Se dice que es el mayor proyecto de infraestructura de la historia. La Iniciativa de la Franja y la Ruta de China (conocida como BRI por sus siglas en inglés) ya desplazó a miles de pequeños productores de alimentos y amenaza con desplazar a cientos de miles más. Causará también pérdidas irreversibles de biodiversidad […]
Se dice que es el mayor proyecto de infraestructura de la historia. La Iniciativa de la Franja y la Ruta de China (conocida como BRI por sus siglas en inglés) ya desplazó a miles de pequeños productores de alimentos y amenaza con desplazar a cientos de miles más. Causará también pérdidas irreversibles de biodiversidad y agravará de manera significativa la crisis climática global. En lugar de atender las necesidades de las comunidades afectadas, el gobierno chino inició recientemente un «eco-lavado» de imagen de las inversiones de la BRI. Las organizaciones nacionales e internacionales de la sociedad civil que monitorean en terreno el desarrollo del proyecto, hacen un llamado al gobierno chino a transparentar la Iniciativa de la Franja y la Ruta, a escuchar a las personas afectadas y a ofrecer soluciones climáticas reales.
Entre el 25 y el 27 de abril de 2019 tuvo lugar en China la segunda cumbre de la Franja y la Ruta, dos años después de realizar la primera cumbre. Asistieron 38 jefes de Estado de todo el mundo, el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Gutiérrez y Christine Lagarde directora gerente del Fondo Monetario Internacional. La cumbre de este año fue más grande que la primera.
Un comunicado conjunto emitido al cierre de la primera cumbre declaraba, entre otras cosas, que la Iniciativa de la Franja y la Ruta tiene por objetivo desarrollar cadenas de valor globales y confiriendo conectividad a las cadenas de suministro. Se dice también que BRI aseguraría la protección del medioambiente, la biodiversidad y los recursos naturales y que enfrentaría el impacto adverso del cambio climático.
Situémonos hoy en lo que realmente ha ocurrido. Transcurrieron seis años desde que BRI fue inaugurada y las críticas y las preocupaciones crecen, pues el programa estrella del presidente chino Xi Jinping, levanta cuestionamientos relacionados con la deuda y las amenazas a la soberanía nacional, el acaparamiento de tierras, los desplazamientos, el abuso a los derechos humanos en las zonas en conflicto, el impacto ambiental, las preocupaciones de salud pública y las violaciones a los derechos laborales. Países como Malasia y las Maldivas están reevaluando su participación en el BRI y en las inversiones chinas.
Enfrentados a las críticas por el impacto ambiental de la BRI, el comunicado conjunto emitido en la segunda cumbre expresaba una visión de alta calidad y sustentabilidad para la «Franja y la Ruta», resaltando y promoviendo el desarrollo verde y el financiamiento verde. China elabora un borrador de Principios para una Inversión Verde en el Desarrollo de la Franja y la Ruta [Green Investment Principles for Belt and Road Development] que intenta convocar una Franja y Ruta «más ecológica». Pero nada se dice, como parte de la BRI «Verde», sobre el acaparamiento de tierras y la pérdida de los derechos a su territorio y a las fuentes de sustento de las comunidades rurales e indígenas, mientras que el desarrollo de la infraestructura en marcha y de los corredores económicos, son objeto de grandes elogios en el comunicado.
Visto más de cerca, al modelo de crecimiento económico de la BRI, impulsado por el desarrollo de infraestructura le es fundamental acaparar grandes áreas de tierras y territorio para convertirlos en corredores económicos. En el sector agrícola se espera que BRI impulse la inversión china en agronegocios en el extranjero y en la infraestructura básica que facilite un mayor comercio agrícola. Según funcionarios del Ministerio de Agricultura chino y de la Oficina de Cooperación Exterior de Asuntos Agrícolas, el país tiene ahora 657 proyectos agrícolas en diferentes países de la BRI, con un valor aproximado de 9 400 millones de dólares, lo que significa un 70 por ciento de crecimiento en sólo cinco años. Esto, necesariamente, significa la pérdida de miles de hectáreas de tierra agrícola (necesaria para estos proyectos), de formas de vida tradicionales y biodiversidad. Probablemente muchos agricultores serán desplazados. En Pakistán, BRI impulsa la expansión del trigo híbrido, que reemplaza las variedades de trigo tradicionales campesinas en beneficio de las compañías chinas de insumos como Sinochem Group.
