencia al empleo de la electricidad para producir calor modificando el sistema tarifario. Sobre el sector industrial también debe actuarse modificando la tarifa que beneficia a grandes consumidores industriales de electricidad, sobre todo cuando apenas si generan empleo y emplean materias primas importadas (como es el caso de la industria del aluminio), y creando mecanismos fiscales y financieros para la implantación de equipos más eficientes. En la revisión de la tarifa de este año
Contra lo que es frecuente creer, la intensidad eléctrica de nuestro país (electricidad por unidad de Producto Interior Bruto) e incluso el consumo per cápita de electricidad es superior al de países con climatología similar y mayor nivel de renta como Italia. Esta tendencia se ha agudizado en los últimos años debido al crecimiento desbocado de la demanda de electricidad. Esto es una prueba de aumento de la ineficiencia de nuestro sistema eléctrico lo que se traduce en un impacto ambiental desmesurado, en una pérdida de eficiencia y en un factor de desequilibrio de la balanza de pagos.
Pese a ello el máximo de potencia real ocurrido en lo que va de año es menor que las previsiones del Plan de Infraestructuras de Gas y Electricidad para el año pasado. Se han alcanzado 38.210 MW y se preveía que en 2003 deberían haberse llegado a los 39.500 MW. Aunque todavía no ha concluido el año, y quedan aún unos 13 días en que puede que se supere el máximo actual, es casi imposible que en 2004 se lleguen a los 40.800 MW que preveía el citado plan. Para cubrir esta demanda había a 1 de enero de 2004, 61.223 MW y a lo largo de este año se habrán incorporado unos 3.000-4.000 MW en el sistema peninsular. Sobra pues capacidad eléctrica de generación. Los apagones que reiteradamente se han producido se deben, sobre todo, a las deficiencias del sistema de distribución eléctrica.