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Así fue 2014

Economía verde, consumo colaborativo y hágalo usted mismo

Fuentes: ETC Group

El Grupo ETC comparte en este resumen sus consideraciones sobre el año que terminó. En nuestro sitio de internet encontrarán el texto completo con abundantes citas y fuentes, con algunas (irreverentes) predicciones para 2015 y un calendario de las actividades que serán más importantes para nuestro trabajo. Visite: http://www.etcgroup.org/es/content/2014-year-was En 2014, la economía verde derivó […]

El Grupo ETC comparte en este resumen sus consideraciones sobre el año que terminó. En nuestro sitio de internet encontrarán el texto completo con abundantes citas y fuentes, con algunas (irreverentes) predicciones para 2015 y un calendario de las actividades que serán más importantes para nuestro trabajo. Visite: http://www.etcgroup.org/es/content/2014-year-was

En 2014, la economía verde derivó en «consumo colaborativo», en una nueva edición del «movimiento maker», y hasta creímos posible que las trasnacionales se humanizaran. No creemos que la economía se esté «humanizando». Pensamos que la avaricia está ensayando nuevas máscaras verdes supuestamente independientes. El Grupo ETC describe con irreverencia las verdaderas novedades de 2014 y evidencia las mentiras de una supuesta economía humana.

La economía verde:

A lo largo de 2014, la industria de bebidas y alimentos procesados, en el centro de la atención debido a su enorme uso de energía y desperdicio de agua, sus emisiones de gases y su papel de «promotores» de la epidemia de obesidad, invirtió más tiempo en los pasillos de Naciones Unidas que la mayoría de los gobiernos del mundo, tratando de persuadir a los elaboradores de políticas de que se encuentran a la vanguardia verde de un nuevo paradigma en alimentación, salud y cuidado del ambiente. La PepsiCo, dijo a todo el mundo que cada vez más de sus envases están hechos con bioplásticos, y presumieron de su lucha contra el hambre en México (el mismo país en que están evadiendo los impuestos a las bebidas azucaradas manipulando las raciones en las botellas, el mismo país con una tercera parte de su población obesa). Grupos de la sociedad civil dejaron bien claro a Pepsi que el tema no son las botellas, sino lo que contienen.

El director de Nestlé voló hacia Jalisco, (¡también México!), para inaugurar la primera planta «Cero agua». La instalación extrae el agua de la leche de vaca y la recicla para lavar las máquinas y regar los jardines. Basándose en este éxito Nestlé planea acondicionar una instalación similar en Sudáfrica. ¿Qué producirán las fábricas súper verdes de Nestlé? leche en polvo, que se promueve entre los niños que no la necesitan y las madres que no pueden pagarla. Este año supimos que Coca Cola sirve cada día mil 800 millones de bebidas y gasta más de ocho billones de galones de agua en un año en sus procesos de fabricación. Más agua de la que consume la cuarta parte de la población.

También al final del año, el Instituto Global McKinsey advirtió que la obesidad y el consumo excesivo costaron al mundo $2 billones de dólares en gastos por año, equivalente al 2.8% del Producto Interno Bruto global. Fue Coca-Cola, en la década de los noventa, quien se asoció con McDonald’s para lanzar las porciones «extra grandes» y ahora las bebidas carbonatadas son la principal fuente de calorías en la dieta de los estadounidenses. La retórica no ha cambiado mucho. La economía verde sigue sirviendo a la economía de la avaricia.

A lo largo del año, el debate sobre «lo verde» y el costo/beneficio de la cadena industrial de producción de alimentos se intensificó. Mientras las empresas agrícolas de insumos promovieron estudios para intensificar la producción industrial («del campo a la mesa»), los vendedores al menudeo insistieron en publicidad engañosa y manipulación de leyes y consumidores («de la mesa al campo»). El Grupo ETC insistió en un análisis mucho más amplio, comenzando por la genética en un extremo y las emisiones de gases con efecto de invernadero en el otro.