La mayoría de los proyectos agrícolas que se desarrollan con la BRI, son industriales y se orientan a la exportación. El sistema alimentario industrial ya es responsable de la mitad de las emisiones de gases de invernadero. Los habitantes de Myanmar señalan que miles de camiones entran y salen del estado de Kachin, transportando bananas. Esta área está dirigida a ser un área de expansión de las plantaciones de banana de exportación para China, resultando en desalojos de los propietarios indígenas de las tierras, quienes dependen de la tierra para su subsistencia y para mantener sus fuentes de ingresos. Las fuentes de agua también son afectadas por contaminación o desviadas desde las comunidades para regar las plantaciones chinas. Hay informes de la disminución de la calidad del suelo en las plantaciones chinas causada por las prácticas agrícolas que utilizan insumos en grandes proporciones. Como resultado, durante el año pasado aumentaron las protestas contra las inversiones chinas en Myanmar. En Filipinas, hay informes que indican que los megaproyectos financiados por China -como el proyecto de la represa New Centennial Water Source Kaliwa- ocasionaron acaparamientos de tierra y desplazamientos de las comunidades indígenas.
Y mientras China promete reducir el uso de carbón en el país, está abriendo nuevas minas y construyendo en el extranjero, a través de la BRI, varias plantas de carbón generadoras de energía a gran escala. Solamente en Pakistán, las inversiones chinas en carbón han alcanzado más de 10 mil millones de dólares. Mientras tanto, Indonesia prepara una nueva propuesta de proyectos para cuatro plantas de energía en base a carbón para ser financiadas por China. Los proyectos energéticos de la BRI se centran de manera desproporcionada en los combustibles fósiles.
Al igual que las organizaciones nacionales e internacionales de la sociedad civil que monitorean en terreno la implementación del proyecto BRI, estamos preocupados por la falta de consulta a las comunidades locales acerca de estos proyectos. Esto provoca la pérdida de tierras pero también está el hecho de que los proyectos de infraestructura y conectividad de las cadenas de suministro no brindan beneficios a gente local. En cambio, hay un serio impacto sobre los derechos de las comunidades locales y sus condiciones de vida.
Hacemos un llamado al gobierno de China a que hagan la Iniciativa de la Franja y la Ruta más transparente, pues no existe actualmente información oficial disponible del monto exacto de los proyectos bilaterales, de las condiciones de los préstamos, de los criterios y estándares de los mismos, y de los impactos globales de los financiamientos. Llamamos a los países socios a develar toda la información relacionada a los proyectos BRI dentro de sus jurisdicciones. Tanto China y los países socios deben abrir procesos de consulta y buscar la expresión de otras personas con intereses e involucramiento en estos proyectos para que el dinero público no se malgaste en proyectos destructivos e indignos. Y para los gobiernos en los países que están en BRI, evalúen los impactos de los proyectos BRI sobre los derechos humanos de manera extensa y apropiada.
También llamamos al gobierno chino y a la comunidad internacional que participa en la «ecologización» de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, a que den el paso radical de escuchar a las personas afectadas por estos proyectos. Si lo hacen, deberían apoyar a los pequeño agricultores y a las comunidades, tanto rurales como urbanas, mediante sistemas descentralizados de alimentación, energía y transporte, para lograr soluciones climáticas reales y no levantar la cortina de humo de la Iniciativa de la Ruta y la Franja «verde».