Han pasado 85 años y la sociedad española se divide en dos grupos: el de varias decenas de millones de españoles, que lo ignoran todo sobre aquella fecha de 1936 y el de los de aquellos para los que sí tiene un significado determinante, para comprender porqué ahora estamos como estamos.
Haz unos días, concretamente el 14 de julio, en toda Francia se celebró el aniversario de la Revolución Francesa de 1789, sin que fuese necesario explicar a cada ciudadano francés el significado de la Fiesta Nacional.
Comparten este conocimiento cientos de millones de ciudadanos del mundo, concienciados de lo que la Revolución Francesa significó para la construcción de un marco de derechos y deberes de los ciudadanos, que sirvió de base para la redacción de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, sobre la que se han edificado la mayoría de las Constituciones de los países democráticos posteriormente.
En cualquiera de estos países, el aniversario de una fecha con el significado histórico del 18 de julio de 1936 en España, merecería no un espacio festivo en el calendario, porque nada festivo hay en recordar un golpe de estado y el inicio de una guerra civil, pero al menos mercería la pena dedicarle un recordatorio reflexivo colectivo, sobre las consecuencias y el impacto que ha tenido -y sigue teniendo- aquella fecha para la actual sociedad española.
En ningún país europeo de nuestro entorno existe el concepto de memoria histórica, porque los acontecimientos y los protagonistas de los años 30 y 40, que en España forman parte de este concepto, en el resto de Europa han sido incorporados a su historia, con toda la carga de matices heroicos, de grises y de pasajes negros, en sociedades que están en disposición de asumir sin sonrojo de culpa ni aspavientos y sin que en ninguno de los países que fueron víctimas de la implantación u ocupación de regímenes totalitarios, se plantee actualmente el debate de si fueron buenos o malos, ya que nadie discute en Alemania, Francia, Italia, Croacia, Hungría o Rumanía, si aquellos líderes son hoy dignos o no del homenaje o el desprecio social e institucional que merecen.
Dentro de poco se debatirá en el Parlamento la ley de Memoria Democrática, una ley innecesaria en los países anteriormente citados, porque las víctimas de aquellos regímenes, han sido ya reconocidos social, jurídica e institucionalmente, a lo largo de más de siete décadas.
Nadie espera que sea un debate parlamentario fácil. Las ideas y los intereses que se conjuraron para dar un golpe de estado en 1936, hoy se alinean en el Parlamento español como el frente trifachito. PP- CS-VOX, con casi idénticos argumentos que entonces lo hicieron los golpistas del 36: el peligro de los planes del comunismo para asaltar al estado, la unidad de España se derrumba, la inseguridad campa por las calles, la ruina y que el paro y el hambre amenaza a los españoles… Menos mal que la promesa de un gobierno fuerte de palo y tentetieso, podrá traer la seguridad y prosperidad para todos. Los viejos argumentos ya conocidos, sin ningún aportación novedosa que llevarse al catecismo populista.
La fecha del 18 de Julio, debería de incorporarse al calendario oficial de efemérides, no como un día festivo, sino un día dedicado a interpretar lo que aquella fecha ha significado para la historia de España, y para enaltecer la memoria de los que cayeron y se significaron en la defensa de los valores de justicia y libertad.
Floren Dimas es Oficial del Ejército del Aire (R). Miembro de Anemoi y de ACMYR. Delegado de AGE en la Región de Murcia.