El consumo colaborativo: En 2014 vimos crecer mucho el interés en el consumo colaborativo. En la temporada vacacional de 2013, más viajeros pernoctaron en camas ofrecidas por AirBnB de los que cabrían en Las Vegas en ocupación completa. Para Navidad de 2014, los alojamientos AirBnB ofrecían un millón de lugares, 300 mil más de los que ofrece su rival más cercano, los Intercontinental Hotels and Resorts. Lo que comenzó hace algunos años como un uso inteligente de los medios sociales para ofrecer alojamiento de bajo costo (por parte de individuos que podían obtener un dinerito extra rentando su cuarto desocupado), ha sido suplantado totalmente por AirBnB un concepto que incluye la renta de habitaciones, pero también suites ultra lujosas o villas enteras en Brasil por $3 mil dólares la noche.

La contraparte móvil de AirBnB en las ciudades es Uber, un servicio de taxi por teléfono. Además de sacarle dinero al estudio, o al cuarto del hijo que ya se fue de la casa, Uber propone lucrar con la plaza extra en el coche, o con la ruta que tomamos de por sí al mercado, pero allí no termina la cosa: hay furor por rentar ¡perdón! compartir, la podadora, la joyería, el vestido de fiesta o la platería de la abuelita. Si entras a Mechanical Turk puedes rentar tu cerebro y hay otros sitios en los que claro, puedes ofrecer tus músculos. El consumo colaborativo basado y coordinado en internet hace más fácil que los compradores y los vendedores se conecten, establezcan precios, paguen y se protejan a sí mismos y a sus productos.

La noción de alquilar en vez de poseer ha florecido tan rápidamente que algunas de las grandes empresas de automotores anticipan un desplome de las ventas de carros último modelo, y sus nuevos planes de mercadotecnia incluyen aparcar sus modelos recientes en las calles para rentarlos por hora, día o semana. Esto no solo implicaría menos coches, sino también menos estacionamientos, reducción de emisiones, de accidentes de tránsito y menor mantenimiento de las vialidades.

Así que ¿qué hay de malo? Hay mucho de bueno, pero no todo. Y nada de esto es nuevo. Los hogares romanos del siglo 17 no tenían cocinas, sin embargo algunas familias acaudaladas contaban con vasos de cristal y platos de cerámica o porcelana, cubiertos y mantelería que rentaban cotidianamente, o los intercambiaban o empeñaban según vieran la oportunidad. En la década de 1920, Michelin rentó sus neumáticos a clientes que no tenían suficiente cash para comprarlos.

Antes de que la degradación de las condiciones laborales destruyera la unidad familiar y nos volviera a muchos de nosotros desechables, de manera cotidiana los vecinos y las familias compartían su fuerza de trabajo, alquilaban o prestaban sus coches e instrumentos de labranza, sus máquinas de coser y sus palas. Lo que nos choca es la rapidez con que el consumo colaborativo se está monetizando y monopolizando. Quienes pueden rentar o alquilar sus bienes querrán tener más para rentar o alquilar, para hacer más dinero. Así que podemos despedirnos de la ilusión de que habrá menos automóviles, menos contaminación, etcétera.

Este tipo de economía de la colaboración es menos una revolución social y más un ajuste del capitalismo tradicional. Los nuevos empresarios están desdeñando a la vieja guardia. Los fundadores de AirBnB y Uber ya son (o pronto serán) multimillonarios. Mechanical Turk pertenece a Amazon, madre de todos los monopolios en esta era cibernética. Si bien antes encontrábamos hosterías que los jubilados establecían para recibir un dinerito y pagar sus hipotecas, ahora un solo casero de Manhattan renta 272 camas por noche mediante AirBnB. No hace mucho, las familias rentaban sus estudios o áticos por mes o año. ¿Qué pasó con eso? Con todo y sus defectos, las cooperativas locales de servicios de taxi están siendo desplazadas por un monopolio multinacional (Uber) que ya opera en más de 50 países. Alojar a tu sobrina para que pueda seguir con sus estudios en la ciudad ya significa perder una «entrada» de cash. Si tu vecino te pide prestada tu podadora, algo ha de valer ¿porqué no alquilársela? Coloca lo que quieras negociar en cualquier sitio web «neutral» y podrás, literalmente, «cerrar el trato» con tus vecinos, familiares y comunidad.

