Reivindican una eliminación gradual de las explotaciones ganaderas industriales en el País Valenciano –tanto la apertura de otras nuevas como la ampliación de las ya existentes- en el plazo de 2030; y un plan autonómico de transición, dotado de fondos económicos, para transformar las actuales explotaciones intensivas hacia modelos “más extensivos, sostenibles y ligados al territorio”.
Esta iniciativa debería incluir ayudas para quienes actualmente desarrollan la ganadería extensiva.
Son dos demandas “urgentes” de la ONG Amics de la Terra País Valencià a la Generalitat Valenciana, presentadas el pasado 14 de diciembre en la mesa redonda titulada El sector ganadero en el País Valenciano. Una oportunidad para impulsar un mundo rural vivo. La asociación ecologista organizó el acto –junto a Food&Water Action Europe- en Ca Revolta de Valencia.
Aprobada en marzo de 2003 y actualmente en vigor, la Ley de Ganadería de la Comunidad Valenciana establece en el punto 6 del Preámbulo el “fomento de la ganadería extensiva”. El Artículo 34.1 establece la responsabilidad de la Generalitat Valenciana y los ayuntamientos en la promoción de estas prácticas pecuarias “compatibles con el entorno”, con el fin de “reducir los impactos sobre el medio natural y promover el desarrollo rural”.
El Artículo 34.2 añade que la Conselleria de Agricultura apoyará inversiones orientadas a la “extensificación de la actividad ganadera”. Sin embargo, Amics de la Terra País Valencià denuncia casi dos décadas de “inacción” tras la aprobación de la Ley.
Respecto a las ayudas públicas a propietarios para abandonar las explotaciones industriales y disminuir la contaminación, la ONG apunta el ejemplo –desde 2019- de las proporcionadas en Países Bajos, que incluyen un fondo para la transición ganadera; la industria pecuaria de Países Bajos –uno de los grandes exportadores cárnicos de la UE- cuenta con más de 100 millones de reses, pollos y cerdos.
Según la Conselleria de Agricultura, la cabaña ganadera en el País Valenciano –en diciembre de 2020- sumaba 1,2 millones de cabezas en el sector porcino, de las que más de la mitad corresponden a la provincia de Castellón; seguido del ovino (285.129 cabezas); caprino (81.065) y bovino (57.098).
En cuanto a la producción de carne, la conselleria informa que, durante 2020, se sacrificaron 417.197 toneladas en canal en los mataderos del País Valenciano, de los que la mayoría son aves (47%), porcino (30,4%) y bovino (18,9%).
Otra variable de interés para caracterizar el sector es el número de explotaciones de producción y reproducción registradas (datos 2020, Conselleria de Agriculatura); la mayoría se dedican a la ganadería ovina-caprina (1.376), el porcino (880) y bovino (584). Estos datos pueden complementarse con los del número de titulares de explotaciones en el País Valenciano en 2020, sean personas o empresas: 1.351 de ovino-caprino; 759 de porcino; 551 de bovino; 498 de gallinas/pollo broiler; y 149 de conejos.
Amics de la Terra realiza el siguiente diagnóstico sobre la situación actual en el País Valenciano: “Tiene un sector ganadero diversificado, con una fuerte presencia de proyectos productivos de pequeña escala y familiares; sin embargo, la amenaza de la expansión de la producción cárnica industrial es real y sus consecuencias están haciéndose evidentes en las autonomías vecinas”; en concreto Aragón, Murcia, Cataluña y Castilla-La Mancha.
La tradición minifundista, extensiva y semi-extensiva del País Valenciano (sobre todo ovina) experimenta una tendencia hacia la concentración (menos explotaciones y de mayores dimensiones, para incrementar las exportaciones y maximizar los beneficios); el fenómeno tiene lugar en todo el estado español, principalmente en los sectores porcino y avícola. En el País Valenciano se aprecia en gran medida en comarcas del interior, como Los Serranos y La Plana de Utiel-Requena (provincia de Valencia); Alt Maestrat y Els Ports (provincia de Castellón).
