Para Víctor Carceler, por una amistad que me honra Fue en la escuela de negocios ESADE, la misma institución -tan apreciada por la burguesía catalana (et alteri)- que, según fuentes de la propia escuela, no se enteró de los turbios negocios asociados al entramado UTB (Urdangarin-Torres-Borbón) a pesar de que la fundación ESADE pagó 20.000 […]
Fue en la escuela de negocios ESADE, la misma institución -tan apreciada por la burguesía catalana (et alteri)- que, según fuentes de la propia escuela, no se enteró de los turbios negocios asociados al entramado UTB (Urdangarin-Torres-Borbón) a pesar de que la fundación ESADE pagó 20.000 euros al instituto del yernísimo, la misma escuela «universitaria» que hizo doctor a Diego Torres con una tesis que tiene el diseño y las prácticas de la trama como trasfondo empírico, la misma institución que tuvo hasta fechas muy recientes como secretario general a Marcel Planellas el mismo que fue pagado por la empresa Aizoon (Cristina de Borbón-Urdangarin) con un poderoso todoterreno, el marco ideal para la intervención de Víctor Grífols, el presidente de la corporación que lleva su apellido, el tercer productor mundial de hemoderivados [1].
El presidente de la multinacional en cuestión ha pedido -«pedido» es aquí mucho más que solicitado- al Gobierno Rajoy que permita el pago por donaciones de plasma [2] en España como forma de «que los desempleados tengan unos ingresos extra». Si se permitiera el pago de donaciones, la empresa Grífols podría pagar «60 o 70 euros por semana» a un posible donante. Sumado al paro, «es una forma de vivir», ha añadido el señor Grífols que desde siempre, como es sabido, ha estado muy preocupado por los trabajadores y trabajadoras en paro. En su familia, hay varios ejemplos dramáticos.
Son 147 los centros de donación de plasma que la corporación Grífols tiene en Estados Unidos donde sí «se abona el plasma a los donantes» [3]. Esos centros «podrían tenerse en España y generar 5.000 o 6.000 puestos de trabajo en un momento de crisis como el actual, a lo que hay que sumar «500 o 600 millones de dólares» en pagos a los donantes».
«Sumado al paro, es una forma de vivir»: aparte de la abisal e infame ignorancia sobre las condiciones, derechos y ayudas de los desempleados en España, ¿se nos ocurre una intervención que resuma mejor la inhumanidad, el antiobrerismo, la desfachatez, la inexistencia de tensión moral, el economicismo infame, el neoliberalismo sin alma elevado a su máxima expresión, que la anterior «reflexión» de uno de los representantes «más dinámicos» del capitalismo realmente existente? ¿Qué puede esperarse, que podemos esperar de todo esta ignominia? ¿Qué puede construir un sistema de civilización que genera empresas e individuos de esa bajura moral? ¿Qué noción de trabajo subyace a ese cuento repetido ad nauseam sobre la generación de «puestos de trabajo» sea como sea, sin límites ni limitaciones ni ninguna consideración anexa?
No sólo eso fue desde luego. Como estaba en su salsa y en su escenario, hablaba para un público de hooligans neoliberales entusiastas, los profesores y estudiantes de esa escuela de negocios relacionada con mil y una tropelías, el presidente Grífols criticó abiertamente que España prohibiera en 1985 el pago por donaciones de sangre, y de plasma por extensión. «España debería espabilarse» concluyó satisfecho de ser tan listo, tan crematístico, tan directo, tan chulesco y, por supuesto, de ser tan guapo, tan audaz y de conocerse a sí mismo.
La estocada final, por si faltara algo, no tiene desperdicio: en España, ha añadido, las donaciones son gratuitas debido a un motivo «romántico». ¿Motivo romántico? Sí, sí, el que tiene su origen en contiendas como nuestra guerra civil, cuando una madre cuyo hijo luchaba en el frente, a 50 kilómetros de casa, «donaba sangre porque pensaba que así estaba salvando a su hijo».