¿Porqué hay este furor del consumo colaborativo? En parte es Internet, en parte la crisis económica, la pobreza. En 2014 los mercados financieros anunciaron que la crisis había pasado. El empleo en Estados Unidos recuperó sus niveles de 2008. Sin embargo es inocultable que en ese país se perdieron dos millones de empleos formales de tiempo completo y la OIT dice que en el mundo hay 67 millones de nuevos desempleados. La mayoría de quienes tienen empleo son a medio tiempo o autoempleados, o ambos. Un viejo amigo del Grupo ETC, René Salazar, hizo una lista de lo que 60 jóvenes desempleados hicieron durante un tiempo para ganarse un dinero en el metro de Manila. La lista enumeraba actividades increíblemente creativas, que incluían capacidades y habilidades sofisticadas, tareas hechas en grupo, y algunas veces… legales. Es lo que los marginados siempre han hecho, bregar en la economía informal, aprovechar lo colectivo para sobrevivir.

Neth Daño (la directora de ETC en Asia) pone un ejemplo clave del verdadero consumo colaborativo: las semillas. Por al menos 12 mil años los campesinos de todo el mundo han criado, salvaguardado e intercambiado las semillas. Luego se impuso la protección intelectual de las variedades vegetales y sobrevino la Organización Mundial de Comercio, y ahora se está volviendo ilegal compartir el elemento más crucial para cualquier sistema alimentario. Los recursos (materiales, intelectuales) de la inmensa mayoría de la humanidad están siendo monopolizados.

Hágalo usted mismo: el movimiento maker: Las impresoras en tercera dimensión (3D) y los sintetizadores de genes se presentaron en 2014 como la nueva cara del movimiento maker. En más de 98 ciudades y 56 países (solo en Nueva York y San Francisco 200 mil personas se reconocieron como «makers») hubo encuentros y convenciones de fabricación desde armas hasta absurdas plantas fosforescentes, pero mayormente feos imanes para refri, bisutería desechable y mala cerveza. Incluso las bibliotecas públicas (sin saber qué hacer con sus salas de consulta ahora que reina la Wikipedia) están instalando servicios de impresión 3D y los hospitales y laboratorios que cuentan con incubadoras y aceleradores, de Barcelona a Bangalore, están facilitándoselos a los biohackers para que intenten encontrar la cura del Ebola o (mejor aún) para cultivar botox natural. Los fabricantes de impresoras 3D y los biohackers han unido fuerzas para imprimir piel, vasos sanguíneos y partes de vísceras. Aparte de los feos magnetos para los refirgeradores, los makers se ven a sí mismos en el umbral de una verdadera y libertaria revolución industrial. Ya sean individuos o consorcios mundiales, los makers creen que pueden ganarle a General Electric, General Motors (o hasta BP). Piensan que la manufactura de escritorio reducirá los costos energéticos, de transporte, de almacenamiento y el desperdicio. Y no menos importante es la creencia en que estas nuevas tecnologías pueden sacar a la luz el Galileo o el Mendel que cada uno de nosotros tiene en potencia. En resumen, el capitalismo, como lo hemos conocido, está terminado.

De nuevo ¿qué hay de malo? Y de nuevo, hay muchas cosas buenas. Pero esto no es nuevo y los makers no están a salvo del control de las multinacionales.

En 2014 el primer movimiento «Hágalo usted mismo» cumplió 60 años. En la revista TIME del verano de 1954 se habló del «nuevo hobby del billón de dólares», el movimiento de autoconstrucción y mejora de hogares. Para entonces los logros (que comenzaron con la Primera Guerra Mundial y se aceleraron hacia los 30’s) se referían a los nuevos usos de la maquinaria para tala y cosecha vinculada con la construcción de autopistas. Pero el ímpetu real que impulsó el «hágalo usted mismo» en los hogares fue la pobreza. Las necesidades sin respuesta a partir de la Gran Depresión que pusieron a las familias sin empleo en la situación de construir y reparar ellas mismas sus hogares. Estamos exactamente igual que en los treintas: cada vez más viven en pobreza y abandono.

