En la década de los 70, España estaba a la cabeza del mundo en construcción naval. Fueron decenas de miles los trabajadores empleados en Astilleros. Los más grandes se situaban estratégicamente en Ferrol, Cádiz y Cartagena; los dos primeros, eran de construcción civil y militar, y el de Cartagena, casi exclusivamente militar. En Cartagena, como […]
En la década de los 70, España estaba a la cabeza del mundo en construcción naval.
Fueron decenas de miles los trabajadores empleados en Astilleros. Los más grandes se situaban estratégicamente en Ferrol, Cádiz y Cartagena; los dos primeros, eran de construcción civil y militar, y el de Cartagena, casi exclusivamente militar.
En Cartagena, como industrias contaminantes de amianto, hay que sumar el importante sector petroquímico.
Años de exposición: una magnitud equivocada
Entré a trabajar en el astillero de la empresa Bazán, como electricista, en el año 1970, con 18 años.
En la década de los 70, la carga de trabajo en Cartagena, era enorme. Corbetas para Portugal, Marruecos, y Egipto, remodelación de la 21 escuadrilla, submarinos del tipo Daphne Series 60 y 70, corbetas del tipo Descubierta, reparaciones de la 31 escuadrilla, y de submarinos cedidos por EEUU.
La mayoría de trabajadores hacían jornadas de 12 horas diarias, de lunes a viernes, y los sábados, 4 horas. Se hacían al menos 2 noches al mes.
Entrabas a las 7 de la mañana, un lunes, y salías el martes a las 7 de la tarde; esto hacían 36 horas seguidas respirando amianto.
En ese mismo año, a La Manga (Murcia) llegaban los viernes por la noche, vuelos chárter desde Inglaterra, y regresaban el domingo por la tarde. La jornada de estos trabajadores británicos era de 40 horas semanales; esto se conocía como la «semana inglesa». Una aspiración, que tardaríamos años en alcanzar.
Así que cuando los expertos hablan de una de las variables para el desarrollo de las patologías por asbesto, como son los «años de exposición», tendrían que tener en cuenta que en el sector naval, «un año de exposición» de un español, equivaldría, en «horas respirando amianto», a dos años de un británico.
Realmente no se «trabajaban» las 12 horas diarias, ni toda la noche completa, era de trabajo «efectivo», pero durante todas esas horas, de día y de noche, despiertos o durmiendo, estaban continuamente respirando amianto, porque no salían del barco.
Era una forma de alineación y de dominación, muy estudiada por el franquismo. Fútbol, toros, y horas extra.
Amianto nuevo y amianto viejo, doble contaminación
En los años 70, Reino Unido, Francia, etc., ya tenían su propia industria naval; nosotros la combinábamos con los barcos cedidos por los EEUU.
Trabajar en la construcción de un buque nuevo, supone trabajar con amianto nuevo, menos friable.
En cambio, en la modernización de la 21 escuadrilla, destructores clase Lepanto, y otros, construidos en plena Segunda Guerra Mundial, obligaba a trabajar con amianto viejo, de más de 30 años, requemado, que era arrancado de cualquier manera, con sierras, cuchillos, y picoletas, que se desmenuzaba y disgregaba, hasta parecer que estaba nevando.
Las maquinas, y las calderas, convertidas en un infierno de amianto, eran ratoneras de muerte. Ese polvo pasaba a herramientas y a cualquier pieza que lleváramos a los talleres.
La ropa de trabajo, llena de polvo de amianto, la sacudíamos en los vestuarios, contaminando todo el local. También hemos llevado la muerte a nuestras casas. Este amianto ya instalado en buques de EEUU, no consta como amianto importado, pero cada buque llevaba entre 15 y 25 toneladas de amianto, tipo amosita. Hemos respirado el amianto viejo, y luego el nuevo. El doble en exposición y el doble en fibras de amianto.
¿Ha fumado? ¿Dónde hizo la mili?
Durante décadas, miles de jóvenes han hecho «la mili» en barcos repletos de amianto; el peligro aumentaba, cuando, en esa época de «mili», ha coincidido con reparaciones o grandes carenas.
Ellos estaban con nosotros, respirando el mismo aire mortal. Eran principalmente catalanes y valencianos. Cuando, en estas regiones, vean a un hombre de más de 60 años, con mesotelioma, o con cáncer pulmonar, al que no se le conozca trabajo de exposición, o que nunca ha fumado, y no encuentren explicación a su etiología, pregunten donde hizo «la mili».
No solo amianto, pulmones atacados por múltiples agentes, en los astilleros
En construcción naval, no solamente hemos estado expuestos al amianto, sino que también a otros cancerígenos: Humos de soldadura de hierro, de aluminio, oxicorte, galvanizados, niquelados, vapores de pintura, colas y pegamentos, tetracloruro, tricloroetileno, ácidos nítrico, sulfúrico, amoniaco, saf sol (limpiador y desengrasante), etc.
La continua agresión a los pulmones, de estos carcinógenos, es una de las causas, de más canceres pulmonares, en astilleros, que en fibrocemento.
Por ejemplo, en Cerdanyola, con exposición exclusiva al amianto, la ratio es 1 meso /1ca, mientras que en astilleros es de 1meso/4-7 cánceres pulmonares. Como hay aproximadamente los mismos fumadores en fibrocemento, que en astilleros, esto demuestra la mayor sinergia de gases tóxicos, desencadenantes de canceres pulmonares en esta última actividad laboral.
Cartagena supera, en muertes de hombres por mesoteliomas, a Cádiz y a Ferrol, y en mujeres, supera a la suma de ambas.
Esto nunca ha preocupado al equipo de neumología, que no encuentran relación de los mesoteliomas femeninos con el amianto. Ningún caso ha llegado a los Tribunales.
La empresa jamás nos dio equipos de protección, ni nos avisó del peligro.
Cartagena tiene hoy día el mayor número de muertes por mesoteliomas de España, con relación a su población.
Curiosamente, somos donde menos muertes por amianto se reconocen judicialmente.
Los culpables de esta situación, viven en Cartagena, como gente honorable. Espero que algún día, más pronto que tarde, se llegue a desentrañar la conspiración de silencio de nuestra torturada ciudad. Nadie comprenderá cómo se ha llegado a soportar tanta infamia.
Ricardo Torregrosa Marín es presidente de APENA
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