Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las […]
Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de Rebelión.org).
Leo esta noticia sobre Can Vies, el centro social alternativo del barrio de Sans, de Barcelona: http://www.lavanguardia.com/vida/20140618/54409132127/amianto-complica-can-vies.html ¿Sabe usted algo de esto? ¿Amianto en Can Vies?
Pues qué quiere usted que le diga, que con esto de la «okupación amiantada», no cabíamos en casa y parió la abuela. La realidad siempre supera a la ficción; esto lo vemos en una obra literaria, y nos llegaría a parecer un exceso imaginativo del autor. Las demoliciones expeditivas siempre tienen estos riesgos; por cierto, que de eso hay un antecedente, en el que esa demolición expeditiva, además, fue realizada mediante explosivos, pero eso no ocurrió en España.
¿Y dónde ocurrió esto? ¿Qué pasó?
Ocurrió con la demolición del «Judd Building», en Hartford, Connecticut. Con carácter general, el asunto está presente en la literatura técnica: Hoskins & Brown (1994), autores que precisan que el mayor riesgo ha correspondido a algún caso en el que el asbesto instalado era amosita (amianto marrón), y en el que la dispersión de las fibras pudo ser rastreada hasta a varios kilómetros de distancia respecto del edificio derribado mediante explosivos.
Una arista complementaria: en El Mundo de 24 de junio de este mismo año se ha publicado un reportaje sobre revistas pseudo-científicas -¡más de 500 según parece!-, centrándose en su utilización fraudulenta por parte de grandes laboratorios farmacéuticos para promocionar sus productos. ¿Sabe usted algo de esto? ¿No se relaciona con lo que a veces hemos comentando en nuestras conversaciones, la relación falaz, inadmisible entre cierto tipo de falsa ciencia, cierto tipo de informaciones sesgadas, y la inculcación de falsedades, de ideas injustificadas, en la opinión pública de forma insistente y programada?
El problema es real, y afecta profundamente a la literatura supuestamente científica sobre diversos contaminantes, amianto incluido, pero en el reportaje que usted menciona, el asunto adquiere una deriva, en la que no podemos coincidir. Viene a identificar como equivalentes a literatura médica de acceso abierto, y la pseudo-ciencia, y eso no es correcto, y además obedece un manifiesto interés partidista, que se corresponde con el de las publicaciones que cobran invariablemente por acceder al texto íntegro de sus contenidos.
De acuerdo, de acuerdo, me he explicado peor que mal, no tengo dudas al respecto. Discúlpeme
La dicotomía, para empezar, es falsa, puesto que existen publicaciones que por una parte cobran por el acceso a sus artículos más recientes, mientras que el resto, de fechas más anteriores en el tiempo, sí quedan accesibles de forma gratuita, y todo ello no tiene nada que ver con la credibilidad científica, que es otra cosa, lo cual no es óbice para que, eventualmente, puedan haber coincidencias, entre lo uno y lo otro.
Se ha hablado también, a propósito de lo anterior, de una «lista negra». ¿Y eso qué es? ¿Qué lista negra es esa?
En esa «lista negra», mencionada en el reportaje del diario «El Mundo», lo decisivo para figurar en ella, no es la escasa credibilidad científica (que en muchos casos, no obstante, será real), sino que lo que determina la inclusión es el carácter gratuito del acceso al contenido íntegro de lo publicado. Es decir, que la propia labor de denuncia de la utilización fraudulenta del marchamo de «científico», está contaminada también por la acción de intereses extra científicos, y ese es, desde luego, el caso de la susodicha «lista negra», aludida en el reportaje del diario «El Mundo», y promovida por un bibliotecario (y no por ningún científico) que, de forma palmaria, lo que está haciendo es favorecer los intereses de aquellas publicaciones que invariablemente cobran por el acceso completo al contenido de sus artículos, y que a través de ese mecanismo de denuncia tratan de desembarazarse de la competencia de las publicaciones que no proceden así, o al menos tratando de perjudicarles seriamente.