En Estados Unidos hubo otro movimiento maker al principio de la Revolución Industrial, cuando el acceso a la maquinaria inglesa -hecha de hierro o acero- era limitado y los fabricantes se vieron obligados a usar partes de madera en vez de partes metálicas. El efecto lateral inesperado fue que la industria estadounidense -por necesidad- se puso a inventar constantemente nuevas maquinarias mientras que sus contrapartes británicas no tuvieron incentivo para reemplazar sus partes metálicas. La máquina de coser Singer también promovió al movimiento maker. De pronto las familias pudieron usar ropa de diseño, a bajo costo, usar géneros a granel, hacerse los vestidos a la medida por una fracción del precio del diseño de París o Nueva York. Sin embargo hacia los setenta, los autoconstructores y las costureras familiares se vieron desplazados por las legiones de tiendas IKEA y los Súper-Centros Wal-Mart. Los productos no son tan baratos, tienen menor calidad, los hacen trabajadores súper explotados, la creatividad quedó de lado y las corporaciones vuelven a ganar.

El consumo colaborativo y el «hágalo usted mismo» no pueden depender de las nuevas tecnologías para desarrollarse independiente y libertariamente. No existe nada similar a una revolución social «técnica». No lograremos nada a menos que derrotemos la economía de la avaricia.

La economía de la avaricia: 2014 también fue el año de la desigualdad -incluso para los ricos. Desde el director francés del Fondo Monetario Internacional, al del Banco de Inglaterra en Canadá, al jefe de Unilever, todos los grandes y poderos se ruborizaron y tuvieron que dar la razón a los argumentos que denuncian la concentración de la riqueza según Thomas Piketty en su libro El capital en el siglo XXI. La concentración de la riqueza -y la desigualdad concomitante- están equiparándose a los niveles que había antes de la Revolución Industrial. Oxfam Internacional ocupó los encabezados durante el Foro Económico Mundial de Davos cuando dijo que los 85 individuos más ricos del planeta tienen una riqueza igual a la que cuentan 3 mil 500 millones de personas. En marzo, Forbes declaró que eran 67 (y no 85) los archimillonarios del mundo cuyos ingresos igualaban a los de la mitad de la población del planeta.

Pero esos justos remordimientos se esfumaron con el año. En agosto, el director ejecutivo del Standard Chartered Bank de Asia, Jaspal Bindra, dijo a Reuters que los reguladores se están pasando de listos si esperan que los bancos vigilen todas las operaciones financieras que se realizan en el mundo. Dicho ejecutivo se quejó porque se espera los bancos asuman el rol de policía, y encuentra especialmente injusto que los bancos sean penalizados cuando cometen errores, si a los policías no les pasa nada cuando fallan en atrapar al maleante. (Al día siguiente banco se deslindó de lo que dijo su funcionario).

Muy ilustrativo fue un informe sobre la integridad publicado por el Financial Times, que estudió el comportamiento de 200 banqueros y encontró que tienden ser más tramposos que los ejecutivos de las telecomunicaciones y de las industrias farmacéuticas. A pesar de esto, los banqueros y las casas de inversión insisten en que están limpiando sus actos y que han hecho enormes progresos en recuperar la confianza en el mercado. Al mismo tiempo, la velocidad y la eficiencia del mercado de acciones sigue aumentando. Después de la Segunda Guerra Mundial los indicadores bursátiles se mantuvieron en el mismo lugar por cuatro años. Para el 2000, los indicadores se movieron en promedio cada ocho meses, y cada dos meses antes de los aciagos días de la debacle financiera del 2008. Actualmente, los banqueros e inversionistas pueden analizar las implicaciones del sube y baja de los indicadores bursátiles y comprar o vender acciones en 22 segundos. El mundo de ETC en 2014:

En 2014 se cumplieron 30 años de la tragedia de Bhopal, la horrible negligencia criminal que condujo a una fuga de sustancias tóxicas de los pesticidas de Union Carbide, que resultó en más de 12 mil muertes en la India y más de medio millón de afectados, prácticamente sin reparación alguna después de tres décadas. Junto con nuestros aliados, hemos intentado conectar los puntos entre la desigualdad de poder, la creciente desigualdad económica, la corrupción política y la devastación ambiental. Casos como los cientos de niñas secuestradas en Nigeria, los 43 estudiantes desaparecidos en México, la devastadora sequía en Sao Paulo (debido a la deforestación del Amazonas), e incluso las erráticas respuestas al esparcimiento del Ebola enfatizaron los retos que todos tenemos que enfrentar.