No respetan nada, la desfachatez antiilustrada en su máxima expresión. Es la apuesta fáustica por el beneficio sin entrañas. ¡Donaban sangre porque pensaban que así estaban salvando a sus hijos! No entienden nada de la solidaridad, no entra en su visión del mundo y de la vida un acto solidario que no tenga ninguna arista crematística. Sin contemplaciones, sin límites morales, la barbarie en el puesto de mando. No comprenden otro valor que no sea el color del dinero. No les cabe en la cabeza ni la solidaridad ni la fraternidad ni la justicia. Nada, nada de nada ¿Cómo alguien que tenga en sus venas y en su alma un quark de tensión moral puede hablar de las admirables madres republicanas de nuestra guerra antifascista en la forma en que lo hace ese fantoche ejecutivo prepotente de tres al cuarto?
José Luis Martín Ramos, historiador de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha apuntado lúcidamente sobre acto de barbarie [4]: «Yo de Grífols propondría les descontar a los parados donantes un porcentaje para cubrir riesgos, por la mala calidad de la sangre de los pobres y los eventuales problemas higiénicos que puedan plantear: Eso sí, ese plasma sólo habría de utilizarse en el circuito de la Seguridad Social, no en el de las Mutuas, para éste se reservaría el plasma con mayores garantías de salubridad e higiene. Entre la propuesta de éste y la del otro día quejándose de que el problema es que la gente vive demasiado se están cayendo las máscaras y, como dice Alejandro [Andreassi] avanzando hacia el pasado».
En la misma línea, otro historiador autónomo, Alejandro Andreassi, comentaba: «La metáfora del chupasangre, tan cara a la iconografía obrera decimonónica para representar a los explotadores se ha transformado en viva realidad, estamos avanzando rápidamente hacia el siglo XIX».
El maestro e historiador republicano Joan Tafalla ha recordado oportunamente a Robespierre: «Les sangsues du peuple».
PS: Si quieren más, no es aconsejable, echen una ojeada a esto: «Cómo vender tu cuerpo por dinero en efectivo»: How To: Sell Your Body For Cash (http://uk.askmen.com/money/how_to_250/266_how_to.html). Se informa cómo vender plasma, plaquetas, pelo, semen.
Notas:
[1] http://www.elmundo.es/elmundo/2012/04/17/barcelona/1334654652.html
[2] Tomo la definición de Wikipedia, mucho más clara en esta ocasión que la de la RAE: «El plasma sanguíneo es la fracción líquida y acelular de la sangre». Se obtiene al dejar a la sangre desprovista de células como los glóbulos rojos o lo blancos. El plasma está «compuesto por un 90% de agua, un 7% de proteínas, y el 3% restante por grasa, glucosa, vitaminas, hormonas, oxígeno, gas carbónico y nitrógeno, además de productos de desecho del metabolismo como el ácido úrico». Es el componente mayoritario de la sangre, «representando aproximadamente el 55% del volumen sanguíneo total, mientras que el 45% restante corresponde a los elementos formes (tal magnitud está relacionada con el hematocrito)».
[3] Un documentadísimo amigo de Espai Marx me informa: «Son empresas que se dedican a conseguir sangre de gente y de pacientes, de todo tipo de enfermos. La procesan y la venden a laboratorios. El trabajador va a la clínica y le pagan en efectivo por su sangre. No sé cuánto exactamente, pero tal como están los precios, no creo que le paguen más de 20$ por donación [entre 25 y 35 según parece, dos veces por semana como máximo]. Después ellos separan plasma y células sanguíneas… El plasma para donaciones en hospitales (que son casi siempre privados)». Con la sangre se hacen experimentos en las células inmunitarias (células blancas), y se las compara con células de pacientes (esclerosis múltiple, lupus, asma, leucemia, etc.)
En EEUU, una bolsa de 300 ml cuesta 25$, gastos de envío incluidos. «Hasta la sangre obrera está devaluada».
[4] Comunicación personal, 19 de abril de 2012.
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