En el documento presentado en Ca Revolta, Amigos de la Tierra y food&Water Action Europe señalan algunos impactos negativos del proceso de industrialización: la pérdida de biodiversidad por la especialización en razas productivas, en detrimento de otras autóctonas como la oveja guirra (en peligro de extinción) o las gallinas de chulilla y alicantina; la mayor contaminación de suelos y acuíferos por la defecación de excrementos; o el cierre de pequeños mataderos municipales; a estos factores se suman otros como la falta de relevo generacional o el aumento en el consumo de cerdo y pollo frente a la carne de cordero y cabrito.
El informe titulado El sector ganadero en el País Valenciano. Una oportunidad para impulsar la producción extensiva destaca dos macrogranjas, ubicadas en los municipios de Catarroja (Valencia) y Benlloch (Castellón), entre las más contaminantes del estado español. Otra conclusión destacada, a partir de los datos del Ministerio de Agricultura, es que el País Valenciano “ha mantenido un perfil bajo frente a la burbuja de porcino para su exportación a China”; el aumento del censo porcino en el estado español fue, según la citada fuente, del 22% entre 2013 y 2019, frente a un 7% en el País Valenciano durante el mismo periodo.
La producción de la carne de cerdo alcanzó “cifras récord” en España en 2020, con más de 56,4 millones de animales sacrificados y cerca de 5 millones de carne producida (El sector de la carne de cerdo en cifras 2020, Ministerio de Agricultura); estos datos sitúan a España como cuarto productor mundial, tras Estados Unidos, China y Alemania.
Asimismo, el documento oficial constata una “considerable reestructuración” del sector porcino en España durante la última década: el número de explotaciones reducidas disminuyó cerca de un 30%, mientras que las de mayores dimensiones aumentaron más de un 3%. En 2020, el aumento de las exportaciones españolas a China fue del 111% (incremento de más de 700.000 toneladas) respecto al año anterior.
En la página Web de investigación y datos Datadista, Ana Tudela y Antonio Delgado publicaron, en colaboración con eldiario.es, un reportaje el 30 de octubre sobre La fábrica industrial de cerdos, en el que destacan las ayudas públicas (de las comunidades autónomas) a la ganadería porcina intensiva, así como las directas e indirectas- proporcionadas en el marco de la Política Agraria Común (PAC)- a la industria cárnica.
“Grupo Fuertes, Incarlopsa, Juan Jiménez García SA, Piensos Costa, Grupo Vall Companys y Grupo Jorge son algunas de las empresas más grandes del país con facturaciones muy superiores a los 100 millones de euros anuales. A su alrededor tienen a miles de granjas asociadas en modelo de integración, repartidas por toda España pero principalmente en los territorios más cercanos a sus mataderos”, escriben los dos periodistas.
Por otra parte, el Atlas de la Carne de 2021, editado en septiembre por Heinrich-Böll Stiftung y Amigos de la Tierra, atribuye al sector alimentario entre el 21% y el 37% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero; Sobre el total de este sector, las emisiones de la ganadería industrial representan un porcentaje importante, en torno al 57%.
El Atlas agrega que, a escala global, el 75% de las tierras agrícolas se utilizan para el cultivo de pienso con el que alimentar el ganado o criar animales (los cultivos de soja orientados al pienso constituyen –en el contexto de la ganadería industrial- uno de los principales factores de deforestación, que también afecta a las granjas familiares y las comunidades indígenas).
Otro análisis en detalle es el de Amigos de la Tierra y food&Water Action Europe en La urgencia de frenar la ganadería industrial en Europa (octubre 2020). “El auge de las pandemias globales (gripe aviar y porcina) se ha relacionado directamente con las explotaciones industriales”, señala el reporte; el estiércol rico en amoniaco y nitrógeno, que consumen en cantidades enormes, afecta a las comunidades locales; con datos de la OCDE, el documento recuerda que la UE lideraba en 2018 el consumo mundial de carne (71,3 kilogramos por persona), más del doble que la media global.
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