Las negociaciones en torno a las Metas del Desarrollo Sustentable de la ONU -17 metas con 193 objetivos, después de 13 sesiones y 18 meses- no son nada alentadoras. Pero el proceso aún no se cierra y seguimos trabajando con los grupos principales en Nueva York para contribuir a las acciones posibles.

Organismos transgénicos: 2014 marcó otro año en el que la invasión transgénica en México se mantuvo a raya. La sociedad civil y los movimientos campesinos, junto con el Tribunal Permanente de los Pueblos, frustraron a las corporaciones en el centro de origen del maíz. Los agricultores y apicultores mayas mantuvieron su soberanía frente a Monsanto, pues un juez sentenció que la soya transgénica de la empresa era una amenaza a las tierras de la Península y no podría ser plantada. Monsanto tuvo más reveses cuando la UPOV 91 (apodada «Ley Monsanto») en Chile y Guatemala se suspendió; una corte en Italia mantuvo la prohibición de plantar el maíz MON810, y en Córdoba, Argentina, se agudizaron las protestas contra la fábrica de glifosato de Monsanto.

Con todo, las compañías siguen trabajando para quitarle lo «genéticamente modificado» a los transgénicos. Hace tres años nadie en el mundo de la genética había escuchado sobre CRISPR-CAS9. Ahora es la locura que está revolucionando la ingeniería genética de seres vivos. Una técnica apodada como «el avance más grande en la biotecnología de este siglo» la capacidad de «editar» rápidamente los genomas en ubicaciones múltiples al interior de la célula. Se presenta como una promesa para lograr todo, desde la des-extinción de los dinosaurios hasta la erradicación de todas las enfermedades. Es también objeto de amargos litigios de propiedad intelectual y patentes sobre los primeros organismos «genéticamente editados» que están logrando colocarse en el mercado como no-transgénicos.

Concentración corporativa: Las mega fusiones y adquisiciones están de regreso. Según Thomson Reuters, en 2014 ocurrieron 40 mil 298 transacciones con un valor de casi $3.5 billones de dólares. Únicamente en noviembre se anunciaron dos mega fusiones: (1) la adquisición por $66 mil millones de dólares de la fábrica de botox Allergan por Actavis, una empresa farmacéutica con sede en Dublín. Con la adquisición, la nueva compañía pasó a ser una de las 10 más grandes farmacéuticas del mundo según los ingresos por ventas y (2) la absorción por $34 mil 600 millones de dólares de la firma de servicios petroleros Baker Hughes por parte de la poderosa Halliburton.

¿Cielos amigables? Rosetta, la sonda espacial europea, ha viajado hasta el día de hoy 6 mil 400 millones de kilómetros en el sistema solar desde que fue lanzada en 2004. Ha encontrado agua, metano e hidrógeno así como formaldehído y cianuro de hidrógeno en su ostensible búsqueda de un «Planeta alternativo.» Rosetta tiene un valor de $1, 400 millones de euros, lo que costarían tres Airbus A380s.

En octubre de 2014, una nave de prueba perteneciente a Virgin Galactic, la empresa líder en promover el turismo espacial, explotó sobre el desierto de Mojave en California y mató a un piloto. La compañía asegura que el trágico accidente no los detendrá de lanzar una carrera espacial para consumidores -aunque las dramáticas imágenes de la explosión no han hecho buena propaganda- lo cual es ver el lado bueno de la crisis climática, dadas las emisiones que podría generar una industria de turismo espacial. Mientras tanto, el jefe (y propietario) de Virgin, Richard Branson, ofrece un premio de $25 millones de dólares (el Virgin Earth Challenge) para la técnica de geoingeniería que logre capturar el carbono del aire.

