Cada año más de 2000 menores mueren en la UE en accidentes de tráfico, la mayoría en el camino de casa a la escuela. Cruzar una calle es una de las actividades más peligrosas a las que se enfrenta un niño. El riesgo de ser atropellado aumenta con las velocidades de circulación, pero no impide […]
Cada año más de 2000 menores mueren en la UE en accidentes de tráfico, la mayoría en el camino de casa a la escuela. Cruzar una calle es una de las actividades más peligrosas a las que se enfrenta un niño. El riesgo de ser atropellado aumenta con las velocidades de circulación, pero no impide que la superación de los límites de velocidad sea una práctica habitual en la mayoría de las ciudades, gracias a la permisividad y a la falta de control de las autoridades municipales. Las principales víctimas de los atropellos son precisamente los niños y los ancianos. Estos colectivos son también las principales víctimas de la contaminación atmosférica y acústica provocada por los coches.
Pero los perjuicios que el tráfico ocasiona a los niños van más allá del peligro sobre su vida y su salud. La falta de seguridad en las calles, dominadas por los automóviles, limita su movilidad y su autonomía. Los niños no pueden ejercer su derecho de andar solos por la ciudad, camino de la escuela, por ejemplo, ni su libertad para jugar y relacionarse con otros niños en la calle lejos del control de los adultos. Esta restricción de su autonomía influye negativamente en su desarrollo físico, cognitivo y social. La ausencia de seguridad se traduce para ellos en el encierro en sus casas y en la prohibición de salir a la calle solos. No es extraño, pues, que la principal reivindicación de una niña italiana a su municipio sea ésta: «Yo quiero de esta ciudad la libertad de salir de casa».
Por otra parte, Ecologistas en Acción considera que la desaparición de los niños de las calles es un auténtico ‘handicap’ para la propia ciudad: «Si no hay niños, la calle se degrada, convertida en un lugar llena de coches, contaminado, ruidoso, feo e insolidario; la gente se encierra en su casa y hasta las tasas de criminalidad suben».
Para conseguir, pues, «ciudades seguras para los niños», Ecologistas en Acción propone a los responsables municipales que incorporen a sus políticas de movilidad las siguientes medidas:
– Un estricto control de los límites de velocidad de circulación en todas las vías urbanas y tolerancia 0 para las infracciones.
– Establecimiento de pasos de peatones seguros y amplios en todos los cruces, con un aumento de los tiempos semafóricos para los peatones.
– Realización de «itinerarios escolares» por toda la ciudad, que permitan a los niños ir andando o en bicicleta a la escuela y a los lugares de juego, por rutas seguras, libres de coches.
– Puesta en práctica, en todos los barrios, de medidas de «pacificación del tráfico» en amplias zonas, con limitaciones de velocidad a 20-30 km/h, dando prioridad a peatones y ciclistas, realizando itinerarios sinuosos para los coches, colocando bandas elevadas en la calzada y cuantas medidas sean necesarias para obligar a los automóviles a adecuar su velocidad a valores seguros para los otros usuarios de la vía.
La extensión de la experiencia, ya puesta en práctica en algunas ciudades, consistente en dar la voz a los menores, por medio de «Consejos de Niños», donde ellos puedan expresar sus necesidades y qué tipo de ciudad quieren. Es posible que así, la ciudad deje de ser percibida exclusivamente con los ojos del automovilista y bajo la mirada de los más pequeños se democratice y se convierta en un buen lugar para vivir, tranquilo, limpio, agradable y seguro.
Más información: Elena Díaz 93 268 36 80