La mitad de la población de la Tierra vive en casi el 5% de la superficie no marítima del planeta, y en gran parte se asienta en torno de regiones costeras, tales como estuarios y desembocaduras de ríos. La biodiversidad de ríos, lagos y humedales es el conjunto de ecosistemas más amenazados de la Tierra. […]
La mitad de la población de la Tierra vive en casi el 5% de la superficie no marítima del planeta, y en gran parte se asienta en torno de regiones costeras, tales como estuarios y desembocaduras de ríos. La biodiversidad de ríos, lagos y humedales es el conjunto de ecosistemas más amenazados de la Tierra. Casi el 20% de los peces de agua dulce han desaparecido o están el peligro de hacerlo. Pero no son sólo los peces. Anfibios, moluscos y otras muchas especies peligran también aunque no se conoce suficientemente la biodiversidad de agua dulce. Los seres humanos se concentran en las proximidades de los cursos de agua y provocan que los sistemas de agua dulce sean los primeros hábitat en degradarse. Usan el agua, consumen sus especies animales, utilizan sus cauces para desplazarse y como colectores de sus vertidos.
El agua dulce potable supone solamente el 0,008% del agua terrestre, lo que hace que en ocasiones su uso plantee complejos problemas. En las áreas urbanas de los países no desarrollados 170 millones de personas carecen de agua limpia para satisfacer sus mínimas necesidades: beber, cocinar o lavarse; en las áreas rurales de estos países el panorama es más sombrío ya que alcanza a casi 885 millones. Todo indica, además, que la provisión de agua dulce en el mundo está disminuyendo inexorablemente. Una de cada cinco persona ya no tiene acceso al agua potable y casi una de cada tres no dispone de medios de saneamiento adecuados para potabilizarla. Algunos expertos opinan que la escasez de agua podría ser una de las principales causas de conflictos bélicos entre países en el futuro, especialmente en las zonas más áridas. Sólo usándola en forma adecuada y equitativa se podrían prevenir los efectos catastróficos de esta situación.
En Latinoamérica, las tensiones por la carencia del preciado liquido se hace sentir en zonas como el Altiplano o Puna que es una vasta región que abarca Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, caracterizada por ser una zona árida. La escasez de agua ha generado tensiones en el pasado, como los recientes diferendos entre Bolivia y Chile por un pequeño curso de agua conocido como el Silala. La región también es muy frágil y afronta serios problemas de desertización causada por varios factores, entre ellos el sobrepastoreo y la agricultura intensiva. Esta situación ha hecho que la pobreza esté extendida en la zona y sea foco de constantes problemas sociales. Algunos países, como Bolivia, han tratado de establecer una ley de aguas para el adecuado uso de este recurso, pero esto también ha generado tensiones en la zona. Igual ocurre en la vasta región de El Chaco compartida por Argentina, Bolivia y Paraguay, con recursos naturales caracterizados por su fragilidad y relativa escasez, además de contar con una población reducida y marginalizada. Esta región sufre severos problemas de desertización, que inciden en la pobreza de sus habitantes. El agua, justamente es uno de los recursos escasos, a pesar de contar con dos grandes ríos que dibujan la región: el Pilcomayo y el Paraguay. Cuando llueve, el agua corre por las quebradas con tanta fuerza que destruye todo lo que encuentra en su camino. Los recursos acuíferos del Chaco afrontan también problemas de contaminación, lo que en el pasado ha generado tensiones y la necesidad de una actuación coordinada por los países de la región.
Igual problema se presenta en la Ciudad de México que se está hundiendo debido a la cantidad de agua extraída debajo de sus cimientos. Una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo, México, D.F. fue una fértil tierra de lagos. Sin embargo, en los últimos 500 años, los lagos han sido drenados y los bosques de los alrededores han sido talados. Mientras la ciudad crecía, el problema del agua se magnificaba. Debido a la falta de un sistema de drenaje adecuado, hoy el agua de lluvia se mezcla con residuos y se la utiliza para la irrigación. La ciudad afronta ahora un serio riesgo de quedarse sin agua potable. Se estima que un 40% del agua de la ciudad se perderá por las filtraciones en los alcantarillados construidos a principios de siglo.
En Brasil, más de 17 millones de personas no tienen acceso al agua potable. Diversos estudios mostraron que 70% de agua potable va para el uso de la agricultura, 20% para la industria y solo el 8% va para el uso humano.
Y los dueños de la doctrina Monroe, donde la «América es para los americanos», tiene una situación más comprometida en su territorio, porque el 95% del agua potable es subterránea. Sus fuentes de agua se están secando debido a que los granjeros de las praderas altas tejanas bombean el líquido más rápido de lo que la lluvia las rellena. El acuífero más grande de Estados Unidos, el Ogallala, se está empobreciendo a una tasa de 12.000 millones de metros cúbicos (m3) al año. La reducción total a la fecha llega a unos 325.000 millones de m3, un volumen que iguala el flujo anual de 18 ríos del estado de Colorado. El Ogallala se extiende de Texas a Dakota del Sur y sus aguas alimentan a un quinto de las tierras irrigadas de Estados Unidos.
No hay que ser un Julio Vernes o pitoniso , al expresar una alerta, ante el mayor depredador de todos los tiempos, que de seguro empezara a mirar hacia el Sur cuando ya no tenga más agua potable.
Lenin Cardozo. Director de Publicaciones de AZUL Ambientalistas
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