Y hablando de viajes espaciales, la Agencia Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) concedió una serie de exenciones a sus normas para sistemas de aeronaves no tripuladas y se espera que permita su uso comercial para 2015. Una semana antes del 2015, la FFA otorgó la primera exención para los drones que se utilizarán en agricultura. La compañía Advanced Aviation Solutions podrá volar naves robot sobre las parcelas de Estados Unidos para que tomen fotos y mediciones que se usarán como insumos para la «agricultura de precisión.»

Fabricación digital: En septiembre de 2014 durante el International Manufacturing Technology Show, la empresa líder de fabricación digital de Cincinnati, Local Motors, presentó el primer automóvil «imprimido» en tercera dimensión, el Strati. El carro se integra de sólo 50 piezas y se ensambló en dos días, antes de que el director de la compañía lo manejara en el piso de exhibiciones. Con una campaña de relaciones públicas excelente, la demostración busca llamar la atención al hecho de que es posible la «manufactura flexible», que se ofrecerá bajo la forma de «microfábricas» (según su página, plataformas de co-creación para la manufactura de automotores y partes). Con las microfábricas se puede fabricar sobre demanda cualquier cosa, desde una cafetera hasta un automóvil.

¿Ya debemos preocuparnos por la inteligencia artificial? En 2014 comenzaron a crecer las advertencias sobre los riesgos de la inteligencia artificial. La alarma sonó cuando Google adquirió por $500 millones de dólares DeepMind, una empresa de máquinas inteligentes que desarrolló lo que se conoce como «máquina de Turing neuronal.» Una máquina de Turing es un dispositivo conceptualizado por Alan Turing en 1936, que teóricamente puede servir para simular la lógica de cualquier algoritmo como lo hacen hoy las computadoras. Antes de 2014, las mejores computadoras neuronales podían reconocer gatos y jugar video juegos. A finales de 2014, la tecnología de DeepMind puede describir lo que ocurre en una imagen fotográfica con acciones y elementos específicos. Google dice estar trabajando en una computadora que pueda programarse a sí misma. Sin embargo, lo que acaparó los titulares fue la serie de estridentes advertencias que hizo Elon Musk, el chico maravilla de Silicon Valley, quien asegura que los experimentos actuales en inteligencia artificial están «convocando al demonio» y, según correos confidenciales filtrados, advierte que «algo muy peligroso ocurrirá entre los próximos 5 o 10 años. No es el caso de quien grita que viene el lobo. No estoy hablando de algo que no entiendo.» Sus advertencias encontraron eco en Stephen Hawking y en uno de los propios fundadores de DeepMind, Shane Legg.

¿Nuevo auge petrolero? En 2013, BP y otras de las grandes petroleras prometieron que las nuevas tecnologías para extraer el petróleo atrapado y de las arenas de esquisto detonaría un nuevo boom, en el que Estados Unidos rebasaría a Arabia Saudita en el flujo del oro negro. Si bien el entusiasmo sigue en pleno, un análisis muy ecuánime, publicado en noviembre por el Post Carbon Institute sugiere que la fiesta en torno al petróleo de esquisto no durará mucho -de hecho podría estar ya terminando- pues las reservas más grandes de petróleo de esquisto en Estados Unidos llegarán a su límite en los próximos cinco años. La industria no concuerda, pero quien sea que tenga la razón, podemos esperar que las inversiones para la extracción del gas y petróleo mediante fracking incluyan el gasto en biología sintética, nanotecnología y otras riesgosas herramientas. Es de esperarse que las empresas bombearán consorcios de microbios diseñados hacia las rocas de esquisto y que habrá nuevas formas de aumentar el valor del gas natural y el petróleo atrapado dándolo como alimento a microbios sintéticos para que produzcan gasolina y comida para peces.

