El cambio climático ha llegado aun a las partes más remotas de Siberia, con potenciales consecuencias para la región y el resto del mundo. El término «congelado» suele interpretarse como «inmune al cambio». Quizá ningún territorio esté tan firmemente vinculado a ese término como Siberia. Y de todas las partes de Siberia, ninguna merece tanto […]
El cambio climático ha llegado aun a las partes más remotas de Siberia, con potenciales consecuencias para la región y el resto del mundo.
El término «congelado» suele interpretarse como «inmune al cambio». Quizá ningún territorio esté tan firmemente vinculado a ese término como Siberia. Y de todas las partes de Siberia, ninguna merece tanto ese calificativo como el valle del río Lena. Este río, el noveno más largo del mundo, fluye a través de uno de los territorios más helados del planeta, donde el sol raramente se ve en invierno. Casi 80 por ciento de la cuenca es lo que en inglés se denomina «permafrost», es decir, suelo que nunca llega a descongelarse por completo, ni siquiera en verano.
Sin embargo, el cambio climático está llegando a este remoto lugar. Esto puede tener consecuencias no sólo a nivel local, sino también en el resto del mundo.
Quizá el efecto más impresionante del calentamiento global es que ataca la base misma de la cuenca del Lena: el permafrost. El permafrost ha sido siempre el gran problema de los siberianos, porque para realizar cualquier tipo de excavación, desde simples pozos hasta cimientos, es necesario atravesar varios pies de hielo.
El calentamiento hace que el permafrost siga el mismo camino de la capa de hielo del Ártico, en vías de desaparición. A medida que el permafrost se derrite, la tierra cede por debajo de edificios y calles. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) dice que 300 edificios en Yakutsk, la capital regional, han sido dañados por ese derretimiento. El PNUMA predice que más de 70 por ciento de los edificios de apartamentos construidos entre 1950 y 1990 estarán dañados para 2010. Y para 2030, esa proporción llegaría a 100 por ciento.
El paisaje natural también se está transformando. El Dr. Robert Holmes, un investigador del Centro de Investigaciones Woods Hole, de Massachusetts, informó que en algunas zonas del Ártico, se están formando nuevos lagos y pantanos. «A medida que se deshiela el permafrost, la superficie terrestre se va hundiendo, y eso causa una depresión que, al llenarse de agua, forma un lago», explicó.
Los lagos existentes también se están volviendo más profundos debido al deshielo. Holmes señaló que en Alaska, y quizá en otras partes del Ártico, el permafrost subyacente a algunos lagos está perforado, y esto ha causado un completo vaciamiento de esos espejos de agua. De manera similar, el diario The New York Times informó que el desprendimiento del hielo costero amenaza toda una aldea en el noreste de Rusia. La costa se erosiona a un ritmo de 15 a 18 pies al año.
Holmes y sus colegas descubrieron otro cambio que afectó el Lena, éste quizá más profundo. Como informaron en un artículo publicado en la edición del 13 de diciembre de 2002 de la revista Science, la cantidad de agua que fluye del Lena al Ártico aumentó siete por ciento en las últimas siete décadas. Tratándose de un río tan grande, esa proporción es significativa.
Alguien podría pensar que el derretimiento del hielo en Siberia es el culpable, pero el Dr. James McClelland, otro investigaqdor del equipo, afirmó que Eurasia simplemente no tiene suficiente hielo almacenado en sus glaciares para explicar el aumento del caudal del Lena. «Hemos calculado que sería necesario un cambio en el deshielo del permafrost mucho mayor que el observado para explicar la modificación en la descarga del río», señaló.
La historia parece ser más complicada. «En los trópicos, las altas temperaturas y los intensos rayos solares hacen evaporar grandes cantidades de agua, y la atmósfera transporta gran parte de esta humedad desde los trópicos hacia los polos», explicó Holmes. «El aire más cálido puede retener más humedad. Por lo tanto, a medida que la Tierra se calienta, aumenta la humedad atmosférica. Creemos entonces que el calentamiento global está enviando más humedad atmosférica a Siberia, lo que causa mayores precipitaciones en esa región», agregó.
Un efecto local importante puede ser que el aumento del volumen del Lena exacerbe las devastadoras inundaciones estacionales del río. Cualquier río que recibe nieve derretida aumenta su caudal en la primavera, pero el Lena y otros ríos rusos se distinguen por fluir hacia el norte. En la mayoría de los otros ríos, las cabeceras de las montañas se deshielan en último lugar, pero la fuente del Lena, unos 1.500 kilómetros al sur de su delta, se deshiela primero. El hielo flota río abajo y atasca el río, provocando inundaciones. En 2001, una gigantesca masa de hielo provocó la inundación de Yakutsk y Kirensk, y la destrucción de gran parte de Lensk.
Sin embargo, el mayor cambio podría ser internacional. «Lo paradójico es que el calentamiento global podría provocar el enfriamiento del norte de Europa», señaló McClelland. El mecanismo es complejo. «Se ha formulado la hipótesis de que los aumentos en las descargas fluviales al Ártico (incluso del Lena) podrían enlentecer o detener la formación del agua profunda del Atlántico Norte en el mar de Groenlandia-Islandia-Noruega y el mar de Labrador», explicó.
«La combinación de salinidad y bajas temperaturas en esos mares llevan a la formación de agua muy densa que se hunde y fluye hacia el sur, por el fondo del océano. Esta agua es reemplazada por agua más cálida (menos densa) que fluye hacia el norte por la superficie oceánica. El agua cálida corre de sur a norte en el Atlántico, principalmente por la corriente del Golfo, y mantiene el norte de Europa más cálido de lo que sería normalmente». Sin el agua profunda del Atlántico Norte, esta corriente de agua que baña el norte europeo dejaría de existir.
McClelland continúa: «La creciente descarga fluvial obra contra la formación del agua profunda del Atlántico Norte, porque el agua dulce es mucho menos densa que la salada. Al agregar más agua dulce a las regiones de formación de agua profunda del Atlántico Norte, las aguas superficiales se vuelven menos densas y por lo tanto menos propensas a hundirse y fluir hacia el sur».
El calentamiento global también podría ampliarse con el deshielo de Siberia. «Hay una gran cantidad de materia orgánica (plantas y animales muertos) atrapada en el permafrost, congelada y preservada por miles de años», explicó Holmes. «A medida que el permafrost se deshiele, ese materia orgánica ‘saldrá del congelador’ y gran parte de ella se descompondrá y se convertirá en dióxido de carbono. El aumento de dióxido de carbono provocará más calentamiento, que a su vez causará más deshielo de permafrost, más liberación de materia orgánica antigua, más dióxido de carbono, etc.», agregó.
«Las consecuencias potenciales de los cambios en la descarga del río Lena justifican medidas de conservación», dijo McClelland. Sin embargo, ni él ni expertos ambientales rusos interrogados sabían de ningún proyecto de conservación dirigido específicamente al Lena. Rusia ratificó el Tratado de Kyoto, que entró así en vigor, pero esto es apenas un modesto comienzo.
La región del río Lena es un caso de estudio dentro de la complejidad del calentamiento global. El aumento de temperaturas causado por la actividad industrial a miles de kilómetros del Lena provoca el aumento de temperaturas en los trópicos, lo que causa más lluvias en Siberia y quizá termine por enfriar al norte de Europa. Es realmente un fenómeno mundial con consecuencias locales imprevisibles. Aun lo que estaba congelado en la heladera de Siberia cambiará. – Third World Network Features 2930/06.
* Joshua K Hartshorne escribió este artículo para el Earth Island Journal