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El año del cambio

Fuentes: Rebelión

La victoria de Syriza y la marcha del cambio demuestran que 2015 puede ser el año del cambio en España

Casi cuatro años después de aquel mayo histórico la «plaza Solución» (como así fue rebautizada la madrileña Puerta del Sol por el movimiento 15-M) volvió a llenarse (mucho más y desbordando todas las calles aledañas) para proclamar bien en alto que la indignación dio paso a la ilusión, que ya tenemos la solución en nuestras manos, ya no pedimos nada, sabemos que las cosas debemos hacerlas nosotros mismos, asumimos el protagonismo de nuestro destino, protagonismo que nunca deberíamos haber perdido y que nunca deberíamos volver a perder. El miedo y la sonrisa han cambiado de bando. El cambio es, por fin, posible. Lo que parecía casi imposible hace unos pocos años ahora está al alcance de la mano.

Algunos nos «acusan» incluso de emocionarnos. No es de extrañar que quien tenga su humanidad apagada, quien se comporte como un autómata, quien ya carezca de la más mínima sensibilidad, no entienda o no le guste que otros se emocionen. Sólo puede indignarse quien tiene dignidad. Sólo puede tener ilusión quien tiene esperanza. Les asusta que ya no estemos desesperanzados. Pero que no se engañen. Además de emocionarnos y, precisamente por ello, también razonamos, también tenemos las ideas muy claras de por qué hemos llegado a esto y cómo podemos salir de esto. El pueblo debe emocionarse y razonar. Con la razón y la emoción les venceremos. Con ambas. La ilusión sólo podía surgir tras la indignación y haciendo un uso intensivo de la razón para dar con la estrategia adecuada que nos permitiera ver la salida del túnel. Esa estrategia que les ha pillado fuera de juego, simplemente porque no jugamos exactamente como ellos pensaban que íbamos a hacerlo. Desesperados están por que nos pronunciemos sobre tal o cual país, sobre tal o cual ideología, obsesionados están por ponernos etiquetas con la esperanza de que éstas les impidan ver a nuestros conciudadanos lo que en verdad defendemos, con la esperanza de que la gente prejuzgue en base al continente en vez de juzgar en base al contenido. Estrategia, dicho sea de paso, que todavía no entiende una parte de la vieja izquierda despistada, fuera de combate desde hace mucho tiempo. La cual ha sido incapaz de encauzar el descontento popular, no digamos ya de ilusionar a la gente. Pues ha sido incapaz de adaptarse a los tiempos actuales, además de que una parte de ella se ha acomodado y vendido al sistema. Sin la indignación no ha lugar ninguna revolución. Debemos sentir además de razonar, de saber. El ser humano tiene inteligencia emocional. La inteligencia y la emoción van muy cogidos de la mano.

La Puerta del Sol rezumaba humanidad por los cuatro costados. No sólo por la cantidad de seres humanos que la abarrotaban sino que también por la cantidad de sentimiento humano que flotaba en el ambiente. ¡Cuántas sonrisas! ¡Cuántas lágrimas! Fue muy emocionante ver cómo la gente sentía y aplaudía las palabras de los portavoces de PODEMOS. ¡Qué grandes discursos! Como ya no se recordaban. ¡Qué fuerza da la convicción en las propias palabras! ¡Qué diferencia con los discursos grises y aburridos de la casta, de esos mediocres «líderes» cuyo único mérito es la obediencia a sus amos, que no se creen sus propios discursos. Pero esas hermosas palabras deberán traducirse en hechos. Siempre hablan más los hechos. PODEMOS se ha convertido en la expresión política de aquel 15-M. Una vez más, quienes asistimos a Sol sentimos hacer historia, hicimos historia, vivimos la POLÍTICA en mayúsculas, esa política que parecía extinguida. PODEMOS empieza a canalizar el descontento popular, y lo que es más importante, ha despertado la ilusión de muchos ciudadanos que no veían salida, estamos empezando a vencer a la apatía, al conformismo y al derrotismo.

Alrededor de PODEMOS se está constituyendo esa ansiada e imprescindible unidad popular que permita alcanzar el poder político para empezar a cambiar de verdad las cosas. El 15-M ha madurado en PODEMOS. Como decía un cartel (¡esa maravillosa creatividad popular!), quisieron enterrarnos pero no sabían que éramos semilla. Pues bien, la semilla, por fin, está empezando a germinar. Se prescindió de aquellas características que imposibilitaban canalizar a las masas (como la falta de liderazgos, como el exceso de horizontalismo) de tal manera que, por primera vez en mucho tiempo, la casta tiene realmente miedo pues hay serias posibilidades de despojarla del poder político.

