Hubo un tiempo en este país en el que –acuciados para salir de la dictadura– asumíamos verdades como puños, que hoy parecen olvidadas: el camino a la libertad es la libertad, nunca el autoritarismo; la democracia se construye con democracia. Algo así debemos decir ahora urgentemente a propósito de la tan cacareada “Transición Justa y Verde”, que en nuestra opinión está siendo bastante injusta y poco verde. El camino hacia las energías limpias no puede pasar por un plan que consiste en arrasar nuestros montes y bosques, cementar las cumbres con varios millones de metros cúbicos de zahorras y gravas, más de 20.000 camiones hormigonera y más de 25.000 Tm de hierro. Un plan (injusto y muy gris) diseñado por cementeras y petroleras.
La colonia tercermundista llamada Bierzo va a tener –de momento– 15 parques eólicos que el Grupo Green Capital, a través de su filial Green Capital Power S.L., ha proyectado para que evacúen los 1.172 MW en el Nudo de Transición Justa Compostilla. Estos parques son: Abecé, Acario, Amanecer, Anémide, Cabrera, Corporales, Eco, Isidoro, Lardeiras, Pichi, Ralea, Torneros, Tureno, Umbrío y Veleta.
Estos sonoros nombres llevan aparejada la instalación de más de 200 aerogeneradores de 200 metros (dos veces la altura de la Torre de la Rosaleda), que crucificarán con gigantescos mástiles y aspas todas las líneas de cumbre que rodean la comarca berciana, llegando hasta La Cabrera y O Courel. A ello se suman media docena de proyectos de plantas fotovoltaicas que ocuparán varios centenares de hectáreas de suelo fértil de la olla berciana.
Empleo efímero
Los convenios de transición justa tienen como objetivo prioritario el mantenimiento y la creación de actividad y empleo, así como la fijación de población en los territorios rurales y en las comarcas con centrales de generación térmica o nuclear en cierre, como es el caso de Compostilla.
Pero en El Bierzo, Cabrera y O Courel –ya despobladas– apenas se creará trabajo ni se fijará la población, salvo un empleo temporal y efímero durante la instalación de estos macroproyectos, a modo de espejismo. No se puede crear empleo arrasando bosques, montes, arboledas, pastos, ganadería, apicultura; como no se puede alcanzar una meta verde a través de atajos negros.
Para llevar a cabo estos parques devastadores, la industria eólica debe fabricar todos los componentes de cada uno de los 204 aerogeneradores. Se deben construir más de 400 kilómetros de enormes pistas por las laderas de las montañas para llegar a las líneas de cumbre, por las que pueda circular una descomunal maquinaria, capaz de transportar e instalar esos colosos gigantes, que no molinos.
Para acondicionar dichos viales habrá que extraer, triturar y transportar, durante muchos kilómetros, varios millones de metros cúbicos de zahorras y gravas. Para cimentar los aerogeneradores, las plantas de hormigón deberán suministrar más de 20.000 camiones hormigonera de grandes dimensiones y se deberán emplear más de 25.000 Tm de hierro para la armadura de esos cimientos.
Para conducir toda la electricidad producida por estos 15 complejos eólicos al Nudo de Transición Justa de Compostilla, se deberán construir más de 300 kilómetros de líneas eléctricas que, con sus casi 800 torretas de alta tensión, coserán, literalmente, la comarca. A ello hay que sumar la docena de subestaciones eléctricas que interconectarán las diferentes líneas de aerogeneradores.
En resumen, estamos hablando de una inversión en hormigón, cemento, pistas, asfalto y maquinaria contaminante que supera los 1.000 millones de euros, un disparate en toneladas equivalentes de petróleo (Tep). Es decir, para hacernos verdes y sostenibles, nos destrozan los bosques verdes y sostenibles.
¿Y después qué? ¿Qué pasará cuando estas mega-estructuras estén instaladas? ¿Dónde se recolocarán todas las personas contratadas temporalmente? ¿Acometerá Green Capital la restauración de los montes o, como en la minería, se llevará la mena y dejará la ganga para que paguemos todos la factura dentro de diez o veinte años?
Sin noticias del autoconsumo
Si se trata de una apuesta por una transición energética ecológica, justa y basada en las energías renovables, ¿cómo es posible que su puesta en marcha se sustente en un consumo desmedido de combustibles fósiles?
Por otra parte, este modelo de megainstalaciones en manos de un oligopolio privado y multinacionales sin escrúpulos –además, ajenas al Bierzo– no asegura el abaratamiento de la factura eléctrica, sino lo contrario.
Entonces, ¿qué parte de los fondos europeos Next Generation van a destinarse al oligopolio energético? ¿No existe otro modo de implantación de las energías renovables? ¿Por qué no están ya todos los edificios públicos y privados sembrados de autoabastecimiento eléctrico? ¿Por qué no hay apenas planes de ahorro, eficiencia y autoconsumo individual y colectivo? La Transición (in)Justa parece diseñada por Green Capital o Votorantim, únicos beneficiarios del desastre que se avecina.
Hasta la guerra de Ucrania ha servido –tristemente– de excusa para justificar las medidas de agilización de los procedimientos relativos a proyectos de energías renovables, contenidas en el insostenible Real Decreto-ley 6/2022, por el que se elimina la Evaluación de Impacto Ambiental para algunos proyectos eólicos y fotovoltaicos y se sustituye por un Informe de Determinación de Afección Ambiental que acorta sensiblemente los plazos administrativos para su autorización, simplifica la tramitación para los promotores y reduce a la mitad los plazos para la participación pública de afectados y colectivos.
Dicho de otro modo, quieren poner una alfombra roja –más bien negra, un tapiz de chapapote y hormigón– que sepultará para siempre el verdor y la biodiversidad de nuestra tierra. A la vista de esta amenaza se entiende mejor por qué la Junta de Castilla y León lleva décadas paralizando los planes de ordenación forestal, no solo en El Bierzo: una mínima ordenación forestal entorpecería estos desmanes. No fue un olvido casual del PP durante 35 años gobernando Castilla y León, sino una omisión programada y deliberada, una alfombra negra para las multinacionales eólicas, cementeras y petroleras.
Emilio de la Calzada es profesor y presidente de la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica.
Valentín Carrera es escritor y vicepresidente de Bierzo Aire Limpio.