Las empleadas de Wal-Mart están en pie de guerra contra esta cadena estadounidense de grandes almacenes, la mayor del mundo. Con el respaldo del juez federal Martin Jenkins, han planteado contra esta compañía una demanda colectiva en representación de 1,6 millones de mujeres que trabajan o han trabajado en sus tiendas, por la grave discriminación […]
Las empleadas de Wal-Mart están en pie de guerra contra esta cadena estadounidense de grandes almacenes, la mayor del mundo. Con el respaldo del juez federal Martin Jenkins, han planteado contra esta compañía una demanda colectiva en representación de 1,6 millones de mujeres que trabajan o han trabajado en sus tiendas, por la grave discriminación que supone cobrar menos sueldo y tener menos acceso a los ascensos que los hombres. El Periódico de Catalunya
«Este caso es histórico y deja pequeño a cualquier otro caso de discriminación laboral» en Estados Unidos, subrayó el juez Jenkins, que autorizó el martes en San Francisco el proceso de la demanda colectiva.
La querella inicial fue presentada en el 2001 por seis las empleadas de Wal-Mart que demandaron a la empresa, donde un 65% de los trabajadores son mujeres, mientras sólo un 33% de los directivos lo son. Al conocer la demanda, un verdadero aluvión de empleadas de las 3.586 tiendas de Wal-Mart repartidas por todo EEUU se sumaron a ella, hinchando sus filas hasta convertirla en la mayor de la historia.
Con ello pueden forzar a la empresa a equiparar el trato que da a dos tercios de su plantilla, sus 700.000 empleadas actuales, con el más favorable que ofrece a sus empleados varones. Una de ellas, Stephanie Odle, directora adjunta de una tienda de Wal-Mart en Riverside (California), explicó a The New York Times su desmayo al enterarse de los 60.000 dólares anuales que ganaba un compañero con el mismo cargo que ella en la tienda, 23.000 dólares más que su sueldo.
«Cuando se lo dije al jefe de distrito, me contestó: Stephanie, ese hombre tiene una familia y dos hijos que mantener, y yo le respondí que soy madre soltera con un bebé de seis meses a mi cargo», declaró indignada. La gigantesca demanda contra Wal-Mart incluye a todas sus empleadas desde diciembre de 1998, que no sólo pueden pedir compensación por la discriminación sufrida, sino también el pago de una multa para castigar a la empresa por su trato a las empleadas. Por ello, las acciones de Wal-Mart sufrieron un escalofrío en Wall Street al conocerse la autorización de la demanda colectiva, y ayer perdían un 1,6% de su valor.
Aún no se ha fijado fecha para el juicio pero Wal-Mart sufre ya sus efectos, por el daño hecho a la imagen de la poderosísima empresa, que ha empleado su posición para forzar a los fabricantes a bajar los precios y poder ofrecer así artículos muy competitivos en sus tiendas. Lo que más temen sus directivos es que el conocimiento de la discriminación a las empleadas irrite a los millones de compradoras que llenan sus tiendas.