Este año que acaba de comenzar, no cabe duda, se presenta muy interesante e intenso. Este año la historia puede de nuevo ir para adelante. De todos nosotros, de los ciudadanos corrientes, dependerá fundamentalmente. Muy acertado lo que dijo Iñigo Errejón cuando apeló a la responsabilidad de cada uno de nosotros para que no fallemos. No sólo no deben fallar los líderes, las organizaciones que consigan canalizar a la ciudadanía, sino que sobre todo no deben fallar los ciudadanos. «Ya sabéis a quién hay que votar, recordad» decían algunos manifestantes a sus conciudadanos mientras marchaban hacia Sol.

Sin embargo, el optimismo y la emoción no deben impedirnos ver que aún no hemos logrado el triunfo electoral. Como bien dicen los portavoces de PODEMOS, este año será muy duro, la casta recrudecerá sus ataques, no se va a quedar de brazos cruzados (como nunca lo ha hecho), pero menos ahora que se ve realmente amenazada. Todavía existen muchos ciudadanos que no están de nuestro lado, que siguen con intención de votar a sus verdugos o de no votar. Tenemos una inmensa labor por delante. Esto no ha hecho más que empezar. Incluso cuando alcancemos el poder político, el camino será largo y lleno de obstáculos. La presión popular en la calle, el trabajo en las instituciones (una vez se entre en ellas), el uso responsable del derecho al voto, la actitud de cada ciudadano, son y serán imprescindibles.

Cada uno de nosotros, y no sólo quienes valientemente han dado un paso al frente para dar la cara por todos nosotros, puede y debe aportar su grano de arena. Cada uno de nosotros tiene que ser también un Pablo Iglesias en nuestros respectivos ámbitos particulares, debemos convencer a nuestros vecinos, familiares, amigos, compañeros de trabajo,… Debemos decirles que si queremos cambiar las cosas debemos actuar de manera diferente, votar de manera diferente. Debemos incitarles a contrastar las informaciones que reciben, a escuchar a quienes son acusados y no sólo a los acusadores. Debemos decirles que hay que dar una oportunidad a quienes todavía no la han tenido. No podemos saber cómo será un gobierno de PODEMOS, pero sí tenemos la absoluta certeza de lo que ya han sido los gobiernos de aquellos partidos que han monopolizado el poder político en las últimas décadas. Entre todos, con un poco esfuerzo de cada uno de nosotros, podemos vencer. No debemos dejar todo en mano de unas pocas personas, pues son humanas y, tarde o pronto, se agotarán. Es una inmensa labor cambiar el mundo. El esfuerzo debe ser distribuido todo lo posible.

Creo que los líderes de PODEMOS lo tienen bien claro, pero creo que deben insistir más en ello. Así como creo que el mensaje transmitido debe ser siempre claro, contundente y conciso. Propugnamos un rescate ciudadano inmediato y la democracia real a través de un proceso constituyente. Para ganarse la confianza de la mayoría ciudadana (lógicamente desconfiada después de lo que ha visto en las últimas décadas) hay que predicar con el ejemplo, hay que dar todas las explicaciones posibles siempre (aunque sean redundantes, no hay que dejar la más mínima sombra de sospecha), y hay que decirle a la gente que se van a poner los medios concretos adecuados para que nunca pueda ser traicionada por ningún partido político haciendo reformas estructurales profundas en el sistema político (ley electoral, revocabilidad, obligación de cumplimiento de los programas electorales, referendos frecuentes y siempre vinculantes, transparencia,…).

Nos queda mucho trabajo por delante pero, sin duda, vamos por buen camino. Nunca nos confiemos, es demasiado lo que nos jugamos. ¡No nos podemos fallar! Soñamos pero nos tomamos muy en serio nuestros sueños. Sabemos que son alcanzables, cada vez más alcanzables, pero también sabemos que deberemos trabajar mucho durante mucho tiempo para alcanzarlos, sabemos que los hay que harán todo lo posible para que no los alcancemos, para que sigamos sumidos en esta pesadilla.

El destino del pueblo está en manos del pueblo. Como siempre ha sido. Sólo el pueblo puede salvar al pueblo. Sólo cuando el pueblo toma la iniciativa el destino va a su favor. Este año puede ser el año del cambio. De nosotros depende. De ti y de mí.

¡Sí podemos!

Blog del autor: http://joselopezsanchez.wordpress.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.