Además, se denuncia como negativo el predominio europeo en esas publicaciones de acceso gratuito, lo cual, esto último, la gratuidad, constituye toda una aberración de comportamiento empresarial, para una mentalidad «liberal», entendiendo por tal la defensa a ultranza de lo privado frente a lo público y, más concretamente, la defensa del beneficio privado por encima de cualquier otra consideración de eventual servicio al conjunto de la sociedad, por responsabilidad o por legítimo afán de prestigio empresarial, que, al no traducirse de inmediato en dólares constantes y sonantes no les resulta admisible a tales voceros del «liberalismo» económico.
Incluso podría argumentarse que cabe esperar todo lo contrario, es decir, que sean científicamente más fiables las publicaciones cuyos artículos, en una amplia proporción, pueden ser accedidos gratuitamente. ¿Cómo puede ser eso así?… Pues porque se supone que esas publicaciones obtienen sus ingresos a través precisamente de los pagos que sí efectúan suscriptores o adquirentes de artículos aislados, todavía no derivados a la posibilidad de su consulta gratuita, y que es eso lo que les permite, generosamente, poner el resto a la libre disposición de la comunidad científica, y si disponen de tales fuentes de financiación alternativa, es manifiesto que no precisan de ningún sponsor en la sombra, cuyos intereses, sesgadamente, pudieran empañar la objetividad de lo publicado.
El reportaje del diario «El Mundo», pese a abordar un problema real y grave, no obstante tenía «gato encerrado».
¿Qué gato? ¿Salvaje, no domesticado?
Un «gato» del neoliberalismo económico y de la defensa de unos concretos intereses privados, frente a otros intereses igualmente privados. Nada que ver, por lo tanto, con la objetividad y veracidad científica de los artículos publicados. Por consiguiente, cualquier parecido con lo que yo he venido demandando, respecto de un censo de publicaciones que reiteradamente acogen a artículos falsamente científicos, no se corresponde para nada con una real similitud entre esa «lista negra» y lo que yo he añorado como deseable.
Creo entender bien lo que señala. Excusas por la mezcla temática inadecuada. Cambio de tercio una vez más: sabe usted algo de un encuentro a celebrar el próximo noviembre de este año sobre el proceso Eternit? ¿Quién lo organiza? Nos recuerda, por favor, qué proceso es ese.
Se trata de un evento de apoyo a las víctimas de Casale-Monferrato, en coincidencia con la culminación de un proceso penal ante el tribunal de Turín, en el que ya se han producido sentencias no definitivas contra los propietarios de la multinacional del amianto-cemento, Eternit, en su rama suiza, con sentencias provisionales ya pronunciadas, en las que se contemplan condenas de hasta 18 años de cárcel, por los miles de fallecimientos y de afectaciones generados, tanto entre los ex trabajadores, como entre los afectados a través de una contaminación generada por la convivencia en el hogar de esos trabajadores, o por la vecindad en el entorno de la fábrica.
Con arreglo a la legislación italiana, si no hay confirmación de esas sentencias, no habrá tampoco indemnización a las víctimas, con lo cual, al haber fallecido uno de los dos encausados, sin que se hubiera alcanzado todavía esa firmeza en la condena, ello arrastra, como consecuencia deplorable, la pérdida del derecho indemnizatorio para una parte substancial del conjunto de demandantes.
