No fue la sorpresa de saber que la supuestamente austera Ministra de Hacienda laborista, Rachel Reeves, había sacado 22.000 millones de libras de la nada.
No, fue la duración de la financiación -un cuarto de siglo- y la confianza en que los beneficios futuros, los puestos de trabajo y las cualificaciones puedan protegerse durante todo ese tiempo.