En América Latina, México y Argentina ya cambiaron sus regulaciones energéticas para permitir a las compañías de fracking que saquen el petróleo de esquisto donde quiera que se encuentre. En México, la extracción quedó por ley por encima de la producción de alimentos. La región parece re-editar el periodo Colonial. Las nuevas leyes reviven el debate alimentos/combustibles. Es la misma división internacional del trabajo, pero ahora le dicen, pomposamente, «neoextractivismo.»

Mejor libro: de Naomi Klein, Esto lo cambia todo (Paidós). El libro de Naomi de 2007, La doctrina del shock, tiene mayor relevancia hoy que cuando salió, y se lee como un detallado prólogo a su nuevo libro sobre cambio climático, capitalismo y desigualdad. Algunos que comenzaron a leerlo -y no pudieron terminar- lo encontraron desesperado y deprimente. Quienes lo siguen leyendo, quedarán muy cuestionados intelectual y emocionalmente por su optimismo. Sí, estamos en un momento terrible. No, el futuro no es imposible. Tenemos las herramientas necesarias no solamente para sobrevivir al cambio climático (aunque ella admite que costará mucho) pero debemos cambiar simultáneamente el sistema económico de modo que el desastre ambiental que estamos viviendo no vuelva a repetirse. En el libro abundan los hechos, las figuras y la convicción que necesitamos para seguir adelante con la tarea.

El peor libro: de Diane Ackerman, The Human Age – The World Shaped by Us (La edad humana, el mundo que hemos formado), publicado por W.W. Norton & Company. Ackerman escribe muy bien y nos lleva a través de nuestros sufrimientos climáticos y ambientales con una fina mente científica y una prosa maravillosa. Su libro está lleno de ejemplos de la resiliencia de la naturaleza y del género humano. Sus ejemplos y descripciones quitan el aliento. El alcance de su reflexión, no. En contraste con Naomi Klein, Diane Ackerman considera que podemos sobrevivir y prosperar sin cambios económicos fundamentales. De hecho, «podemos» es un pronombre incierto. Su libro prácticamente no habla de la pobreza y nunca se refiere a la desigualdad. A pesar de esta gran falta, vale la pena revisarlo.

El premio de matemáticas 2014 para el profesor Robert G. Eccles, de la escuela de administración de Harvard, quien enfatiza el lado bueno de la concentración del poder de las corporaciones, y expresa un lógico deseo por los beneficios universales que acarrean las «mejoras de la sociedad civil». El profesor escribe: La oportunidad del mercado, la presión entre iguales, la presión de los inversionistas y la reputación de las firmas están haciendo por las empresas lo que de otra forma podría lograrse solamente mediante regulaciones. 200 países del mundo tendrían que poner en vigor regulaciones de este tipo. Qué dolor de cabeza. En vez de ello, el mercado mismo ya ha avanzado bastante en adaptar la economía global, mediante la concentración del mercado y el liderazgo moral de unas mil juntas directivas.

El osito de las relaciones públicas de las nuevas tecnologías: este reconocimiento va para Derby, el perrito rengo, que corrió por vez primera en su vida gracias a unas prótesis imprimidas en tercera dimensión. ¿Quién podría negarse? (Aparentemente, nadie, el video en You Tube se viralizó).

Arrogancia inocultable de la biología sintética: «Queremos hacer organismos totalmente nuevos que nunca hayan existido y remplazar cada uno de los organismos actuales con unos mejores. Es obvio que eventualmente cada ser humano será diseñado en computadora.» Austin Heinz, fundador de Cambrian Genomics.

Evaluación de las tecnologías: Una idea que se vuelve realidad – 1ª Parte: «Cada vez más los científicos piensan que debe existir alguna vigilancia regulatoria, a nivel nacional e internacional, solo para asegurar que no hagamos algo estúpido.» Director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, cuando se refirió, ante el público del MIT, a los peligros de la inteligencia artificial. (Octubre de 2014).

Evaluación de las tecnologías: Una idea que se vuelve realidad – 2ª Parte: «Pienso que la extinción humana ocurrirá eventualmente, y que la tecnología seguramente tendrá que ver con ello.» Shane Legg, uno de los fundadores de DeepMind de Google.