Desde una perspectiva española, este juicio ha tenido como consecuencia el hecho de que, entre la documentación incautada, aparezca la relativa al cartel SAIAC, incluyendo a la que hace referencia a la empresa Uralita, con lo cual hemos podido conocer cómo, en un informe de la misma, de 20 de Julio del año 1950, «se hacía trampas a sí misma, en el juego de cartas de «el solitario»», manifestándose ante SAIAC en estos términos: «En 25 años de observación, en la fábrica de URALITA, S.A. en Barcelona no se ha verificado ningún caso de asbestosis, ni siquiera de forma esporádica, a pesar de que los operarios, en los últimos cinco años, han estado bajo control de un especialista de las vías respiratorias. Es necesario señalar que ningún operario ha estado empleado durante… años ininterrumpidamente en el desmenuzamiento del amianto. Ni siquiera se ha observado que el polvo de amianto haya tenido una influencia negativa sobre otras enfermedades. La incidencia de la tuberculosis o del cáncer pulmonar en los operarios de URALITA, S.A., no es superior a la observada en el país en general». La referencia: https://www.dropbox.com/sh/tazix19284m7z4o/AADmA6V6PkdrihUQAMLyeq2ga/Docuemnto%20Eternit%20spagnola.pdf
Sería verdaderamente interesante poderles preguntar a los doctores Rodríguez-Roisín y Picado, o a cualesquiera otros de los integrantes de su equipo en el Hospital Clínico de Barcelona, para conocer qué opinión les merece lo expresado en ese informe producido y cruzado entre colegas de una misma actividad industrial, la del amianto-cemento.
¿Y por qué hace referencia a los doctores Rodríguez-Roisín y Picado, o a su equipo del Hospital Clínic de Barcelona?
Porque fueron los que «levantaron la liebre» de la calamitosa situación en la que estaba la plantilla de la fábrica de Cerdanyola, prácticamente afectada en su casi totalidad, pese al optimista panorama que la «Mutua Mataronense» y la propia Uralita, les venían pintando a las autoridades, a los propios trabajadores afectados, y a sus representantes sindicales.
Le hablo ahora, por último, de dos reportajes de una misma noticia:https://www.google.com/url?rct=j&sa=t&url=http://www.sevillaactualidad.com/sevilla/26691-la-fiscalia-pide-que-se-abran-diligencias-por-la-presencia-de-amianto-en-el-virgen-del-rocio&ct=ga&cd=CAEYASoUMTI0ODQ3NTUyMTg3NjQxMTc4NDQyGTljYjIz El amianto ha sido detectado y mal manejado en el edificio del Hospital Infantil, pero en el mismo complejo hospitalario «Virgen del Rocío», de Sevilla, existe adjunto otro edificio, el de Maternidad, con un pasillo cubierto, de conexión interna entre ambos, que fue construido simultáneamente y por la misma empresa constructora, y previsiblemente también con diseño por el mismo equipo de arquitectos, por lo que es altamente probable que la presencia de amianto afecte a ambos edificios, dada la similitud de sus destinos de uso, y el hecho de que se construyeron en una época en la que el amianto, no sólo no estaba prohibido, sino que estaba en pleno auge de su utilización masiva. ¿Posible probable presencia de amianto en el edificio de Maternidad sevillana? Nos lo explica por favor.
Expreso mi opinión, por todo lo expuesto, de que la acción inspectora que se derive del requerimiento de la fiscalía debería de hacerse extensiva a todo el complejo hospitalario y, en particular, a esos dos edificios, para los que la población potencialmente expuesta incluye a quienes resultan ser más vulnerables, por su corta edad, habida cuenta de que el mesotelioma (que es, en la práctica, la única patología asociada para la que puede haber un riesgo real), presenta un tiempo de latencia, entre exposición y afloramiento, que se cifra en varias décadas, y por lo tanto, cuanto más temprana es esa exposición, tanto más de margen existe para que ese fatídico afloramiento se pueda llegar a confirmar.
¿Se ha confirmado la presencia del amianto en algún otro hospital español? ¿Los niños y bebés presentan especial sensibilidad al amianto?
Efectivamente, el amianto está presente en otros hospitales españoles; por ejemplo, el «Cruces» de Bilbao, respecto del que incluso existen condenas, por afectación por mesotelioma, entre su personal. La especial sensibilidad de los niños hacia el amianto, viene derivada de la circunstancia que antes le he comentado. Entre todo lo que tengo ya terminado de redactar y pendiente de publicar, existe todo un sub-capítulo que he titulado: «Amianto e Infancia».
Será imprescindible. Lo que ha contado no es fácil de creer, ¡parece imposible! Sigo a continuación con el capítulo I de su libro, donde nos habíamos quedado.
De acuerdo.
[*] Las anteriores partes de esta entrevista pueden verse también en Rebelión.org
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